Aunque en la conversación diaria usamos “depresión” para referirnos a un amplio espectro de estados emocionales, desde la tristeza temporal hasta la falta de motivación, este término encierra significados mucho más profundos y específicos en un contexto clínico. La depresión en un sentido general puede representar una respuesta natural a situaciones de pérdida, cambio o estrés, y suele ser transitoria. Sin embargo, el llamado trastorno depresivo mayor es una condición de salud mental seria y persistente, con criterios específicos para su diagnóstico y una complejidad que va más allá de un episodio de desánimo. Diferenciar la depresión y el trastorno depresivo mayor no solo es clave para entender cómo afectan la vida de las personas, sino también para ofrecer el tratamiento adecuado y evitar la confusión en torno a un término tan importante en la salud mental.
Empecemos por la depresión
En un sentido general, la depresión se refiere a un estado emocional caracterizado por tristeza persistente, desesperanza, y falta de interés o placer en actividades que normalmente son placenteras. Las personas experimentan episodios de depresión debido a una variedad de factores como el estrés, la pérdida de un ser querido, cambios significativos en la vida, o problemas de salud.
Este estado de ánimo puede ser transitorio y no necesariamente implica un trastorno clínico. Es decir, existe la posibilidad de que alguien se sienta “deprimido” sin cumplir los criterios para un diagnóstico de trastorno depresivo mayor.
Ahora el trastorno depresivo mayor
El trastorno depresivo mayor, por otro lado, es un diagnóstico clínico específico definido en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés). Para ser diagnosticado con ello, una persona debe cumplir con los siguientes criterios durante un período de al menos dos semanas.
- Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días.
- Pérdida de interés o placer en casi todas las actividades.
- Cambios significativos en el apetito o el peso.
- Insomnio o hipersomnia.
- Agitación o retraso psicomotor.
- Fatiga o pérdida de energía.
- Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
- Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
Es una condición seria y persistente que puede tener un gran impacto en la capacidad de una persona para funcionar en su vida diaria. Incluyendo el trabajo, las relaciones y actividades sociales. A diferencia de los episodios breves de depresión, suele requerir tratamiento profesional, como la terapia, la medicación, o una combinación de ambos (Cui et al., 2024).
Diferencias clave entre depresión y trastorno depresivo mayor
A continuación, exploraremos las diferencias clave entre la depresión y el trastorno depresivo mayor, con el objetivo de comprender mejor sus características y síntomas.
- Duración y persistencia: La depresión en un sentido general es de corta duración y relacionada con eventos específicos, mientras que el trastorno depresivo mayor implica síntomas persistentes durante al menos dos semanas y suele ser recurrente.
- Intensidad: El trastorno depresivo mayor suele ser más intenso y tiene un impacto más profundo en la vida diaria de una persona en comparación con episodios transitorios de depresión.
- Diagnóstico clínico: El trastorno depresivo mayor requiere una evaluación y diagnóstico por parte de un profesional de la salud mental, basándose en criterios específicos del DSM-V.
- Tratamiento: Mientras que la depresión leve o situacional puede resolverse con el tiempo y el apoyo social, el trastorno depresivo mayor a menudo requiere intervenciones profesionales más estructuradas y prolongadas. Esta primera suele responder bien a intervenciones como la terapia cognitivo conductual (TCC), el ejercicio regular y cambios en el estilo de vida. Sin embargo, el trastorno depresivo mayor presenta una resistencia mayor a los tratamientos tradicionales. Y es frecuente que se necesiten enfoques combinados, como la TCC junto con medicación antidepresiva, para lograr mejoras significativas. Lo que subraya la complejidad biológica y clínica de esta condición.
- Afectación de áreas funcionales: Mientras que la depresión situacional impacta algunas áreas de la vida cotidiana de forma temporal, el trastorno depresivo mayor tiende a afectar de manera considerable múltiples aspectos de la vida de una persona, como el rendimiento laboral o académico, las relaciones interpersonales y la capacidad de autocuidado. Esta afectación es profunda y, sin tratamiento, puede llevar a un deterioro en la calidad de vida y a una incapacidad para llevar a cabo actividades esenciales.
Entonces… ¿Por qué se usan indistintamente?
El uso indiscriminado no solo refleja una simplificación de la realidad psicológica de las personas, sino que también alimenta una confusión que tiene consecuencias importantes en la percepción, diagnóstico y tratamiento de una de las condiciones de salud mental más prevalentes y debilitantes. Veamos algunos factores influyentes que no dejan clara la diferencia entre depresión y trastorno depresivo mayor.
“Depresión” como término popular y clínico
La confusión entre la diferencia de la depresión y el trastorno depresivo mayor surge principalmente debido al uso cotidiano del término “depresión”. Enfocado en describir una amplia gama de estados emocionales. Desde la tristeza temporal hasta la desesperanza prolongada. En el lenguaje diario, la gente suele decir “estoy deprimido” para referirse a desánimos pasajeros o reacciones a eventos estresantes. Diluyendo la especificidad del término en un contexto clínico (National Institute for Health and Care Excellence [NICE], 2009).
El lenguaje simplificado
Además, la similitud de síntomas entre la depresión situacional y el trastorno depresivo mayor, junto con la falta de educación sobre salud mental, contribuye a esta confusión. Muchos no están familiarizados con los criterios diagnósticos del DSM-V o la CIE-10, lo que lleva a un uso indistinto de los términos.
El estigma de la depresión como “debilidad”
Por último, el estigma asociado a los diagnósticos mentales puede hacer que las personas prefieran términos más genéricos y menos clínicos, como “depresión”, para describir su estado emocional. Evitando así el uso de términos como trastorno depresivo mayor. Pues, para muchos pacientes, aceptar un diagnóstico de trastorno depresivo mayor es como aceptar una derrota. Una señal de que han “fallado” en controlar su bienestar emocional (Bener et al., 2013).
Los medios de comunicación también tienen que ver
Los medios de comunicación han jugado un papel importante en popularizar el término “depresión” sin las especificidades necesarias para diferenciarla del trastorno depresivo mayor. Así, la cobertura mediática sobre salud mental tiende a emplear el término “depresión” de manera general.
En este sentido, no explican las diferencias existentes entre la tristeza pasajera y el trastorno depresivo mayor clínico. Dicha presentación simplificada de la depresión perpetúa la confusión y evita que el público general comprenda la verdadera naturaleza de los trastornos depresivos.
La necesidad de una narrativa más matizada
Sumado a lo dicho, también es crucial que las campañas de salud mental adopten una narrativa que explique los diferentes grados y tipos de depresión. Y es que, la información precisa ayudaría a las personas a identificar sus síntomas con mayor claridad. Además de que también reduciría el estigma y permitiría un acceso más adecuado a los servicios de salud mental.
Conclusión
La incapacidad de distinguir claramente entre la depresión y el trastorno depresivo mayor no es solo una cuestión semántica, sino un reflejo de una comprensión limitada de la salud mental en la sociedad. El fenómeno tiene raíces profundas en factores culturales, sociales y médicos. Y afecta la forma en que las personas perciben su propio sufrimiento y el de los demás.
De esta forma, al entender que el trastorno depresivo mayor no es simplemente una tristeza profunda, sino un trastorno con implicaciones neurobiológicas, sociales y psicológicas, la sociedad puede comenzar a desentrañar el estigma y la confusión que rodean a tal condición. Si te interesa aprender más sobre el abordaje de la depresión, te invitamos a nuestro curso en terapia de activación conductual.
Referencias bibliográficas
- Bener, A., Al-Kazaz, M., Ftouni, D., Al-Harthy, M. y Dafeeah, E. E. (2013). Diagnostic overlap of depressive, anxiety, stress and somatoform disorders in primary care. Asia-Pacific psychiatry : official journal of the Pacific Rim College of Psychiatrists, 5(1), E29-E38. https://doi.org/10.1111/j.1758-5872.2012.00215.x
- Cui, L., Li, S., Wang, S., Wu, X., Liu, Y., Yu, W., Wang, Y., Tang, Y., Xia, M. y Li, B. (2024). Major depressive disorder: hypothesis, mechanism, prevention and treatment. Signal transduction and targeted therapy, 9(1), 30. https://doi.org/10.1038/s41392-024-01738-y
- National Institute for Health and Care Excellence. (2009). Depression in adults: Recognition and management (NICE Clinical Guidelines, No. 90). National Collaborating Centre for Mental Health (UK). https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK44249/
- National Institute of Mental Health. (2020). Major depressive disorder. In StatPearls [Internet]. StatPearls Publishing. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK559078/