El diagnóstico en salud mental es un proceso fundamental que va más allá de la simple identificación de síntomas. Implica una evaluación profunda y matizada de las dificultades que enfrenta un individuo, considerando su contexto personal y social. No obstante, este proceso no está exento de desafíos. En este contexto, los modelos transdiagnósticos han surgido como una alternativa innovadora, abordando la complejidad de los trastornos mentales desde una perspectiva más holística. Este enfoque se centra en los procesos comunes que subyacen a diferentes condiciones, ofreciendo un marco que puede optimizar el diagnóstico y la intervención. En esta nota, examinaremos la importancia del diagnóstico preciso, las implicaciones del sobrediagnóstico, y cómo los enfoques transdiagnósticos pueden mejorar la atención en salud mental.

Esta es una nota colaborativa realizada en el marco del festival Psicología al Sur (Primera edición). Autores: Mathías Rojas, Lic. Joaquín Luis Carciroma, Lic. Georgina Dell’Arciprete, Damaris Rocío Almeida, Lic. Maximiliano David Ribeiro.

¿Qué significa llevar a cabo un diagnóstico?

diagnóstico y transdiagnóstico

Hacer un diagnóstico en el ámbito de la salud mental implica un proceso complejo que va más allá de simplemente etiquetar un conjunto de síntomas. Se trata de identificar y comprender de manera estructurada las dificultades psicológicas o comportamentales que presenta una persona.

Lo anterior, a través de la observación clínica, la evaluación de pruebas psicométricas y la recopilación de información relevante sobre el contexto del individuo. Dicho proceso tiene como objetivo proporcionar una guía para intervenir de manera más eficaz. De esta manera, permite a los profesionales desarrollar un plan de tratamiento adecuado y a las familias entender mejor la situación que enfrentan.

Empero, a pesar de los beneficios que presentan las etiquetas diagnósticas, también enfrentan múltiples desafíos. A lo largo de la nota, haremos un recorrido por estas cuestiones que conforman los diagnósticos, haciendo especial hincapié en las nuevas perspectivas de clasificación, como lo son los modelos transdiagnósticos.

¿Cuáles son las consecuencias de un mal diagnóstico?

Antes de continuar, resulta clave que comprendamos las consecuencias que un diagnóstico psicopatológico erróneo impacta tanto en el sujeto que lo recibe, como en su entorno. Especialmente entendiendo el gran impacto del estigma en la salud mental, la importante invalidación de la experiencia que esto podría causar y las dificultades que podría traer al momento de la formulación del caso clínico.​ (Zamorano et al., 2023).

Cuando se interpreta la vivencia desde un marco inapropiado, se corre el riesgo de desestimar la experiencia auténtica del sujeto, lo que lleva a que este se sienta incomprendido y desamparado. Esta invalidación de su experiencia emocional y mental debilita su sentido de agencia y autovaloración, erosionando aún más su confianza en el sistema de salud mental y dificultando la posibilidad de recibir el apoyo adecuado para su bienestar psicológico (López-Rodríguez, 2018).

¿Qué impacto tiene para la clínica?

En el ámbito clínico, un diagnóstico erróneo conduce a la elección de tratamientos inadecuados que no cubren las necesidades reales de las personas. Esto no solo empeora los síntomas, sino que también puede generar resistencia al proceso terapéutico al no obtener resultados positivos y sentirse desconectado del enfoque adoptado. Tales repercusiones resaltan la importancia de un diagnóstico preciso y fundamentado que permita diseñar un tratamiento personalizado, adecuado a la singularidad de cada individuo, fomentando su bienestar global y evitando la estigmatización y un sufrimiento innecesario (González Pando et al., 2018).

Sin embargo, al intentar clasificar la experiencia en una categoría para iniciar un tratamiento adecuado y facilitar la comunicación entre profesionales, es posible que se produzcan diagnósticos excesivos. Esto es a lo que llamamos sobrediagnóstico. Veamos más sobre su impacto.

Sobrediagnóstico: ¿Qué impacto tiene?

diagnóstico y transdiagnóstico

El sobrediagnóstico en salud mental, entendido como la identificación y etiquetado de cuadros psicológicos en situaciones que no ameritan un diagnóstico clínico, plantea serias implicaciones tanto para las personas como para sus cuidadores. Esto es particularmente problemático cuando problemas de la vida o que son transitorios se diagnostican como trastornos duraderos ​(López-Rodríguez, 2018). Por ejemplo, a nivel social, el sobrediagnóstico contribuye a la sobreutilización de servicios de salud y recursos públicos, desviando la atención y los cuidados de quienes realmente necesitan apoyo intensivo.

De esta manera, se destaca la necesidad de una evaluación más cautelosa y personalizada en el proceso de diagnóstico, junto con la perspectiva transdiagnóstica. Al promover un enfoque que verdaderamente responda a las necesidades del paciente y que no se limite a cumplir con categorías amplias, se pueden mitigar los efectos negativos, optimizando el uso de recursos de salud y mejorando la calidad de vida (González Pando et al., 2018).

Etiquetas y estigmas asociados: ¿Cómo impactan?

El enfoque transdiagnóstico propone alternativas a las categorías diagnósticas tradicionales, que a menudo generan etiquetas y estigmas perjudiciales. Ambos enfoques se basan en un modelo dimensional, donde los síntomas se distribuyen a lo largo de un continuo, en lugar de verse como entidades separadas. Dicha perspectiva contribuye a reducir el estigma, abordando los síntomas de forma tal que se desvincule la experiencia psicopatológica de términos estigmatizantes.

Asimismo, al enfocarse en procesos psicopatológicos compartidos, el enfoque transdiagnóstico limita la necesidad de múltiples etiquetas para una misma persona. Esto no solo disminuye el riesgo de fragmentar la identidad del paciente, sino que también facilita un tratamiento más coherente y personalizado (González Pando et al., 2018).

Transdiagnóstico: Una nueva perspectiva

Con ánimos de sortear los desafíos de los diagnósticos reduccionistas y dada la alta comorbilidad entre diversos trastornos, surge un nuevo modelo: la perspectiva transdiagnóstica. La misma busca reducir la fragmentación en el tratamiento de los trastornos mentales al postular la existencia de procesos comunes subyacentes entre diferentes condiciones psicopatológicas.

Así, en lugar de abordar cada trastorno de manera aislada, reconoce que muchas condiciones patológicas comparten factores nucleares. Entre ellas, la rumiación, la evitación emocional y el sesgo atencional hacia estímulos negativos. Dicha comprensión permite que las intervenciones no se limiten a un diagnóstico específico, sino que sean aplicables a una gama más amplia de cuadros, incrementando la eficiencia y coherencia de los tratamientos​ (González Pando et al., 2018).

¿De dónde surge esta nueva perspectiva?

El modelo transdiagnóstico responde a críticas dirigidas hacia los sistemas diagnósticos tradicionales, como el DSM y la CIE. Pues estos tienden a exacerbar las diferencias entre trastornos y a ignorar los puntos que comparten. Como consecuencia, se produce una alta comorbilidad y fragmentación en los tratamientos.

En este sentido, al centrarse en los procesos comunes, la perspectiva transdiagnóstica ofrece una alternativa que integra los cuidados y permite abordar varios síntomas al mismo tiempo. Esto no solo promueve una visión más holística de la psicopatología, sino que también facilita intervenciones menos estigmatizantes y más personalizadas para los pacientes (González Pando et al., 2018).

Algunos modelos transdiagnósticos

salud mental

Los modelos transdiagnósticos buscan integrar los factores que subyacen a distintos trastornos mentales, ofreciendo una visión más amplia y dimensional de la psicopatología. Por ejemplo, la Taxonomía Jerárquica de la Psicopatología (Hierarchical Taxonomy of Psychopathology, HiTOP, en inglés) organiza los trastornos en un continuo, agrupándolos en dominios como el afecto negativo, reduciendo la comorbilidad y permitiendo un diagnóstico más integrado.

Los Criterios de Dominio de Investigación (Resarch Domain Criteria, RDoC, en inglés) por su parte, abandonan las categorías diagnósticas tradicionales y se enfocan en dominios específicos de funcionamiento, como la regulación emocional o el sistema de recompensa, integrando datos neurobiológicos y conductuales.

Por otro lado, los modelos que distinguen entre problemas externalizantes e internalizantes agrupan los trastornos según la forma en que el individuo expresa su malestar. Así, los trastornos externalizantes, como el TDAH, implican conductas disruptivas, mientras que los internalizantes, como la ansiedad y la depresión, reflejan una interiorización del sufrimiento. Este último grupo es especialmente relevante en la infancia, ya que muchos diagnósticos en niños están relacionados con problemas internalizantes. A continuación, se explorará cómo estos afectan el diagnóstico en niños y sus implicaciones (González Pando et al., 2018).

Diagnóstico en niños: Aspectos a considerar

El diagnóstico en la niñez, si bien proporciona una guía para profesionales y familias en la identificación y abordaje de problemas de desarrollo, conlleva tanto beneficios como desafíos importantes. Por un lado, facilita la psicoeducación y la implementación de intervenciones tempranas que pueden mejorar significativamente la calidad de vida del niño. Sin embargo, también puede tener efectos negativos, especialmente en términos de estigmatización y autopercepción (Montoya-Rodríguez et al., 2017).

Entonces… ¿Qué aporta el transdiagnóstico?

Desde una perspectiva transdiagnóstica, este enfoque rígido del diagnóstico se suaviza al considerar los procesos comunes subyacentes a múltiples trastornos. Así pues, se centra en factores compartidos, como la regulación emocional o la dificultad para gestionar el estrés, reconociendo que muchos de los síntomas observados en la niñez pueden cambiar con el tiempo. Particularmente gracias a la neuroplasticidad del cerebro infantil.

Sumado a lo anterior, los diagnósticos en niños no deben verse como definitivos, sino como puntos de partida para intervenciones que ayuden al niño a desarrollar habilidades y capacidades que le permitan superar o gestionar los síntomas. De esta manera, se evita la etiqueta estática, y se promueve una comprensión más flexible y dinámica de la psicopatología en la infancia, integrando la posibilidad de cambio y adaptación a lo largo del tiempo.

Conclusión

En síntesis, el diagnóstico en salud mental es un proceso complejo que requiere una comprensión integral de los síntomas y su contexto. Si bien las etiquetas diagnósticas pueden ser útiles, su uso indebido o la tendencia al sobrediagnóstico pueden tener consecuencias perjudiciales para los individuos y sus entornos. En este sentido, resulta esencial adoptar un enfoque más integral que considere las particularidades de cada individuo.

Por su parte, el enfoque transdiagnóstico emerge como una perspectiva innovadora al enfocarse en los factores subyacentes comunes entre diferentes trastornos. Al integrar esta perspectiva, no solo se mejora la calidad de los diagnósticos y tratamientos, sino que también se disminuye el estigma asociado a las etiquetas diagnósticas. ¿Cómo podemos seguir avanzando en la implementación de modelos transdiagnósticos en la práctica clínica? ¿Qué estrategias se pueden desarrollar para garantizar que los diagnósticos reflejen la complejidad de la experiencia humana?

Referencias bibliográficas

  • González Pando, D., Cernuda Martínez, J. A., Alonso Pérez, F., Beltrán García, P. y Aparicio Basauri, V.. (2018). Transdiagnóstico: origen e implicaciones en los cuidados de salud mental. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría38(133), 145-166. Doi: 10.4321/s0211-57352018000100008
  • Montoya-Rodríguez, Mª y Molina Cobos, F. J. (2017). Efectos estigmatizantes del diagnóstico psicológico en niños. European Journal of Investigation in Health, Psychology and Education. 7. 47. Doi: 10.30552/ejihpe.v7i1.194.
  • López-Rodríguez, J. A. (2018). Sobrediagnóstico en ciencias de la salud: una revisión narrativa del alcance en Salud Mental. Atención Primaria. Doi:10.1016/j.aprim.2018.08.001
  • Zamorano, S., Sáez-Alonso, M., González-Sanguino, C. y Muñoz, M. (2023). Social stigma towards mental health problems in Spain: A systematic review. Clínica y Salud, 34(1), 23-34. Doi: 10.5093/clysa2023a5