Seguro que hemos oído hablar de las ilusiones ópticas y cómo estas nos llevan a percibir la realidad de diversas formas. Cómo, de alguna forma, nos “engañan”. No es de extrañar, que vengan a la mente ejemplos mostrados en infinidad de situaciones. Lejos de ser un proceso sencillo, estas falsas interpretaciones de la realidad suponen un campo de estudio en la ciencia, especialmente en la psicología. Nos permiten entender los entresijos de los procesos de percepción y estudiar cuáles son los mecanismos subyacentes que dan paso a que nuestro cerebro construya una experiencia consciente. Es por esto que una ilusión puede mostrar cómo funciona nuestro cerebro. Una de las más conocidas e importantes para los neurocientíficos es la ilusión de la mano de goma (The rubber hand illusion, en inglés). Veamos en qué consiste este fenómeno y por qué se llama así.
La ilusión de la mano de goma
¿Qué procesos están implicados?
Uno de los aspectos clave en el sentimiento de pertenencia del propio cuerpo es la llamada “autoconciencia”. Es decir, cuando movemos una pierna, sentimos un pinchazo o que alguien nos toca en la mano, somos conscientes de que tales partes constituyen nuestro cuerpo.
El sentido de pertenencia del cuerpo es una experiencia que se produce gracias a la adecuada integración de la entrada sensorial con las representaciones cognitivas preexistentes (Tsakiris y Haggard, 2005).
Existen dos tipos de representaciones internas del cuerpo que conforman la base de la autoconciencia, el esquema corporal y la imagen corporal.
¿Qué tienen que ver estos fenómenos?
Este primer concepto, relacionado con la acción voluntaria, es el resultado de experiencias sensoriales (tanto de carácter propioceptivo, táctil y vestibular) por las que localizamos las partes del cuerpo y discriminamos diversos estímulos. El segundo, hace alusión a una representación mental del propio cuerpo, abarcando las actitudes, creencias y emociones.
En condiciones normales, ambos conceptos se encuentran integrados de forma coherente. Sin embargo, existen situaciones anómalas que dan lugar a una disociación. De este modo, un fracaso en la integración multisensorial es un fenómeno que aparece en diferentes patologías como el síndrome del miembro fantasma o la somatoparafrenia, por ejemplo.
En el síndrome del miembro fantasma, existe un cuadro de sensaciones sobre un miembro que ha sido amputado pero que la persona percibe todavía conectado a su cuerpo. Por otro parte, en la somatoparafrenia, la persona afirma que sus extremidades o un lado completo del cuerpo no son suyos realmente.
Sin embargo, no es necesaria la presencia de una patología para que se produzca una alteración en la conciencia corporal. Esto puede llevarse a cabo fácilmente en experimentos como el que vamos a describir a continuación.
¿Qué es la ilusión de la mano de goma?
Matthew Botvinick y Jonathan Cohen (1998), de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, fueron los primeros en indagar sobre este curioso suceso. En su experimento participaron diez voluntarios, quienes se sentaron individualmente ante una mesa donde su mano izquierda quedaba oculta por un panel.
Solo se dejaba a la vista una mano de goma (simulando una real) que se colocaba en la superficie a la misma altura. Acto y seguido, se utilizaban dos pinceles con los que se acariciaban las mismas zonas en ambas manos (el participante solo podía ver esta acción en la mano de goma).
Tras diez minutos, los voluntarios rellenaban un cuestionario en el que hubo casi unanimidad en tres de las preguntas formuladas. Especialmente en una en la que los participantes afirmaban que habían sentido la caricia en la mano de goma. La incógnita era clara, ¿cómo podemos llegar a experimentar que una mano falsa es nuestra? y, más allá de esto, ¿cómo podemos sentir una caricia en una mano de goma?
Variaciones experimentales de la ilusión de la mano de goma
Ehrsson et al. (2004), replicaron el fenómeno y observaron que incluso cuando se les pedía que utilizaran la mano derecha para señalar su mano izquierda, en vez de señalar la real (que estaba oculta) señalaban la mano de goma. No con eso, una de las muchas variaciones experimentales de esta ilusión añadió un elemento a la ecuación que hizo más evidente el efecto.
Tras tocar con el pincel ambas manos, el experimentador cogía un martillo y golpeaba inesperadamente la mano de goma. Ya nos podemos imaginar la reacción. Automáticamente, la respuesta de los voluntarios era retirarse bruscamente con un gesto de dolor y angustia.
En su experimento, estos autores utilizaron la resonancia magnética funcional (functional magnetic resonance imaging, fMRI, en inglés) para poder investigar los mecanismos cerebrales subyacentes al sentido de pertenencia de partes del cuerpo. Las imágenes obtenidas mostraron un aumento de la actividad en el lóbulo parietal. No con esto, cuando empezaron a sentir la mano de goma como suya, se activaba la corteza premotora. Una región que se encarga de la planificación de los movimientos.
La temperatura y el sentido de pertenencia al cuerpo influyen
Otro de los experimentos basados en este fenómeno reportó que la temperatura de la mano que quedaba oculta disminuía. En los resultados se obtuvo que si se manipulaba la temperatura de la mano oculta del voluntario disminuyéndola artificialmente, el efecto de la ilusión era mucho mayor. La regulación de la temperatura fue manipulada debido a una interrupción a nivel psicológico del sentido de pertenencia del cuerpo (Moseley et al., 2008).
Por otra parte, Costantini y Haggard (2007) también utilizaron la ilusión para investigar el sentido de pertenencia del cuerpo. Concluyendo que, el sentido de pertenencia de la mano de goma es menor a medida que existe un aumento en la falta de coincidencia espacial entre la información visual y táctil.
¿Qué partes del cerebro se encuentran implicadas?
Ya se han mencionados dos áreas implicadas en este fenómeno que cumplen un papel clave en la representación multisensorial de la posición de las extremidades.
Cerebelo e ínsula
Sumado a esto, se ha observado una elevada actividad en el cerebelo y la ínsula. Este primero, cumple una función de análisis temporal de la sincronía de las caricias o toques. Por otro lado, la ínsula (concretamente, la zona posterior derecha) se encarga de la termorregulación corporal y el sentido de pertenencia del cuerpo (Villén et al., 2015).
Cuando las caricias no estaban sincronizadas, los voluntarios no sentían la mano de goma como suya y, por consiguiente, la corteza premotora no se activaba. De este modo, si las caricias eran congruentes, la corteza parietal transmitía la información a la corteza premotora, donde se originaba la sensación de pertenencia de la mano de goma.
Asimismo, en el experimento donde se utilizó un martillo que golpeaba la mano de goma inesperadamente, se observó por fMRI un aumento de actividad en la corteza cingulada anterior y el área motora suplementaria. Esta primera zona del cerebro se activa ante la espera de un estímulo doloroso, la segunda se activa cuando la persona tiene la intención de mover el brazo. Por lo tanto, el fenómeno de la mano de goma modifica, a nivel cerebral, las interacciones sensoriales y motoras en múltiples niveles (Isayama et al., 2019).
Conclusión
El estudio de esta ilusión supone que un engaño perceptivo da lugar a modificaciones en la corteza somatosensorial, influyendo en aspectos tanto individuales como psicopatológicos. Así, se ha convertido en una técnica que permite descubrir cómo funciona nuestro cerebro y la integración de la información a diferentes niveles, conectando cuerpo y entorno. Un sistema que puede ser manipulado fácilmente. Y que, además, recalca la importancia del lóbulo parietal en la percepción de sensaciones del cuerpo, entre otros.
Por otra parte, el control de variables en los experimentos se torna clave dada la variedad de factores influyentes con esta ilusión. Si bien no hay un consenso en algunos aspectos, se ha propuesto que el nexo entre las diferencias podría encontrarse en las bases neurales. Así mismo, el avance en las nuevas tecnologías amplía su campo de estudio. Profesionales en inteligencia artificial ya están replicando este fenómeno con humanoides, tratando de trasladar los efectos y reacciones observadas en máquina.
Y es que, lo que conllevaría descubrir los parámetros que rigen esta ilusión, se transformarían en beneficios en patologías e implicaciones para la creación de dispositivos neuroprotésicos. Aunque desentrañar los misterios del sistema nervioso es una ardua tarea, la realidad virtual sigue investigando sus entresijos.
Referencias bibliográficas
- Botvinick, M. y Cohen, J. (1998). Rubber hands ‘feel’ touch that eyes see. Nature, 391(6669), 756-756. Doi: 10.1038/35784.
- Costantini, M. y Haggard, P. (2007). The rubber hand illusion: Sensitivity and reference frame for body ownership. Consciousness and Cognition, 16(2), 229-240. Doi: 10.1016/j.concog.2007.01.001
- Ehrsson, H. H. (2004). That’s My Hand! Activity in Premotor Cortex Reflects Feeling of Ownership of a Limb. Science, 305(5685), 875-877. https://doi.org/10.1126/science.1097011
- Isayama, R., Vesia, M., Jegatheeswaran, G., Elahi, B., Gunraj, C. A., Cardinali, L., Farnè, A. y Chen, R. (2019). Rubber hand illusion modulates the influences of somatosensory and parietal inputs to the motor cortex. Journal of Neurophysiology, 121(2), 563-573. https://doi.org/10.1152/jn.00345.2018
- Moseley, G. L., Olthof, N., Venema, A., Don, S., Wijers, M., Gallace, A. y Spence, C. (2008). Psychologically induced cooling of a specific body part caused by the illusory ownership of an artificial counterpart. Proceedings of the National Academy of Sciences, 105(35), 13169-13173. https://doi.org/10.1073/pnas.0803768105
- Tsakiris, M. y Haggard, P. (2005). The Rubber Hand Illusion Revisited: Visuotactile Integration and Self-Attribution. Journal of Experimental Psychology: Human Perception and Performance, 31(1), 80-91. Doi: 10.1037/0096-1523.31.1.80
- Villén R, J. A., Martín J, A. C., Pérez-Díazi, F. J. y López G, J. C. (2015). La ilusión de la mano de goma: Factores implicados, bases neurales y aplicaciones clínicas. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 53(4), 277-285. https://doi.org/10.4067/S0717-92272015000400008