El condicionamiento operante es una forma de aprendizaje que se basa en las consecuencias del comportamiento para modificar y moldear la conducta. En esta línea, una investigación de especial relevancia en este campo es el denominado estudio “Monstruo”, realizado por el psicólogo Wendell Johnson. El mismo, indaga cómo las etiquetas y las expectativas negativas pueden influir en el comportamiento y el rendimiento de los niños, afectando su autoestima y habilidades lingüísticas. En esta nota, exploraremos en detalle el estudio “Monstruo” de Wendell Johnson y su contribución al entendimiento del condicionamiento operante en el ámbito del lenguaje, específicamente en la tartamudez.
Pero antes que nada, ¿quién fue Wendell Johnson?
Wendell Johnson nació el 24 de julio de 1906 en Roxbury, Kansas. Fue un destacado psicólogo y lingüista estadounidense. Obtuvo su doctorado en psicología de la Universidad de Iowa en 1930 y se unió al cuerpo docente de la misma universidad. Posteriormente, se especializó en el estudio de los trastornos del habla y la comunicación, y fue pionero en la investigación de la tartamudez, un trastorno del habla caracterizado por interrupciones involuntarias en su flujo normal y fluido.
Durante su carrera, fue un defensor de los derechos civiles y se opuso firmemente a la discriminación racial y social. Además de su trabajo académico, Johnson se destacó como activista, abogando por la igualdad y la justicia social en una época en la que Estados Unidos (EE. UU.) estaba marcado por la segregación racial y la injusticia.
Un pionero en toda regla
Johnson es especialmente reconocido por su investigación sobre la tartamudez y su enfoque innovador en el tratamiento de este trastorno. Pues cuestionó las concepciones tradicionales de la tartamudez como un trastorno puramente físico, argumentando que también tenía causas psicológicas y sociales.
De esta forma, su trabajo ayudó a cambiar la percepción pública sobre la tartamudez y contribuyó significativamente al desarrollo de terapias más efectivas para su tratamiento. Abogando por un enfoque más comprensivo y humanista, y enfatizando la importancia de entender los factores psicológicos y ambientales que influyen en la tartamudez.
A pesar de su muerte el 15 de agosto de 1965, el legado de Wendell Johnson perdura en sus contribuciones a la comprensión y el tratamiento de los trastornos del habla. Así como en su firme compromiso con la igualdad y la justicia social.
Su enfoque comprensivo
Continuando con lo anterior, podemos afirmar que una de las contribuciones más significativas de este autor fue su perspectiva comprensiva y humanista en el tratamiento de los trastornos del habla. A diferencia de los métodos tradicionales que se centraban en corregir la tartamudez, Johnson abogó por un enfoque más comprensivo.
En este sentido, tenía en cuenta los aspectos emocionales, sociales y psicológicos de la persona. Y creía que la aceptación y la comprensión eran fundamentales para ayudar a las personas con dificultades en el habla a superar sus desafíos y llevar una vida plena (Hudson, s. f.).
El contexto del estudio “Monstruo”
El psicólogo realizó una serie de estudios e investigaciones sobre los factores que contribuyen a la tartamudez. Particularmente, una de sus investigaciones más conocidas es el estudio “Monstruo”, llevado a cabo en la Universidad de Iowa en la década de 1930. De esta forma, según la teoría de Wendell Johnson, el modo en que se percibe y se etiqueta la tartamudez puede influir significativamente en su desarrollo o retroceso.
Con esto, sostuvo firmemente la creencia de que si un niño era etiquetado como “tartamudo”, la tartamudez se convertiría en su realidad de por vida. Por tanto, argumento que también era posible desaprender y prevenir dicho comportamiento en lugar de aceptarlo como una realidad.
¿En qué consistió?
Johnson y su equipo seleccionaron a 22 niños con huerfandad de entre 5 y 15 años y los dividieron en dos grupos, uno de niños que ya presentaban tendencia a tartamudear según sus profesores (grupo A) y otro con niños sin ningún trastorno del habla (grupo B).
En cuanto a la metodología del estudio, durante 5 meses, el grupo A recibió exposición a un modelo positivo. Se les proporcionaron mensajes de aliento y se les aseguró que no eran tartamudos, sino que hablaban de manera fluida y efectiva. Simultáneamente, el grupo B experimentó exposición a un modelo negativo, donde se les ridiculizaba y reforzaba la idea de que su habla era deficiente.
Unos resultados curiosos
A lo largo de los cinco meses de duración del experimento, se observó que muchos de los niños que inicialmente no presentaban tartamudez, pero fueron expuestos al modelo negativo, experimentaron consecuencias significativas. Así, gran parte de estos mostraron una marcada aversión al hablar y desarrollaron un temor intenso hacia las interacciones sociales y una drástica disminución en su autoestima. Por otro lado, aquellos que recibieron reforzamiento positivo continuaron manifestando síntomas de tartamudez (Silverman, 1988).
El gran problema ético del estudio “Monstruo”
Este estudio ha adquirido notoriedad debido a los dilemas éticos que ha suscitado, y es por esto mismo que se apodó estudio “Monstruo”. Al percatarse de las consecuencias negativas de su experimento, Wendell Johnson optó por mantenerlo en secreto. Sin embargo, en 2001, Jim Dyer, periodista estadounidense, llevó a cabo una exhaustiva investigación y logró descubrir el estudio del psicólogo. Finalmente decidió hacerlo público, lo cual desencadenó un proceso legal contra la Universidad de Lowa, culminando en la indemnización de los niños que participaron en el experimento que pudieron ser localizados.
El acontecimiento marcó un hito en la historia del estudio, revelando finalmente la verdad y brindando cierta justicia a aquellos afectados por las prácticas cuestionables llevadas a cabo en ese orfanato (Algahtani et al., 2018). Eso sí, a raíz de este estudio tan controvertido se implementaron regulaciones más estrictas para proteger a los participantes en investigaciones psicológicas y se promovió una mayor conciencia sobre los derechos de los sujetos de estudio.
Conclusión
El estudio “Monstruo”, de Wendell Johnson, es un ejemplo impactante de los dilemas éticos y las consecuencias negativas que pueden surgir en la investigación científica. Si bien Johnson hizo importantes contribuciones al campo de los trastornos del habla, es fundamental examinar críticamente las prácticas y los métodos utilizados en dicha investigación en particular.
La controversia que rodea al estudio “Monstruo” nos recuerda la importancia de los principios éticos y el respeto por el bienestar de los participantes en cualquier estudio científico. Así, aprendiendo de estos errores, podemos avanzar hacia una investigación más ética y responsable.
Referencias bibliográficas
- Algahtani, H., Bajunaid, M. y Shirah, B. (2018). Unethical human research in the field of neuroscience: a historical review. Neurological Sciences, 39(5), 829-834. https://doi.org/10.1007/s10072-018-3245-1
- Hudson, D. (s. f.). Johnson, Wendell. Details Page – The Biographical Dictionary of Iowa – The University of Iowa Libraries. http://uipress.lib.uiowa.edu/bdi/DetailsPage.aspx?id=196
- Silverman, F. H. (1988). The “monster” study. Journal of Fluency Disorders, 13(3), 225-231. https://doi.org/10.1016/0094-730x(88)90049-6
- Tichenor, S. E. y Yaruss, J. S. (2019). Stuttering as Defined by Adults Who Stutter. Journal of Speech Language and Hearing Research, 62(12), 4356-4369. https://doi.org/10.1044/2019_jslhr-19-00137