Es muy frecuente el interrogante que se formula en cuanto al origen de la conducta psicopática. Y no solo en esto, incluso en las diferentes denominaciones que se han ido adjudicando, desde insania moral, egopatía hasta sociopatía. Hace años, los científicos e investigadores mantienen una fuerte batalla entre si las personas con un trastorno psicopático (o, comúnmente llamadas psicópata) nacen o se hacen. Seguro que, en más de una ocasión, hemos leído u oído hablar sobre quienes presentan dichos cuadros, caracterizados por insensibilidad a las emociones, narcisismo, grandiosidad, impulsividad e irresponsabilidad, entre otros. A pesar de los crecientes y diversos estudios, no hay todavía una respuesta concreta que convenza del todo, pero sí varios autores que han trabajado para explicar el fenómeno de la forma más clara posible. En esta nota, indagaremos un poco más en la pregunta sobre si la psicopatía nace o se hace.
¿Qué es la psicopatía?
Este constructo clínico-forense puede caracterizarse, a grandes rasgos, por un comportamiento antisocial persistente, deterioro de la empatía, remordimientos y rasgos egoístas. Ahora, no se trata de una categoría discreta, sino de una dimensión continua, por lo que hay que tener en cuenta que no todas las personas que la presentan son iguales y que, según lo anterior, también existe una psicopatía subclínica o no criminal (psicópatas integrados) según Cleckley (1976) (Romero et al., 2015).
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés) enmarca la psicopatía y sociopatía dentro de los trastornos de la personalidad como un subtipo del trastorno de personalidad antisocial (TPA), descrito desde lo meramente conductual. Con esto, hay que considerar también los trastornos de la conducta, con emociones prosociales limitadas, negativista desafiante, cleptomanía y piromanía (Abdalla-Filho y Völlm, 2020).
Algunas características del trastorno de personalidad antisocial
El TPA engloba un patrón de inatención y vulneración de los derechos de los demás. Esto se produce desde los 15 años y se manifiesta por tres o más de los siguientes criterios:
- Incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales, que se manifiesta por actuaciones repetidas que son motivo de detención.
- Engaño, que se manifiesta por mentiras repetidas, utilización de alias o estafa para provecho o placer personal.
- Impulsividad o fracaso para planear con antelación.
- Irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por peleas o agresiones físicas repetidas.
- Desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás.
- Irresponsabilidad constante, que se manifiesta por la incapacidad repetida de mantener un comportamiento laboral coherente o cumplir con las obligaciones económicas.
- Ausencia de remordimiento, que se manifiesta con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.
Diferencias entre TPA y psicopatía
A pesar de que muchas veces son considerados como un mismo trastorno, la psicopatía y el TPA no son iguales. De hecho, hay factores causales diferentes entre uno y otro. Por lo que, no todas las personas con un trastorno de personalidad antisocial son psicópatas. Ahora bien, el constructo de psicopatía puede incluir rasgos de varios tipos de trastornos de la personalidad (López Miguel y Núñez Gaitán, 2009). Adicionalmente, hay que contar con que, aunque indique a partir de los 15 años, la gama de rasgos psicopáticos interpersonales, afectivos y conductuales se ha identificado de manera confiable en las primeras etapas del desarrollo (López-Romero et al., 2021).
Algunas características de la psicopatía
Según Hare, Eyesenck y Mednick, las personas con este cuadro comparten ciertas caracterísitcas en cómun. La primera de ellas es un bajo arousal. El arousal es una activación general fisiológica y psicológica del organismo, que varía en un continuo que va desde el sueño profundo hasta la excitación intensa. Esto conlleva que se manifieste una reacción menor a estímulos ambientales. A su vez, estos individuos presentan baja actividad cortical que conduce a una necesidad de búsqueda de estimulación, fuerte atracción por el riesgo y situaciones excitantes o desafiantes.
En segundo lugar, suelen presentar una dificultad parcial de aprendizaje, sobre todo de estímulos aversivos. Se ha reportado una escasa excitación autonómica ante la presencia de estímulos punitivos junto con un déficit de reactividad emocional. Por ende, un deterioro en las estructuras límbicas y frontales afectaría también al sistema de toma de decisiones sociales, lo que podría dar lugar a algunos de estos comportamientos.
En tercer lugar, se presenta baja ansiedad. La ansiedad es un extremado interés o miedo acerca de lo que sucederá en el futuro. El tipo de estimulación y situaciones sociales que pueden generar ansiedad serán diferentes. Esto no significa que no puedan experimentarla, sino que es más tendente la interpretación del contexto como un desafío que una amenaza, por ejemplo.
El factor hereditario
En último lugar, resulta importante destacar el papel de los antecedentes hereditarios y familiares. Muchas personas que presentan este cuadro han sufrido en la infancia una deprivación en el entorno, abusos, crueldad, agresividad o rechazo. Por otro lado, no hemos de olvidar que los estudios ya proponen que la psicopatía podría tener una base orgánica.
¿Qué nos dice Robert Hare de la psicopatía?
El doctor Hare es una de las figuras de renombre en el mundo de la psicología criminal. De hecho, elaboró una de las escalas más importantes para el diagnóstico de la psicopatía, la Escala de Evaluación de la Psicopatía de Hare (Psychopathy Checklist – Revised, PCL-R, en inglés).
Para este autor, por ejemplo, el comportamiento antisocial y delictivo es un criterio de diagnóstico necesario para la psicopatía. Sin embargo, estudios posteriores han determinado que la criminalidad serial y la conducta delictiva no es un componente central de la psicopatía (los delincuentes de cuello blanco serían, en todo caso, los más caracterizados por rasgos psicopáticos, por ejemplo).
Psicopatía y cerebro: ¿Algo claro?
Los correlatos neurofisiológicos de los rasgos que caracterizan a la psicopatía todavía se desconocen. Sin embargo, se han tratado de estudiar algunos de ellos asociados a ciertas características. Aunque existen múltiples modelos, explicaremos brevemente el conocido modelo triárquico de la psicopatía. Este evalúa tres componentes fenotípicos distintos de la psicopatía asociados a dos vías etiológicas: Audacia, mezquindad y desinhibición.
La primera vía se encuentra relacionada con un deterioro de los mecanismos motivacionales primarios del cerebro (sistema defensivo), que incluyen las amígdalas (junto a una reducción del volumen de materia gris en la región prefrontal lateral, medial y polos temporales), ínsula y estructuras afiliadas. En cuanto a la segunda, existe un control inhibitorio débil como resultado de la actividad alterada en estructuras anteriores del cerebro, incluida la corteza prefrontal y corteza cingulada anterior (Poeppl et al., 2019; Paiva et al., 2020).
Conclusión
Una persona con psicopatía no nace y tampoco se hace; más bien, esto conlleva una mezcla de varios factores. Pues la psicopatía es multifacética, determinada por la interacción de la genética, ambiente, aprendizaje y experiencias de la persona. Por otro lado, hay que tratar el estereotipado tópico hacia la figura del psicópata que se ha reflejado a lo largo del tiempo en medios sensacionalistas y en la empresa del cine. La imaginería popular ha adjudicado una especie de delincuencia patológica sobre este concepto que, en la mayoría de las ocasiones, se aleja de la realidad.
Con base en lo expuesto en esta nota, resaltamos la inmensidad de matices que existen en este tema y concluimos con un fragmento del artículo de Romero et al. (2015): Ni los unos -psicópatas integrados- ni los otros -psicópatas criminales- son seres especiales, si bien hay que admitir que poseen unas particulares características de personalidad, emociones y conductas que los diferencian de otras personas.
Referencias bibliográficas
- Abdalla-Filho, E. y Völlm, B. (2020). Does every psychopath have an antisocial personality disorder? Brazilian Journal of Psychiatry, 42(3), 241-242. https://doi.org/10.1590/1516-4446-2019-0762
- Bégin, V., Déry, M. y Le Corff, Y. (2021). Variants of Psychopathic Traits Follow Distinct Trajectories of Clinical Features Among Children with Conduct Problems. Research on Child and Adolescent Psychopathology, 49(6), 775-788. https://doi.org/10.1007/s10802-021-00775-3
- Canal info psicópatas. (3 de diciembre de 2018). Psicópatas, Robert Hare. (La mente del psicópata). [Archivo de Vídeo]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=PS_NA6nCiFs
- López Miguel, M. J. y Núñez Gaitán, M. del C. (2009). Psicopatía versus trastorno antisocial de la personalidad. Revista Española de Investigación Criminológica, 7, 1-17. https://doi.org/10.46381/reic.v7i0.49
- López-Romero, L., Cutrín, O., Maneiro, L., Domínguez-Álvarez, B. y Romero, E. (2021). Psychopathic Traits in Childhood: Insights from Parental Warmth and Fearless Temperament via Conscience Development. Brain Sciences, 11(7), 923. https://doi.org/10.3390/brainsci11070923
- Paiva, T. O., Almeida, P. R., Coelho, R. C., Pasion, R., Barbosa, F., Ferreira‐Santos, F., Bastos‐Leite, A. J. y Marques‐Teixeira, J. (2020). The neurophysiological correlates of the triarchic model of psychopathy: An approach to the basic mechanisms of threat conditioning and inhibitory control. Psychophysiology, 57(8). https://doi.org/10.1111/psyp.13567
- Poeppl, T. B., Donges, M. R., Mokros, A., Rupprecht, R., Fox, P. T., Laird, A. R., Bzdok, D., Langguth, B. y Eickhoff, S. B. (2019). A view behind the mask of sanity: Meta-analysis of aberrant brain activity in psychopaths. Molecular Psychiatry, 24(3), 463-470. https://doi.org/10.1038/s41380-018-0122-5
- Romero, J. M. P., Baamonde, M. E. G., Manso, J. M. M. y Alonso, M. B. (2015). Psicopatología, crime violento, cinema e realidade: Desmontar os mitos em psicopatas e em psicóticos. Revista Criminalidad, 57(2), 235-251. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1794-31082015000200005
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