Durante mucho tiempo se han estudiado los tratamientos psicoterapéuticos más eficaces para el abordaje del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Y, por ahora, el que más evidencia ha mostrado es la terapia cognitiva conductual. El TOC es considerado una de las enfermedades clasificadas entre los diez trastornos más debilitantes por la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, si no se tratan los síntomas, pueden aumentar y mantenerse de manera crónica. Causando, de esta forma, un deterioro funcional importante en muchos aspectos de la vida de la persona. Especialmente, si su inicio ocurre en la infancia y no recibe la intervención adecuada. Un aspecto, este último, que conllevaría el riesgo de la presencia de otros trastornos psiquiátricos en la edad adulta. Entonces, sabiendo esto, ¿qué podemos hacer? Veamos un poco más sobre TOC y, a grandes rasgos, su tratamiento desde la EPR.

Evaluación, diagnóstico y plan de acción en el TOC

Cuando se empiezan a notar síntomas que dificultan la funcionalidad de la persona en sus actividades diarias, laborales o relaciones sociales, es clave consultar a un profesional de la salud mental. Pues es importante que se lleve a cabo una evaluación y se establezca un plan de acción claro. Y, sobra decir, basado en la evidencia. Así pues, es idóneo iniciar un tratamiento cuando la persona presenta compulsiones (que englobarían las conductas de carácter obsesivo y ritualizado que esta realiza para calmar la obsesión) y obsesiones (ideas o imágenes intrusivas vividas con un alto nivel de ansiedad).

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No obstante, los síntomas se manifiestan de formas muy heterogéneas. Un vez delimitado el diagnóstico de TOC, el tratamiento dependerá de la severidad de los síntomas y la interferencia en el funcionamiento global. De esta forma, se puede indicar un tratamiento psicológico (terapia cognitivo-conductual (TCC) implicando la exposición con prevención de respuesta (EPR)) y/o farmacológico (mediante inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), por ejemplo) (Rodríguez, 2019).

En esta nota, nos enfocaremos en el tratamiento psicoterapéutico ya que, en ocasiones, existe un desconocimiento e incluso prejuicio, frente a la TCC. Por ello, es importante desmitificar las ideas infundadas del TOC (tanto del consultante como de la población en general) para que se logre acceder oportunamente a un tratamiento eficaz.

Terapia de exposición y prevención de respuesta

Múltiples investigaciones y estudios sitúan a la EPR como la terapia más indicada y con mejores resultados para tratar un TOC. Así mismo, las guías clínicas recomiendan la adición de enfoques cognitivos, pues esto favorece un cambio clínicamente significativo y duradero en cuanto a la reducción de los síntomas.

Esto a propósito de que la EPR se centra más en aspectos conductuales. Al fin y al cabo, sostiene que el condicionamiento clásico es el responsable del desarrollo de las obsesiones (Rector et al., 2019). Veamos de qué trata la prevención de exposición y respuesta.

¿El objetivo?

Romper el ciclo de refuerzo negativo. Reducir los pensamientos obsesivos y las compulsiones al centrar el tratamiento en las evaluaciones desadaptativas y las creencias disfuncionales que, de alguna forma, favorecen el mantenimiento de los síntomas obsesivo-compulsivos, impactando en la vida diaria.

EPR en el trastorno obsesivo compulsivo

En este tipo de terapia se elaboraría una lista de todos los síntomas que reporta la persona de menor a mayor. Según el grado de ansiedad ocasionado, o la posibilidad de control. Tras esto, comenzaría la exposición gradual (basada en dicha jerarquía) a los estímulos, señales o situaciones que causan la ansiedad y desencadenan los rituales (ya sean a nivel de pensamiento o conducta). Se empezaría con los que menos ansiedad generan al paciente para que pueda ir entrenando la técnica (junto con el psicólogo e individualmente).

Trastorno obsesivo compulsivo (TOC): ¿Cómo tratarlo?

Asimismo, se indica, junto con lo anterior, evitar realizar las compulsiones y los rituales asociados a las conductas de evitación de los estímulos ansiógenos. Permaneciendo en el estado de ansiedad hasta que el malestar vaya disminuyendo por sí solo. Esto se llevará a cabo con todos los estímulos (Rodríguez, 2019).

Algo a considerar…

Ahora, hay que tener en cuenta que la terapia es personalizada en contenido, duración e intensidad. Asimismo, el profesional ha de estar especializado en este trastorno. Pues ha de saber cómo abordar las posibles barreras que pueden complicar el cuadro, en caso de presentarse (Wu et al., 2020)

Las intervenciones terapéuticas complementarias como entrenar la relajación, control de la respiración, reforzar positivamente el cumplimiento de las tareas de exposición, componentes de aceptación y compromiso, adquisición de habilidades de afrontamiento o aumentar la capacidad de autocontrol emocional, suelen ser de gran utilidad. Permitirán solucionar conflictos y mejorar la integración social y relación familiar.

¿Terapia solo con la persona que tiene TOC?

Los ensayos clínicos han demostrado que los resultados de la TCC mejoran cuando las personas cercanas (padres, miembros de la familia, profesores, cuidadores, entre otros) se implican en el tratamiento de manera activa. Y es que, es crucial una base psicoeducativa. Los miembros de la unidad familiar pueden responder a los síntomas del paciente favoreciendo la evitación, ayudando en la ejecución del ritual o bien participando de manera inadvertida, lo que se conoce como aceptación/adaptación familiar (Alvarenga, 2018).

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Altos niveles de adaptación familiar se asocian al mantenimiento de los síntomas y peores resultados terapéuticos. Por ello, el círculo cercano del paciente, debe estar incluido en la intervención. De hecho, en el tratamiento del TOC infantil o adolescentes, a menudo los padres se convierten en una especie de coterapeutas y siguen las pautas de la intervención en casa.

Pronóstico y evolución

El objetivo del tratamiento del TOC es vivir mejor en lugar de sentirse mejor. Hacer espacio para pensamientos y sentimientos no deseados es una parte fundamental de la terapia (Mestechkina, 2021). La EPR abarca técnicas que pueden convertirse en estrategias para utilizarse durante la terapia y fuera de esta. Sumado al hecho de que se pueda emplear a todas las edades permitiendo neutralizar obsesiones y compulsiones de manera progresiva. Por este motivo, entre otros, es una terapia que cuenta con elementos que la favorecen para ser utilizada en el manejo del TOC (Duarte, 2020).

Ahora, hay que tener en cuenta que este tratamiento muchas veces es difícil y extenuante, pero es clave que el paciente comprenda el por qué y para qué se realizan las diversas intervenciones, dándole de esta manera un mayor sentido a lo que está realizando. Así Asimismo, el vínculo terapéutico y la confianza en la psicoterapia serán claves para lograr un paciente implicado y activo en un tratamiento.

Conclusión

Las TCC, especialmente la EPR, no consisten en luchar contra los pensamientos, imágenes y emociones que generan señales falsas de alerta y amenaza. El objetivo es aceptar y reconocer que son solo pensamientos y no suponen un peligro real. Aceptar la incertidumbre del miedo y comprender que no se pueden controlar los pensamientos, pero sí lo que hacer con ellos.

Implica, de igual modo, enseñar una nueva forma de relación con nosotros mismos. Comprendiendo que, si bien estos sentimientos son indeseados e incómodos, no son intolerables ni guardan un significado oculto, por decirlo de algún modo. Esto puede conseguirse a través de la exposición, cuyo fin es enfrentarse a los miedos repetidamente, y la prevención de respuesta, que conlleva elegir no realizar un ritual o compulsión. La clave es el aprendizaje inhibitorio para la extinción del miedo. En resumen, aprender a detener la asociación entre el estímulo y la respuesta ansiosa a través de la práctica.

Referencias bibliográficas

  • Alvarenga, P. G., Mastrorosa, R. S. y Rosário, M. C. (2017).Trastorno Obsesivo-Compulsivo en el Niño y el Adolescente. Manual de Salud Mental Infantil y Adolescente de la IACAPAP. Ginebra: Asociación Internacional de Psiquiatría del Niño y el Adolescente y Profesiones Afines.
  • Duarte Ortiz, A. P. y Bohorquez Maye, L. M. (2020). Trastorno obsesivo-compulsivo y terapia cognitivo conductual: una revisión. Recuperado de: http://hdl. handle. net/20.50012494, 16784. http://hdl.handle.net/20.500.12494/16784
  • Mestechkina, T. (2021)Common Myths About OCD Treatment. International OCD Foundation (IOCDF). https://iocdf.org/brochures-and-fact-sheets/
  • Rector, N. A., Richter, M. A., Katz, D. y Leybman, M. (2019). Does the addition of cognitive therapy to exposure and response prevention for obsessive compulsive disorder enhance clinical efficacy? A randomized controlled trial in a community setting. British Journal of Clinical Psychology58(1), 1-18. https://doi.org/10.1111/bjc.12188
  • Rodríguez, I. F. M. y Sánchez, S. G. (2019). Tratamiento cognitivo-conductual en una adolescente con trastorno obsesivo-compulsivo. Revista de Casos Clínicos en Salud Mental7(1), 3-23. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7323082
  • Wu, M. S., Thamrin, H. y Pérez, J. (2020). Exposure with response prevention for obsessive-compulsive disorder in children and adolescents. En Exposure Therapy for Children with Anxiety and OCD (pp. 245-268). Elsevier. https://doi.org/10.1016/B978-0-12-815915-6.00011-1