El voyeurismo no es solo una conducta sexual tipificada en manuales, es un modo de manejar la distancia entre el yo y el otro, un artificio para modular el afecto y la excitación sexual sin exponerse a la reciprocidad. En la clínica, el fenómeno aparece como un pliegue singular de la excitación y la vergüenza. En lo social, como síntoma de una cultura que convierte el mirar en economía. Esta nota propone leer el voyeurismo con lupa psicológica.

Definiciones del voyeurismo que importan

Antes de nada, no toda fantasía o interés voyeurista constituye un trastorno. La literatura reciente diferencia intereses parafílicos de conductas y de trastornos parafílicos, reservando la categoría clínica para cuando hay malestar significativo, deterioro funcional o daño a terceros (especialmente cuando hay personas no consentidoras o no capaces de consentir) (Culos et al., 2024).

Voyeurismo: Ver sin ser visto

Otro apunte, los factores que llevan a actuar un interés parafílico (p. ej., problemas de autoinhibición sexual, impulsividad, cogniciones morales de desvinculación y percepciones distorsionadas del consentimiento) no son idénticos a los que predicen simplemente sentirse atraído por ese interés. Es decir, entre “me excita” y “lo hago” media una arquitectura psicológica específica, con peso de la impulsividad, la excitación/inhibición sexual y ciertos sesgos morales (Molen et al., 2022).

No simplificar

En paralelo, el mapeo de trayectorias ofensoras en población condenada por voyeurismo sugiere que no hay un único motor del comportamiento. Junto a la gratificación sexual, emergen rutas de búsqueda de conexión desadaptativa (agarrarse al otro sin encuentro) y acceso a persona inadecuada (apertura clandestina de una intimidad inaccesible por vías normativas).

Claro, estos patrones no son excluyentes. Esto es pueden coexistir y retroalimentarse. Por ejemplo, la búsqueda de conexión desadaptativa puede enmascararse bajo la apariencia de simple excitación, mientras que el acceso indebido suele estar motivado por la combinación de deseo, curiosidad transgresora y sensación de poder. Además, factores como la impulsividad, la carencia de vínculos afectivos seguros y la exposición previa a contextos donde la intimidad ajena se vulnera sin consecuencias actúan como catalizadores. Por eso, las intervenciones se centran según la trayectoria predominante.

Algunos datos a considerar del voyeurismo

  • Predisponentes: Dificultades de regulación emocional; experiencias tempranas de carencia de apoyo; rasgos de impulsividad/compulsividad sexual; sexo orientado a corto plazo; creencias permisivas sobre consentimiento. 
  • Precipitantes: crisis vitales, aislamiento, intoxicación, acceso fácil a dispositivos o espacios. 
  • Perpetuantes: alivio rápido (negativo), refuerzo social online, racionalizaciones morales, vergüenza tóxica, miedo al castigo que desincentiva pedir ayuda. 
  • Protectores: soportes prosociales, trabajo terapéutico con vergüenza, educación explícita de consentimiento, proyectos con gratificación diferida, farmacoterapia selectiva (si se requiere).
Voyeurismo: Ver sin ser visto

La lógica afectiva del ángulo

En la excitación voyeurista, el riesgo no es mero añadido, acelera. La investigación señala que, para algunos, el pico no viene de lo sexual en sí, sino del thrill por el posible descubrimiento. Es decir, la excitación sexual puede aparecer post-evento, tras el subidón de adrenalina, como si el cuerpo usara el deseo para anestesiar el vacío o modular la disforia. La vergüenza (que es difusa, huidiza) se desplaza, y el acto deja un residuo de alivio y, con frecuencia, de repetición (Lister y Gannon, 2024).

Curiosamente, cuando el interés no se actúa contra terceros, predicen la conducta variables más temperamentales (sociosexualidad abierta, mayor impulsividad sexual) y creencias: qué se entiende por consentimiento, qué concesiones morales se permiten para excepcionar al yo. En otras palabras, la frontera clínica no es el contenido de la fantasía, son los mecanismos que la organizan y sus efectos relacionales y sociales.

Miradas en diferido

En la última década, la frontera se digitalizó. Upskirting (tomar o difundir imágenes íntimas por debajo de la ropa sin consentimiento) ha pasado de curiosidad legal a objeto de revisión sistemática.

Variantes del voyeurismo contemporáneo

En lo dicho, el giro académico ha destapado su enraizamiento en relaciones de género y violencia contra las mujeres y niñas, principalmente. Y, junto con lo anterior, ha mostrado que el encuadre puramente individualizador oculta dinámicas de poder y circulación online de las imágenes. La revisión pide tratarlo como violencia, con investigación empírica e interseccional que incluya víctimas y perpetradores (Lewis y Anitha, 2023).

Más amplio aún es el paraguas del abuso sexual basado en imágenes o violencia sexual basada en imágenes (Image-Based Sexual Abuse, IBSA, en inglés). Pues conlleva no solo captar, también crear (incluidas deepfakes sexuales) y compartir imágenes íntimas sin consentimiento.

El voyeurismo es una expresión sexual basada en observar sin ser visto

La cartografía reciente de perpetración muestra prevalencias no triviales en población general y motivaciones sociales (lograr estatus, diversión, impresionar a pares), además de vínculos con rasgos de la tétrada oscura y con otras formas de agresión online. El foco predominante en la difusión ha dejado comparativamente ciega la captación clandestina de imágenes (el corazón del voyeurismo digital, digámoslo así) y sus trayectorias motivacionales (Henry y Beard, 2024).

Diferencias por sexo en el voyeurismo

La evidencia en muestras no clínicas apunta a mayor interés masculino por el voyeurismo y, sobre todo, menor repulsión hacia él, pero no se trata de una esencia, sino de mediaciones.

Lo que median la sociosexualidad y la compulsividad

Cuando se incluyen sociosexualidad (preferencia por sexo no comprometido) y compulsividad sexual, la brecha se reduce. Por su parte, en mujeres, la mediación de la compulsividad pesa más para explicar la atracción por conductas de exhibición.

En varones, la sociosexualidad mantiene efecto independiente. Esto obliga a focalizar variables transversales (impulso sexual, estilo de apareamiento, regulación) más que atribuir el fenómeno a rasgos del varón en abstracto (Thomas et al., 2021).

Consentimiento: Aprendizaje moral y sensorial

Los estudios que distinguen entre interés y acción muestran que percepciones distorsionadas del consentimiento y mecanismos de desvinculación moral predicen pasar al acto.

Traducido a práctica, no basta con entender el consentimiento, hay que entrenarlo como habilidad (pedagogía del sí explícito, lectura del no, gestión de ambigüedad) y como competencia moral (detectar autojustificaciones, reparar). La prevención primaria en educación sexual se vuelve aquí terapia de ciudadanía erótica (Molen et al., 2023).

El voyeurismo es una expresión sexual basada en observar sin ser visto

El espejo invertido

En el voyeurismo, la vivencia emocional posterior al acto raramente es lineal. Más bien, es un péndulo que oscila entre dos polos que se retroalimentan, culpa episódica y vergüenza identitaria.

Vergüenza, culpa y reparación

La primera suele emerger de forma reactiva, como respuesta inmediata al riesgo de ser descubierto o a la constatación del daño causado. Es intensa pero breve, y a menudo se desvanece si no se acompaña de acciones reparadoras.

La segunda, en cambio, es más corrosiva, la vergüenza identitaria no se focaliza en la conducta (“he hecho algo malo”) sino en el núcleo del yo (“soy malo”, “soy un monstruo”). Esta última genera un bloqueo defensivo que favorece el secreto, reduce la disposición a pedir ayuda y, paradójicamente, aumenta la probabilidad de reincidir.

Diferenciar ambas emociones es esencial. La culpa funcional puede convertirse en motor de reparación concreta, orientando hacia conductas como la restitución a la víctima, la cooperación con instancias legales o el compromiso activo con un tratamiento especializado. Por el contrario, la vergüenza tóxica promueve aislamiento, autodenigración y evasión de la responsabilidad, cerrando el acceso a intervenciones efectivas.

¿Qué se hace?

El abordaje terapéutico implica interrumpir cogniciones pro-ofensa (que vienen siendo justificaciones, minimizaciones o negaciones) y trabajar de forma estructurada la construcción de una narrativa identitaria que permita responsabilizarse sin caer en la autoaniquilación moral. A la par, resulta clave estabilizar soportes prosociales, vínculos que ofrezcan supervisión natural, retroalimentación honesta y un marco relacional donde la intimidad pueda ejercerse con consentimiento y reciprocidad. Solo así se rompe el ciclo entre emoción aversiva, ocultamiento y recaída.

Conclusión

En el voyeurismo confluyen impulsos, construcciones culturales, distorsiones cognitivas y tecnologías que amplifican su alcance. Comprenderlo exige abandonar explicaciones lineales y atender a las capas que lo sostienen. Y esto va desde la economía afectiva que evita la reciprocidad hasta las estructuras sociales que legitiman la apropiación de la intimidad ajena.

En última instancia, abordar el voyeurismo implica replantear la relación entre deseo y consentimiento, y cuestionar las lógicas de poder que convierten la intimidad en mercancía visual. Con el fin último de reconfigurar el marco en el que la mirada se ejerce, de apropiación unilateral a encuentro respetuoso.

Referencias bibliográficas

  • Culos, C., Di Grazia, M. y Meneguzzo, P. (2024). Pharmacological Interventions in Paraphilic Disorders: Systematic Review and Insights. Journal of clinical medicine13(6), 1524. https://doi.org/10.3390/jcm13061524
  • Henry, N. y Beard, G. (2024). Image-Based Sexual Abuse Perpetration: A Scoping Review. Trauma, violence & abuse25(5), 3981-3998. https://doi.org/10.1177/15248380241266137
  • Molen, L. V., Ronis, S. T. y Benoit, A. A. (2023). Paraphilic Interests Versus Behaviors: Factors that Distinguish Individuals Who Act on Paraphilic Interests From Individuals Who Refrain. Sexual abuse: a journal of research and treatment35(4), 403-427. https://doi.org/10.1177/10790632221108949
  • Lewis, R. y Anitha, S. (2023). Upskirting: A Systematic Literature Review. Trauma, violence & abuse24(3), 2003-2018. https://doi.org/10.1177/15248380221082091
  • Lister, V. P. M. y Gannon, T. A. (2024). A Descriptive Model of Voyeuristic Behavior. Sexual abuse: a journal of research and treatment36(3), 320-348. https://doi.org/10.1177/10790632231168072
  • Thomas, A. G., Stone, B., Bennett, P., Stewart-Williams, S. y Kennair, L. E. O. (2021). Sex Differences in Voyeuristic and Exhibitionistic Interests: Exploring the Mediating Roles of Sociosexuality and Sexual Compulsivity from an Evolutionary Perspective. Archives of sexual behavior50(5), 2151–2162. https://doi.org/10.1007/s10508-021-01991-0