En los últimos años, la detección del autismo en la adultez ha cobrado creciente atención clínica. Muchas personas llegan al consultorio con una historia de diagnósticos previos imprecisos, tratamientos poco efectivos o una sensación persistente de no encajar. En este contexto, entender el diagnóstico diferencial del autismo en adultos se vuelve una tarea clave. En la siguiente nota, analizaremos un estudio reciente que aporta nuevas herramientas para distinguir el trastorno del espectro autista (TEA) de otros cuadros clínicos.
¿Qué se sabía hasta ahora?
Históricamente, se ha conceptualizado el autismo como una condición propia de la infancia. No fue sino hasta los años 2000 que los marcos clínicos comenzaron a contemplar su continuidad a lo largo del ciclo vital. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones se centraron en niños, por lo que los criterios resultaron difíciles de aplicar a personas adultas. Lo anterior llevó a una identificación tardía generalizada y a una interpretación errónea de ciertas señales.

Asimismo, muchas características del espectro se parecen a las de otros perfiles psicológicos. Para ilustrar, las dificultades para vincularse o interpretar señales interpersonales podrían confundirse con timidez extrema, ansiedad social o incluso con rasgos esquizotípicos. Del mismo modo, la rigidez mental y las rutinas estrictas son similares a síntomas obsesivos o a ciertos estilos de personalidad.
Entre similitudes y diferencias: Una mirada más precisa
Tal complejidad motivó a un equipo de profesionales estadounidenses a desarrollar un enfoque más afinado para efectuar un diagnóstico diferencial del autismo en adultos. El trabajo, publicado en 2024, examina las superposiciones entre el espectro autista y otras afecciones frecuentes.
A partir de una revisión especializada y consensos profesionales, se formulan criterios que evitan confusiones y errores al momento de evaluar. La propuesta contempla trayectorias vitales, modos de respuesta al entorno y estilos cognitivos.
¿Cómo se diseñó la investigación?
Los autores realizaron una revisión narrativa integrando literatura especializada, experiencia acumulada y entrevistas con personas diagnosticadas de forma tardía. Se enfocaron en seis condiciones que suelen confundirse con el cuadro: personalidad límite, trastorno obsesivo compulsivo (TOC), ansiedad social, rasgos esquizotípicos, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y alteraciones del estado de ánimo.
A partir de este análisis, construyeron tablas comparativas con diferencias clave en estilos de funcionamiento, trayectorias evolutivas y mecanismos implicados. Los autores contrastaron estas herramientas con especialistas y estudios de caso. El objetivo fue ofrecer una guía útil y basada en evidencia para quienes evalúan.
Un mapa clínico para evitar confusiones

Entre los principales aportes, encontramos la identificación de señales que permiten distinguir el espectro autista de otras afecciones con síntomas similares. En el caso del TOC, por ejemplo, ambas afecciones muestran patrones repetitivos, pero en el autismo estas acciones suelen ser fuente de disfrute y no de malestar, como ocurre con las obsesiones. Además, suelen estar presentes desde etapas tempranas, mientras que en los cuadros compulsivos aparecen más adelante y son vividos como ajenos.
Respecto a la personalidad límite, los desafíos interpersonales comúnmente asociados al cuadro no responden a un miedo al abandono o a una inestabilidad afectiva pronunciada. Se explican más bien por dificultades para interpretar señales emocionales o para sostener intercambios recíprocos. Adicionalmente, los episodios de sobrecarga emocional suelen ser más predecibles y reactivados por estímulos del entorno, a diferencia de los estallidos emocionales más abruptos en el caso de perfiles borderline.
Hallazgos en personas diagnosticadas tardíamente
El trabajo destaca que muchos adultos obtienen su diagnóstico de autismo luego de años de intervenciones poco efectivas enfocadas en otras condiciones. Dichas trayectorias suelen verse marcadas por malestar no comprendido, sentimientos de inadecuación y el uso de estrategias para encajar.
En este sentido, se recomienda que la evaluación contemple el recorrido vital, los estilos persistentes de funcionamiento y el impacto subjetivo de las estrategias compensatorias. Es necesario reconocer estos aspectos para evitar etiquetas inadecuadas y facilitar apoyos más acordes a la realidad de cada persona.
El camuflaje y su costo emocional
Otro hallazgo relevante fue el análisis del fenómeno de masking, frecuente en personas autistas en este momento evolutivo. A diferencia de otras condiciones, quienes están en el espectro tienden a desarrollar mecanismos de imitación o adaptación forzada para acoplarse, como memorizar frases, forzar el contacto visual o replicar gestos. Si bien estas conductas ayudan a disimular sus diferencias, generan un alto impacto psicológico que incluye agotamiento, ansiedad y confusión respecto a la identidad.
Los autores subrayan que este esfuerzo por parecer típicos muchas veces retrasa el diagnóstico o lleva a suposiciones erróneas, como creer que se trata de alguien excesivamente inhibido o con ansiedad social. Por eso, se sugiere incorporar preguntas específicas sobre estas prácticas durante la evaluación. Reconocer el camuflaje permite, además de una mayor precisión, una intervención más empática y centrada en la experiencia real de cada paciente.
Limitaciones del enfoque propuesto

Aunque este trabajo representa un avance significativo, también presenta algunas debilidades. En primer lugar, al tratarse de una revisión narrativa, no se cuenta con validación empírica sistemática. A futuro, sería esencial llevar a cabo estudios controlados que confirmen estos criterios en diversas poblaciones.
Por otro lado, la mayoría de las fuentes utilizadas provienen de contextos angloparlantes. Esto influye en los marcos teóricos utilizados y limita su aplicación en otras regiones. Tampoco se aborda en profundidad la influencia del género o de las diferencias culturales en la expresión del espectro autista en etapas adultas, aspectos fundamentales para una comprensión integral.
Un paso clave hacia evaluaciones más precisas
En resumen, este trabajo ofrece herramientas valiosas para afinar el diagnóstico diferencial del autismo en personas adultas. Evitar interpretaciones incorrectas no solo mejora la calidad de vida, sino que permite construir trayectorias terapéuticas más efectivas y respetuosas.
De cara al futuro, será necesario validar estas propuestas en contextos diversos, incluyendo variables como cultura, género y recorrido educativo. Al mismo tiempo, promover una mirada más inclusiva y menos estigmatizante contribuirá a que más personas accedan a respuestas claras y a apoyos pertinentes.
Referencia bibliográfica
- Carroll, H. M., Thom, R. P. y McDougle, C. J. (2025). The differential diagnosis of autism spectrum disorder in adults. Expert Review of Neurotherapeutics, 1-14. https://doi.org/10.1080/14737175.2025.2490533

























