La separación matrimonial conlleva diversas consecuencias adversas, entre las que se destaca el deterioro de la salud mental. A menudo, quienes se separan experimentan ansiedad, depresión y una calidad de vida disminuida. Sin embargo, se ha investigado poco la relación entre la separación y el uso de servicios de salud mental. En este sentido, Reneflot y colaboradores (2020), intentaron arrojar luz sobre este fenómeno. Entonces… ¿Cómo afecta lo mencionado a la ayuda buscada por quienes atraviesan una separación? ¿Qué medidas pueden tomarse para apoyar mejor la salud mental durante este proceso?
Separación matrimonial y salud mental: Pocos estudios
La investigación sobre el contacto con servicios de salud primaria tras la separación matrimonial es limitada. En Noruega, por ejemplo, los médicos generales son clave en la atención a esta área. Artículos como Divorce in Flanders, mismamente, revelan que más personas divorciadas consultan a sus médicos de cabecera por problemas de salud mental que los casados.
Diversas teorías: ¿Rol y selección social?
Siguiendo con esta misma línea, se han propuesto algunas explicaciones para la asociación entre el divorcio y la salud mental. En primer lugar, la teoría del rol social y del estrés atribuyen el efecto a transiciones y factores estresantes. Por otro lado, la teoría de la selección social sugiere que las personas con problemas de salud mental tienen menos probabilidades de casarse y divorciarse.
Asimismo, para comprender mejor tales mecanismos, se necesitan datos de panel con medidas repetidas antes y después del divorcio. Y es que, el proceso de disolución matrimonial puede comenzar mucho antes de la separación, afectando la salud mental. Por lo que, la información sobre el uso de la atención primaria en salud años antes del divorcio y varios años después, es crucial para comprender la naturaleza y duración de tales efectos.
¿Cuál fue el método utilizado?
El análisis se fundamenta en datos recopilados entre 2005 y 2015 de diversas fuentes en Noruega, como el Registro de Población, el Sistema de Registro Educativo y la Base de Datos de Economía de la Salud. Dichos aspectos, vinculados mediante identificaciones personales únicas, abarcan a 1,247,700 personas casadas en 2005. Los matrimonios se siguieron anualmente hasta 2015, con 428,700 separaciones registradas. Por otro lado, el análisis se centra en personas nacidas en Noruega entre 1945 y 1984 debido a la falta de información para aquellos nacidos fuera del país.
¿Cómo se evaluó la salud mental?
El contacto con la atención primaria de salud por este tipo de problemas se evaluó anualmente de 2006 a 2015. Así, se registró si un paciente recibió un diagnóstico psicológico durante una consulta con un médico general o en una unidad de emergencia de atención primaria en salud.
Los diagnósticos se basaron en la Clasificación Internacional de Atención Primaria (International Classification of Primary Care, CIPC-2, en inglés). Y las consultas con diagnósticos se consideraron consultas de salud mental. Con esto, cada persona podría tener múltiples consultas de salud mental durante un año, clasificadas como 1, mientras que la ausencia de consultas se clasificó como 0.
¿Y el estado civil?
La variable independiente clave fue el estado civil, distinguiendo entre quienes permanecieron casados y los que no. Para evaluar el impacto inmediato de la separación en consultas de salud mental, se utilizó la separación en lugar del divorcio.
Y es que, las personas pueden permanecer separadas durante años antes de divorciarse, por lo que la fecha del divorcio no tiene por qué reflejar adecuadamente la disolución de la unión. Con lo que, se asignó el valor 1 a los que se separaron durante el periodo de observación y el valor 0 a los que permanecieron casados.
Consultas antes y después de la separación
Los resultados reflejan que la prevalencia de consultas de salud mental aumentó drásticamente dos años antes de la separación, alcanzando su punto máximo en el año de la separación y luego disminuyó fuertemente en los dos años posteriores. Además, tanto para hombres como para mujeres, la prevalencia se estabilizó en un nivel más alto después de la separación que antes.
Por ejemplo, para las mujeres, la prevalencia aumentó del 15 % siete años antes de la separación al 37 % en el año de la misma, estabilizándose en un 24 % ocho años después. Por el contrario, para los hombres, la prevalencia aumentó del 9 % siete años antes de la separación al 25 % en el año de la separación, luego se estabilizó en un 15 % ocho años después. Sumado a esto, en comparación con quienes permanecieron casados, los separados tenían más probabilidades de tener consultas de salud mental tanto antes como después de la separación, con diferencias que aumentaron a lo largo del tiempo.
Algunas limitaciones
Una limitación clave fue la exclusión de la separación entre convivientes, común en países nórdicos, donde es aceptada pero menos estable que el matrimonio. Lo anterior dificulta generalizar los hallazgos a este tipo de uniones.
Además, no se consideraron las uniones entre personas del mismo sexo ni las nuevas parejas tras la separación. Aspecto que podría haber subestimado los efectos a largo plazo de la separación matrimonial.
En definitiva, todas estas limitaciones sugieren la necesidad de futuras investigaciones que aborden estos aspectos. Lo anterior, con el objetivo de comprender mejor el impacto de la separación en diversas estructuras de relación y su relación con la salud mental.
Un aumento del uso de servicios de salud mental
El notable incremento de la demanda de los servicios alrededor del momento de la separación y los niveles persistentemente altos de uso de servicios varios años después, proponen que la separación matrimonial induce no solo estrés transitorio, sino también una tensión más duradera para algunos individuos. Estos hallazgos destacan la importancia de abordar tanto las necesidades inmediatas como las de largo plazo de quienes atraviesan una separación matrimonial, subrayando la necesidad de intervenciones efectivas y de apoyo continuo en el ámbito de la salud mental durante el proceso.
Referencia bibliográfica
- Reneflot, A., Øien-ødegaard, C. y Hauge, L. J. (2020). Marital separation and contact with primary healthcare services for mental health problems: a register-based study. BMC Psychology, 8(1). https://doi.org/10.1186/s40359-020-00488-0