Estrenada en 1997 bajo la dirección de Hayao Miyazaki, La Princesa Mononoke (Princess Mononoke, en inglés) se erige como una obra maestra que trasciende la animación convencional, ofreciendo una narrativa rica en simbolismo y complejidad psicológica. Ambientada en el período Muromachi de Japón, la película explora la interacción entre humanos y la naturaleza. Y, como no puede ser de otro modo en Miyazaki, sus personajes personifican diversas facetas de la psique humana y las dinámicas sociales. Vamos a ver un poco más. Contiene spoiler.
Protagonistas principales
No es casualidad, cada figura encarna una faceta del conflicto humano con la naturaleza y consigo misma. En el universo de Miyazaki nadie es completamente heroico ni enteramente malvado, cada uno actúa según su perspectiva y necesidad. La lucha, el miedo, la ambición, la resiliencia y la necesidad de encontrar sentido están latentes en los personajes.
San, la Princesa Mononoke
Es una joven humana criada por lobos, que se identifica más con la naturaleza que con la humanidad. Una identidad dual que refleja el conflicto interno entre la civilización y la naturaleza salvaje. Con un carácter agresivo y desafiante como respuesta de lucha ante un mundo que le ha enseñado que para sobrevivir debe combatir (Padín Beltrán, 2015).
Podría decirse, incluso, que representa en el film la parte instintiva y primitiva de la psique humana, luchando por proteger su hogar natural de la destrucción humana. Y hasta un rechazo al concepto de identidad impuesta.
No ha tomado la decisión de alejarse de la humanidad, ha sido abandonada por ella. Criada por los lobos, su sentido del yo no es uno que oscile entre lo humano y lo animal, sino uno que ha sido moldeado por el rechazo y la necesidad de supervivencia.
Ashitaka
Por su parte, Ashitaka, el príncipe emishi, aparece como una intrusión de la civilización en su mundo. Se erige como la figura que busca la armonía entre humanos y la naturaleza, también dividido entre dos mundos (recordemos que no es un humano común, ya que su maldición lo ha apartado de su tribu, pero tampoco es parte de la naturaleza, dado que su presencia en el bosque siempre será una intrusión).
Con un enfoque pacifista y deseo de comprender ambas partes, se convierte en un mediador. Una especie de héroe integrador, que busca reconciliar aspectos opuestos; algo que resuena en su frase clave en la película, “Con ojos sin odio” (Zhang, 2024).
Empoderamiento femenino en la película
Los personajes femeninos no son relegados a papeles secundarios o definidos por su relación con el protagonista masculino. Al contrario, las mujeres ocupan espacios de poder y, además, los transforman activamente (Cobos Cobos, 2012).
Lady Eboshi
La líder y revolucionaria de la Ciudad del Hierro, figura que desafía las convenciones de género y poder. Dentro de la estructura social, empodera a mujeres marginadas, explotadas en burdeles y personas enfermas de lepra, otorgándoles roles significativos en su comunidad donde ya no se presentan como víctimas.
Curiosamente, es uno de los pocos en la película que experimenta una transformación genuina, pero no en los términos convencionales. Es decir, no renuncia a su deseo de progreso ni se convierte en una protectora de la naturaleza, pero sí aprende a reconsiderar su enfoque.
De hecho, cuando el Espíritu del Bosque es decapitado y su ciudad es arrasada, Lady Eboshi, lejos de lamentarse o hundirse en la desesperación, declara con resolución: “Reconstruiremos una ciudad mejor”. Su aprendizaje está no en el arrepentimiento, sino en la adaptabilidad.
No hay una heroína perfecta en La Princesa Mononoke
Ojo, esta película no romantiza el empoderamiento femenino ni lo presenta como un concepto homogéneo o idealizado. San y Eboshi representan modelos opuestos de fuerza, y ambas pagan un precio por sus convicciones.
Así, San nunca podrá ser completamente humana, ni podrá encajar en la sociedad que Ashitaka le ofrece. Su independencia es también su condena. Eboshi, por su parte, ve su ciudad arrasada, aprendiendo demasiado tarde que la ambición sin límites puede ser tan destructiva como la opresión que ella misma combatió.
El Espíritu del Bosque: Símbolo de vida y muerte
El Espíritu del Bosque, también conocido como Shishigami, representa la dualidad de la vida y la muerte. Su capacidad para otorgar y quitar la vida es el reflejo del ciclo natural y la interconexión de todos los seres. Abarca tanto la creación como la destrucción.
No es un dios en el sentido religioso, tampoco un salvador, ni un ente protector, es la representación de un orden que la humanidad ha olvidado, pero que sigue gobernando la existencia. Su forma nocturna, el Dios Ciervo, es la manifestación visible de la vida, mientras que la diurna, el Dios de la Muerte, es la sombra inevitable que acompaña toda creación. Pero hay un mensaje tras él que no necesita palabras ni expresiones emocionales: no somos dueños de la naturaleza, solo estamos de paso en ella.
La ambición destructiva del ser humano
¿No hay un equilibrio que los humanos en la película intentan quebrar con sus ambiciones desmedidas? ¿Matar al Espíritu del Bosque no es la representación de un mundo donde la naturaleza ya no es un ente divino, sino un recurso a explotar?
Sin embargo, su desaparición no es el fin. Cuando su esencia se esparce y la tierra comienza a renacer, la película sugiere que, aunque la humanidad sea capaz de alterar profundamente el mundo, nunca podrá destruir del todo las fuerzas fundamentales que lo rigen. La naturaleza, al igual que el Espíritu del Bosque, siempre encontrará la manera de regenerarse, incluso si lo hace de una forma que los humanos no comprenden o controlan (van der Linden, 2023).
Conclusión
Si bien la guerra entre humanos y dioses del bosque llega a su punto más destructivo, el mundo no se acaba y los personajes continúan sus vidas, pero no de la forma en que inicialmente imaginaron. La película es un retrato de la ilusión del control.
Cada personaje cree, en algún momento, que impone su voluntad sobre el mundo: San con su furia, Eboshi con su industria, Jigo con su pragmatismo, los dioses animales con su instinto de supervivencia. Pero a medida que la historia avanza, todos ellos son confrontados con la verdad incómoda de que nadie tiene el poder absoluto de moldear el destino según sus propios términos.
Referencias bibliográficas
- Bratman, G. N., Hamilton, J. P. y Daily, G. C. (2012). The impacts of nature experience on human cognitive function and mental health. Annals of the New York Academy of Sciences, 1249, 118-136. https://doi.org/10.1111/j.1749-6632.2011.06400.x
- Cobos Cobos, T. L. (2012). Ideología y poder en el anime japonés La princesa Mononoke. Contratexto, (20), 157-173.
- Miyazaki, H. (Director). (1997). La Princesa Mononoke [Película]. Studio Ghibli.
- Padín Beltrán, D. (2015). Naturaleza versus la Civilización: Estudio del tratamiento sonoro en ‘La Princesa Mononoke’ (Miyazaki, 1997). [Tesis de máster] Universitat Politècnica de València. RiuNet. http://hdl.handle.net/10251/59964
- van der Linden, M. (2023). Shadowing the brutality and cruelty of nature: On history and human nature in Princess Mononoke. En History and Speculative Fiction (pp. 225-244). Springer. https://doi.org/10.1007/978-3-031-42235-5_12
- Zhang, C. (2024). To see with eyes unclouded: Nonhuman selves and semiosis in ‘Princess Mononoke’. Ecozon@: European Journal of Literature, Culture and Environment, 15(1), 120-135.