Muchas veces hemos podido pensar que una persona está enamorada de nosotros o que puede sentir un afecto especial. Aunque puede que hubiéramos estado en lo cierto, en otras ocasiones quizás nos hayamos equivocado, malinterpretado algún mensaje o ilusionado demasiado. Este tipo de fantasías o situaciones pueden ocurrir en cualquier momento. Sin embargo, en el síndrome de Clerambault o erotomanía, se da una especie de enamoramiento patológico con un factor específico. En esta condición la idea de ello es delirante. Un tipo de delirio paranoico que hace que el tema se vuelva obsesivo para quien lo presenta. Veamos un poco más sobre este delirio.
Síndrome de Clerambault: Enamoramiento patológico
Descrito por el psiquiatra francés Gaëtan Gatian de Clérambault, el síndrome de Clerambault o erotomanía es un trastorno delirante poco frecuente donde el paciente cree firmemente que otra persona está apasionadamente enamorada de él o ella.
Esta conexión suele ser más una unión espiritual e idealizada que física. Normalmente, según el paciente, la persona amada mantiene su amor en secreto y le envía mensajes de una forma que solo este conoce.
¿Cómo es este tipo de delirio?
En muchos casos, la figura idealizada suele ser una persona con una posición sociecónomica superior o deseada por motivos de inaccesibilidad y distancia.
El inicio del cuadro puede ser repentino o ir desarrollándose de forma gradual, llegando a durar desde unas pocas semanas a años.
El delirio se caracteriza por ser vivido con una gran intensidad y un aumento del interés ante los rechazos del otro.
La persona que presenta el cuadro suele ser la que se enamora primero y quien envía el primer mensaje de amor.
Asimismo, en la mayoría de casos este amor no es recíproco y la patología se agrava cuando existe un aislamiento por parte de esta.
En cuanto a la clasificación, a pesar de cierta controversia, Clerambault diferenció dos tipos de variantes.
La erotomanía primaria o pura y la secundaria, siendo esta última la más común. La primera ocurre con ausencia de otro trastorno psiquiátrico u orgánico. Y en la erotomanía secundaria el delirio erotomaníaco es producto de estos.
El diagnóstico se determina tarde, dado que los pacientes suelen acudir a terapia tras años de gestación. Normalmente, cuando incumplen las normas sociales (dependiendo de la cultura). Además, este subtipo de trastorno delirante puede ser confundido con otros trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión.
Junto a esto, puede ocurrir que, con dicha patología, se den otros cuadros delirantes como el síndrome de identificación errónea delirante (DMS), especialmente el síndrome de Frégoli (Danilevičiūtė et al., 2015).
Tres casos del síndrome de Clerambault
El anillo del compromiso
La paciente A es una mujer que acudió al funeral de un compañero que se había suicidado.
En la funeraria vio a un hombre con los ojos llorosos y, aunque fuera una situación normal en dicho contexto, en ese momento A pensó que estaba enamorada de ella.
Sabía que esas lágrimas eran, en realidad, de alegría y amor.
Aunque A intentara hablar con él posteriormente, este la rechazó y pidió que no le molestara.
Sin embargo, ella estaba convencida de que esos gestos solo encubrían el gran amor que sentía por ella.
Al día siguiente, A compró un anillo de compromiso para demostrarle su fidelidad y le comentó a sus compañeros de trabajo que estaban comprometidos.
Como se puede observar, el componente emocional y el contexto que rodea a la persona tienen un fuerte papel. Así mismo, la gratificación que produce en A tener este tipo de pensamientos retroalimenta la idea delirante. Veamos el caso de B a continuación.
Mensajes en las matrículas
B tuvo un parto difícil que se alargó y, como consecuencia, su obstetra la acompañó a lo largo de la noche. Tras esto, B empezó a pensar que su obstetra la había acompañado porque en realidad estaba enamorado de ella.
B sabía que la relación médico paciente tenía que ser formal y estaba convencida de que era por eso por lo que él ocultaba sus sentimientos.
Comenzó a obsequiarle con regalos, los cuales eran rechazados, pero esto solo alimentaba el interés de B.
Llegó a tal punto, que la paciente observaba las matrículas de los coches que pasaban por la zona creyendo que ocultaban un patrón numérico que escondía un mensaje de amor del obstetra.
Podemos observar dos de los sesgos que suelen aparecer en este delirio. En primer lugar, el sesgo egocéntrico, en el que la persona cree que es la protagonista de todo lo que le rodea. En segundo lugar, el sesgo de intencionalidad, donde se otorga un significado personal a eventos aleatorios del entorno (Seeman, 2016).
Y para terminar, la carta de John Hinckley
“Hay una posibilidad definitiva de que me maten en mi intento de Reagan. Es por esta misma razón por la que te estoy escribiendo esta carta ahora. Como ya sabes, te quiero mucho. Desde hace siete meses te he dejado docenas de poemas, cartas y mensajes de amor con la pequeña esperanza de que podría causarte un interés en mí.
Aunque hablamos por teléfono un par de veces, nunca tuve el valor para, simplemente, acercarme a ti y presentarme. A pesar de mi timidez, sinceramente no deseaba molestarte con mi presencia constante. […] Me siento muy bien por el hecho de que al menos sabes mi nombre y lo que siento por ti. […] Por muy ridículo que sea sabes que siempre te amaré.
Abandonaría esta idea de Reagan si pudiera ganarme en un segundo tu corazón y vivir el resto de mi vida contigo, ya sea en la oscuridad total o lo que sea.
Admito que la razón por la que sigo adelante con este intento es porque no puedo esperar más para impresionarte […].”
Este es un fragmento de una de las cartas de John Hinckley a la actriz y directora de cine Jodie Foster.
Es conocido por su intento de asesinato, en 1981, a quien por entonces era el presidente de los Estados Unidos (EE. UU.), Ronald Reagan. Hinckley se obsesionó con el papel de Foster en la película “Taxi Driver”, de Martin Scorsese.
Siguiendo la trama de esta, llevó a cabo su plan para impresionar a la actriz tratando de disparar al presidente.
Aunque su intento de magnicidio no terminó como la película, sin duda llamó la atención de su objetivo. Un caso extremo del síndrome de Clerambault o enamoramiento patológico (Brunskill, 2017).
Tratamiento del síndrome de Clerambault
El tratamiento es farmacológico junto con intervenciones psicosociales. Los antipsicóticos son los más utilizados, pudiendo combinarse algunos con ansiolíticos y antidepresivos, según el cuadro. Asimismo, al ser más común el subtipo de erotomanía secundaria, se trata principalmente el trastorno primario.
Con respecto a las intervenciones psicosociales, ha de existir un trabajo de cooperación en el equipo multidisciplinar que consiga una mejora en la calidad del vida. La alianza terapéutica es fundamental para poder llevar a cabo un desmantelamiento de los posibles sesgos cognitivos, así como la terapia cognitivo conductual.
Conclusión
Sin duda, un estado de enamoramiento hace que nos sintamos bien y que, por ende, queramos prolongar esa sensación. Sin embargo, pueden darse una serie de características que den lugar a un enamoramiento patológico.
A veces, la idea delirante se va alimentando del contexto que rodea al individuo, otras es el propio sujeto el que se retroalimenta, pero siempre hay un factor en común, una interpretación subjetiva.
El sentimiento de sentir que una persona es amada por otra supone una recompensa para esta, a nivel psicológico, pues ¿quién no querría sentirse amado por otro? Para una persona con erotomanía, el razonamiento se torna inusual y defectuoso.
De esta forma, se acaba envolviendo en una red de atribuciones erróneas que son reforzadas continuamente. El resultado puede dar lugar, como hemos visto, al síndrome de Clerambault o enamoramiento patológico.
Referencias bibliográficas
- Brunskill, D. (2017). Learning from the love letters of erotomania. The Journal of Forensic Psychiatry & Psychology, 28(5), 711-728. https://doi.org/10.1080/14789949.2017.1319967
- Danilevičiūtė, V., Mozūraitė, A. y Lukšys, G. (2015). Erotomanija—De Clerambault sindromas: Literatūros apžvalga. Neurologijos seminarai, 19(66), 264-268.
- Kelly, B. D. (2005). Erotomania: Epidemiology and Management. CNS Drugs, 19(8), 657-669. https://doi.org/10.2165/00023210-200519080-00002
- Seeman, M. V. (2016). Erotomania and Recommendations for Treatment. Psychiatric Quarterly, 87(2), 355-364. https://doi.org/10.1007/s11126-015-9392-0