En la dinámica de las relaciones escolares, el acoso no se manifiesta únicamente como una conducta disruptiva entre pares, es un síntoma más profundo de desequilibrios estructurales, afectivos y simbólicos que atraviesan la cultura educativa. A pesar de su visibilidad creciente en los discursos públicos, el fenómeno del bullying continúa siendo, en muchos contextos, un espacio de silencios normalizados y de respuestas pedagógicas fragmentarias. Por eso, abordarlo desde el prisma de las respuestas docentes implica dar una vuelta a cómo habitan su función frente al sufrimiento de los otros, y qué condiciones internas y externas determinan la calidad de ese habitar. En este proceso, la mediación educativa conlleva un posicionamiento ético y relacional que interpela las formas de intervenir en el acoso desde una lógica de cuidado y transformación. Veamos más.
¿Qué es la mediación educativa?
Más allá de un recurso puntual para gestionar conflictos, es posible pensar la mediación educativa como una práctica estructurante del clima escolar, que fomenta formas de convivencia basadas en la escucha, la reparación y responsabilidad compartida. En tal sentido, introducir dispositivos de mediación ayuda a la construcción de espacios donde los conflictos se resignifican pedagógicamente, evitando tanto la omisión como la sanción mecánica.
Su papel en la respuesta docente al acoso escolar

Sabemos que el acoso escolar perjudica a quienes lo sufren y deteriora el ambiente educativo en su conjunto. Los docentes, al estar en contacto directo con los estudiantes, desempeñan un papel crucial en la identificación y manejo de estas situaciones. De hecho, pueden monitorear los incidentes de acoso, intervenir en apoyo de las partes implicadas, y/o discutir la relevancia de un clima de clase positivo con el grupo (Casas et al., 2015).
Sin embargo, sus respuestas varían significativamente debido a factores como la formación recibida, la confianza en sus habilidades (autoeficacia) y su edad.
Respuestas docentes
Un estudio analizó las reacciones de 585 docentes de primaria y secundaria, identificando seis patrones distintos de respuesta ante el acoso escolar. Estos reflejan la complejidad y diversidad de enfoques que los docentes adoptan. Desde intervenciones directas hasta la omisión de acción (Hua et al., 2024). Así, los 6 patrones identificados fueron:
- Intervención directa: Los docentes que adoptan este enfoque abordan inmediatamente la situación de acoso, estableciendo diálogos con los involucrados y aplicando medidas disciplinarias según sea necesario.
- Mediación: En este patrón, los profesionales facilitan conversaciones entre quien recibe la violencia y el que la emite para promover la comprensión mutua y resolver conflictos. La mediación educativa aquí requiere una formación específica y un encuadre institucional claro. Lo anterior, para evitar que la responsabilidad recaiga únicamente sobre los implicados y garantizar procesos seguros y reparadores.
- Supervisión y monitoreo: Aquí el aspecto central consiste en incrementar la vigilancia en áreas y momentos donde es más probable que ocurra el acoso, con el fin de prevenir incidentes.
- Implementación de programas educativos: Este enfoque implica desarrollar e impartir talleres y actividades que fomenten la empatía, el respeto y la inclusión entre los estudiantes.
- Colaboración con padres y comunidad: Aquellos que siguen este patrón involucran a las familias y otros miembros de la comunidad educativa para crear un entorno cohesivo y de apoyo contra el acoso.
- Derivación a profesionales especializados: Cuando la situación lo amerita, los docentes refieren a los estudiantes afectados a consejeros o psicólogos para brindarles el apoyo necesario.
El tipo de formación importa

La capacitación específica en manejo de acoso escolar se revela como un factor determinante en la calidad de la respuesta docente. En consecuencia, los docentes que han recibido entrenamiento focalizado en el reconocimiento, abordaje y seguimiento de situaciones de acoso no solo intervienen con mayor rapidez.
También lo hacen de manera más ajustada, minimizando el riesgo de intervenciones contraproducentes o evasivas. Al final, esto fortalece la disponibilidad emocional y relacional del profesional para sostener situaciones complejas sin sentirse desbordado o paralizado.
Autoeficacia como motor de acción
Uno de los hallazgos más significativos es el papel central de la autoeficacia en las respuestas proactivas de los profesionales de la educación. Aquellos con una alta confianza en su capacidad para manejar situaciones de acoso son más propensos a intervenir de manera efectiva. Lo que subraya la importancia de fortalecer la autoeficacia docente a través de programas de formación y apoyo continuo (De Luca et al., 2019).
Aquí, la mediación educativa puede operar también como una vía formativa que favorece el desarrollo de competencias socioemocionales en los propios docentes. Consolidando su presencia como figuras reguladoras y no solo ejecutoras de normativas.
La influencia de la edad
Ahora, aunque la formación es esencial, la edad del docente, entre otros, también modera la efectividad de las intervenciones. Por ello, las estrategias de formación deben adaptarse a las diferentes etapas de la carrera docente. Pues las experiencias y perspectivas van variando.
Así, reconociendo la influencia de la edad, es crucial desarrollar programas de formación que consideren, de igual forma, las necesidades y experiencias específicas de los docentes en distintas fases de su carrera. Con lo que, quizás, pudieran ser interesantes enfoques más prácticos para educadores jóvenes y estrategias de actualización para aquellos con más experiencia.
Implicaciones de la mediación educativa para la prevención del acoso escolar

Está claro que fortalecer la formación y la autoeficacia docente puede conducir a intervenciones más efectivas y a un ambiente escolar más seguro y saludable. Para ello, incluir contenidos de mediación educativa dentro de los programas de prevención del acoso engloba una dimensión estructural que permite que la escuela se configure como un espacio donde las diferencias pueden tramitarse sin daño.
Eso sí, los efectos de la formación tienden a diluirse si no hay un seguimiento o refuerzo continuo. Por lo que es importante que los programas sean periódicos, integrados en la cultura escolar, de cara a tener más impacto que las intervenciones aisladas. Y esto es algo que no solo es para los educadores, sino también para los alumnos. Donde las intervenciones escolares deberían centrarse en promover percepciones de justicia y equidad en las relaciones profesor-alumno (Ren et al., 2023).
Conclusión
Mediación educativa y acoso son dos dimensiones que, lejos de pertenecer a ámbitos distintos, se entrelazan en la práctica docente cotidiana como una vía de intervención posible, ética y transformadora. Invertir en el desarrollo profesional de los educadores es también reconocer que su capacidad de intervención está directamente ligada a las condiciones simbólicas, afectivas y materiales en las que ejercen su rol. De modo que, empoderarlos con herramientas es devolverles agencia ante lo que muchas veces los desborda o los silencia.
Estos hallazgos nos recuerdan que la formación continua y adaptada no debe limitarse a la transmisión de contenidos; también ha de habilitar espacios donde los docentes puedan construir confianza en sus respuestas, integrar saberes prácticos y resignificar su lugar frente al conflicto y el sufrimiento infantil. ¿Cómo? Simulaciones, estudios de caso y protocolos aplicables al aula real.
Referencias bibliográficas
- Casas, J. A., Ortega-Ruiz, R. y Del Rey, R. (2015). Bullying: The impact of teacher management and trait emotional intelligence. The British journal of educational psychology, 85(3), 407-423. https://doi.org/10.1111/bjep.12082
- De Luca, L., Nocentini, A. y Menesini, E. (2019). The Teacher’s Role in Preventing Bullying. Frontiers in psychology, 10, 1830. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2019.01830
- Hua, W. Y., Wu, W. C., Nieh, H. P. y Chang, Y. H. (2024). Patterns of teachers’ responses to school bullying and their associations with training, self-efficacy, and age: A moderated mediation model. Behavioral sciences & the law, 42(6), 706-727. https://doi.org/10.1002/bsl.2692
- Ren, P., Wang, Y., Liang, Y., Li, S. y Wang, Q. (2023). Bidirectional relationship between bullying victimization and functions of aggression in adolescents: The mediating effect of teacher justice. Journal of adolescence, 95(6), 1245-1257. https://doi.org/10.1002/jad.12198