La película Eduardo Manostijeras, en España, o El joven manos de tijera, en Hispanoamérica (Edward Scissorhands, 1990, en inglés), dirigida por Tim Burton, es una obra cinematográfica que trasciende su narrativa fantástica para adentrarse en profundos temas psicológicos. La película explora la soledad, la búsqueda de identidad y la aceptación en una sociedad que teme lo diferente. A través de la figura de Eduardo, un ser artificial con tijeras en lugar de manos, Burton nos invita a reflexionar sobre la naturaleza humana y las dinámicas sociales que conducen al aislamiento y la incomprensión, dando como resultado la deshumanización de quienes consideramos diferentes. Y, sobre todo, qué constituye lo humano. Por cierto, lo de la transgresión ontológica de crear vida artificial lo dejamos para otra nota. Contiene spoiler.
El nacimiento de Eduardo como un ser incompleto
Peg: ¿Qué te pasó?
Eduardo: No estoy terminado
Eduardo es el resultado de la imaginación de un inventor que, en su afán de crear vida, deja a su criatura inacabada. Vemos ese claro paralelismo con Frankenstein (1818) de Mary Shelley. De manera similar, Victor Frankenstein, al igual que el inventor de Eduardo, se embarca en la tarea de jugar a ser Dios al crear vida.
Sin embargo, ambos creadores fracasan, cada uno a su manera, en su intento de culminar su obra, dejando a sus criaturas incompletas, tanto física como emocionalmente. Dando paso a esas tijeras de Eduardo —instrumentos de creación y mutilación simultáneamente— y, por su parte, el cuerpo grotesco del monstruo de Frankenstein.
Soledad como condición existencial
Desde su creación, Eduardo habita en la soledad de una mansión gótica, apartado de la sociedad. Justamente, este aislamiento inicial refleja la singularidad y lleva a que se sea marginado o incomprendido. Que, hoy en día, está demostrado que tiene efectos perjudiciales en la salud mental (Santini et al., 2020).
La belleza y crueldad de la conformidad en la película
¡Mira cómo corta el pelo! ¡Es increíble! (Vecina).
La llegada de Eduardo Manostijeras a la comunidad suburbana representa su primer contacto con la sociedad. Inicialmente, su diferencia es recibida con curiosidad y fascinación. Es celebrado como un talento excepcional: su habilidad para esculpir setos, crear peinados y transformar lo mundano en arte lo sitúa en una posición de privilegio temporal. Sin embargo, a medida que su singularidad (ya sea física, emocional o intelectual) desafía las normas establecidas, la aceptación se transforma en rechazo.
Ahora, aquí hay un detalle curioso. Y es que, la aceptación de lo diferente a menudo está condicionada por la utilidad que se le atribuye dentro del sistema normativo. De esta forma, lo que en un inicio es una sociedad que inicialmente parece abierta y acogedora, muestra su verdadera fragilidad frente a la diversidad.
Los habitantes de esas casas de colores pastel y jardines bien cuidados, entorno que contrasta radicalmente con la mansión gótica de su creador, son al final incapaces de reconciliar su admiración inicial con sus prejuicios. Esta ambivalencia en la percepción social genera conflictos internos en los individuos, afectando al sentido de pertenencia, entre otras cosas (Cacioppo y Cacioppo, 2014).
Estigmatización de la diferencia en Eduardo Manostijeras
¡Él no es como nosotros, Kim! ¡Es peligroso! (Jim).
Lamentablemente, Eduardo se convierte en una especie de chivo expiatorio. Un concepto ya desarrollado ampliamente por René Girard (1972), que se refiere al proceso mediante el cual una comunidad desplaza sus tensiones internas sobre un individuo o grupo percibido como diferente. En Eduardo, la comunidad proyecta sus inseguridades y temores (Holt-Lunstad et al., 2015).
La dualidad de las tijeras: Creación y destrucción
Esto se ve durante la escena en la que crea esculturas de hielo y topiarios. Con una habilidad casi mágica, transforma bloques de hielo en figuras etéreas que parecen bailar con el viento, lo que provoca asombro y admiración. Así, tal acto creativo muestra el lado positivo de su singularidad: su capacidad para convertir lo ordinario en extraordinario.
Sin embargo, esta misma herramienta creativa se convierte en un símbolo de peligro cuando, involuntariamente, hiere a Kim mientras baila bajo los copos de hielo que él esculpe. Esto es, un reflejo de la complejidad de la naturaleza humana, donde las cualidades pueden ser fuente de admiración y temor.
Buscando la identidad
Me tienen miedo (Eduardo).
A lo largo de la película, Eduardo enfrenta el desafío de definir su identidad en un entorno que lo rechaza. Y aquí, el entorno social juega un papel crucial. De hecho, en su caso, su incapacidad para encajar en la sociedad lo impulsa a retirarse nuevamente al aislamiento (Santini et al., 2020).
La soledad impuesta
Así pues, el desenlace de la película muestra al protagonista regresando a su mansión, aislado y separado de aquellos que alguna vez lo aceptaron. Eduardo no huye porque sea peligroso o malvado, huye porque el mundo no tiene un espacio para él. Por ello, elige replegarse a un espacio donde su identidad no se vea constantemente amenazada.
¿Podríamos hablar de este aislamiento autoinfligido como un retiro creativo? Un concepto que describe la tendencia de los individuos a buscar refugio en su mundo interior cuando las demandas externas se vuelven excesivamente amenazantes.
Pero, este acto de replegarse no es necesariamente un signo de derrota, sino una forma de resistencia ante un entorno que le exige cambiar su esencia para ser aceptado. Él opta por preservar su autenticidad en lugar de adaptarse a un molde que lo deshumaniza. Así que, su aislamiento se convierte, entonces, en un acto de autodeterminación, una forma de afirmar que su identidad no está en venta ni es negociable.
Conclusión
Finalmente, la película de Eduardo Manostijeras nos ofrece una crítica social atemporal y una profunda reflexión sobre la naturaleza humana, la sociedad y las dinámicas de aceptación y rechazo. A través de su historia podemos comprender mejor las implicaciones del aislamiento social y la importancia de la empatía en nuestras interacciones.
El protagonista, con sus manos de tijeras, se convierte en un espejo de nuestras propias inseguridades y miedos. Su incapacidad para encajar completamente en la comunidad no se debe solo a sus diferencias físicas, sino también a cómo la sociedad decide ver y juzgar esas diferencias. Esto plantea una pregunta fundamental: ¿Somos realmente inclusivos como sociedad, o nuestra aceptación está condicionada a que las personas se ajusten a nuestras expectativas?
Referencias bibliográficas
- Burton, T. (Director). (1990). Edward Scissorhands [Película]. 20th Century Fox.
- Cacioppo, J. T. y Cacioppo, S. (2014). Social Relationships and Health: The Toxic Effects of Perceived Social Isolation. Social and personality psychology compass, 8(2), 58-72. https://doi.org/10.1111/spc3.12087
- Holt-Lunstad, J., Smith, T. B., Baker, M., Harris, T. y Stephenson, D. (2015). Loneliness and social isolation as risk factors for mortality: A meta-analytic review. Perspectives on Psychological Science, 10(2), 227-237. https://doi.org/10.1177/1745691614568352
- Santini, Z. I., Jose, P. E., Cornwell, E. Y., Koyanagi, A., Nielsen, L., Hinrichsen, C. y Koushede, V. (2020). Social disconnectedness, perceived isolation, and symptoms of depression and anxiety among older Americans (NSHAP): A longitudinal mediation analysis. The Lancet Public Health, 5(1), e62-e70. https://doi.org/10.1016/S2468-2667(19)30230-0