El conductismo, como pionero de la terapia cognitivo-conductual (TCC), destaca por su enfoque en las conductas y las reglas de aprendizaje de las mismas. Su estudio es fundamental, ya que sienta las bases para comprender cómo los estímulos influyen en nuestras acciones y de qué forma estas pueden modificarse mediante algunas reglas específicas. Aunque la TCC se ha transformado para integrar nuevos modelos complementarios, comprender el conductismo es crucial, debido a que proporciona herramientas para abordar problemas como fobias, trastornos de ansiedad y adicciones, promoviendo así la salud mental y el bienestar emocional. ¿Cuáles son las bases de la conducta según autores como Alberto Chertok?
El conductismo: La ciencia de la conducta
Para los psicólogos de orientación conductista, la psicología se define como la ciencia que estudia la conducta humana. Esta definición resalta dos elementos clave. En primer lugar, identifica el objeto de estudio de la psicología como la conducta. En segundo lugar, establece que el método científico es el procedimiento elegido para llevar a cabo dicho estudio.
De esta forma, la psicología, al igual que otras ciencias, buscaría explicar, predecir y posiblemente controlar los fenómenos. Al igual que la meteorología se dedica a explicar y predecir los cambios climáticos, de manera similar, la psicología se enfocaría en explicar, predecir y modificar el comportamiento humano (Bouchard, 1991).
Un ejemplo práctico
Tales objetivos se pueden ilustrar mediante un ejemplo práctico relatado en el libro de Alberto Chertok (2006). En él, se describe el comportamiento de un estudiante que solicita intervenir en clase para hacer preguntas o comentarios. El primer paso consiste en explicar por qué se produce este comportamiento. Luego, se identifican los factores que influyen en su probabilidad de intervención en clase y aquellos que la inhiben.
El proceso implica un análisis exhaustivo de la conducta de la persona, incluyendo sus pensamientos, expectativas, el entorno ambiental y las posibles consecuencias de su acción. A partir del análisis anterior, se formulan hipótesis sobre los factores que pueden estar influyendo en el mantenimiento o la inhibición del comportamiento del estudiante. En este sentido, una conducta es más probable en determinada situación cuando su frecuencia es mayor en ella, antes que en otras consideradas.
El conductismo es amplio: ¿Todo pasa por algo?
En línea con otras disciplinas científicas, en la terapia conductista, cuando los hechos contradicen las hipótesis son estas últimas las que se revisan. En dicho contexto, se estudian las bases de la conducta, y las hipótesis deben ser capaces de predecir y, en última instancia, influir en ella. Por ejemplo, si el alumno busca aumentar su participación en clase, debemos poder ayudarlo modificando los factores que hemos identificado como influyentes.
Se parte de la premisa de que la conducta de las personas sigue ciertas leyes, no es aleatoria. Intervenir en clase, por ejemplo, no ocurre sin razón. Con respecto a lo mencionado, depende de la situación actual del estudiante y su historia personal, como sus temores a hablar en público.
Más allá de los mitos
Es común que en la conversación cotidiana se mencionen ejemplos como caminar, correr, hablar o escribir al referir a la conducta o comportamiento. En psicología conductista, sin embargo, el término abarca un espectro más amplio. Se refiere a todas las actividades realizadas por un organismo vivo, incluyendo “todos y cada uno de los cambios que pueden ocurrir en un organismo o en cualquier parte de él” (Wolpe, 1969).
Estos pueden ser observables y voluntarios, como caminar o hablar, pero también incluyen respuestas automáticas a estímulos, como la aceleración del corazón ante un susto. Aunque dichas respuestas no sean directamente visibles, pueden ser detectadas mediante métodos apropiados. Además, se considera que el pensamiento es una forma de conducta, manifestándose internamente a través de diálogos mentales o imágenes evocadas, ya sea de forma automática o intencionada (Chertok, 2006).
Condicionamiento de dos clases
Para lo anterior, el análisis experimental de la conducta ha identificado leyes generales, como el condicionamiento clásico, el condicionamiento operante y la imitación, que explican bajo qué condiciones es probable que se emita una respuesta. Aplicando tales principios a casos específicos, como el ejemplo del estudiante, se pueden identificar las causas del comportamiento y modificarlo si es necesario (Chertok, 2006).
Condicionamiento clásico
Continuando con las bases de la conducta, el condicionamiento clásico y operante son dos formas fundamentales de aprendizaje en psicología. El condicionamiento clásico, descubierto por Ivan Pavlov, implica asociar un estímulo neutro con un estímulo que provoca una respuesta automática, de manera que el estímulo neutro comienza a provocar la misma respuesta.
Por ejemplo, lo mencionado puede suceder en casos de ansiedad. Así, la persona puede asociar distintos estímulos con sensaciones desagradables dependiendo de su historia de vida, desencadenando la respuesta de ansiedad de forma automatizada.
Condicionamiento operante
Por otro lado, el condicionamiento operante, propuesto por B. F. Skinner, se basa en asociar una respuesta voluntaria con una consecuencia. Ya sea refuerzo o castigo, modifica la probabilidad de que esa respuesta ocurra en el futuro.
Continuando con el ejemplo anterior, la persona con ansiedad puede evitar algunos lugares para no provocar la respuesta de ansiedad, sin saberlo, reforzando la misma y colaborando con el mantenimiento de la respuesta de ansiedad. Ambos tipos de condicionamiento juegan un papel crucial en la comprensión del comportamiento humano (Bandura, 1983).
Conclusión
La desmitificación de las bases de la conducta es esencial para comprender la verdadera eficacia y alcance en el tratamiento conductual de afecciones mentales. Al eliminar las percepciones erróneas y promover una comprensión precisa de sus métodos, se destaca su valor como enfoque terapéutico basado en evidencia. Sus aportes a la psicología son significativos, ya que ha proporcionado herramientas efectivas para abordar una amplia gama de problemas, promoviendo así el bienestar emocional y la mejora de la calidad de vida de las personas.
Referencias bibliográficas
- Bandura, A. (1983). Principios de Modificación de Conducta. Ediciones Sígueme S.A.
- Bouchard, G. (1991). Principios y aplicaciones de las terapias de la conducta. Debate.
- Chertok, J. A. (2006). Las causas de nuestra conducta. Centro de terapia conductual.
- Wolpe, J. (1969). Práctica de la terapia de la conducta. Trillas.