Seguramente has experimentado la sensación de que un día ha sido anormalmente extenso. O, por el contrario, que una tarde se ha pasado de forma apresurada. Este fenómeno tiene que ver con la percepción subjetiva del tiempo, mediado por factores psicológicos y neuropsicológicos que crean ilusiones sobre el transcurso de algo que, realmente, no cambia. Concordante con ello, se enlaza la memoria, afectada en algunas enfermedades neurodegenerativas y, por tanto, interrumpiendo una sensación lineal del transcurso temporal habitual. ¿Qué mecanismos subyacen a la percepción del tiempo? ¿Cómo se relaciona con las emociones y la dopamina?
¿Qué implica la dimensión temporal?
La capacidad de percibir el tiempo con precisión es fundamental para navegar de manera adaptativa en la vida cotidiana. Así, utilizamos procesos de temporización para evaluar si tenemos suficiente tiempo para cruzar la calle antes de que un automóvil se acerque a la intersección o para mantener un ritmo regular en la conversación con un amigo.
Incluso, dicha dimensión temporal de la experiencia humana resulta esencial a la hora de construir una imagen constante del sí mismo. De lo contrario, la experiencia del presente evitaría la permanencia de la identidad e historia personal.
No es un fenómeno absoluto
Por otro lado, dada la multiplicidad de acciones y decisiones que dependen de procesos de temporización, es destacable que la percepción del tiempo a menudo se distorsiona en lugar de ser percibida de manera verídica. En este sentido, los procesos cognitivos que la respaldan parecen estar flexiblemente modulados por componentes de las experiencias en curso, donde se incluyen vivencias emocionales. Tales distorsiones temporales también son adaptativas (Lake et al., 2016).
Emoción y distorsión temporal
En relación con lo anterior, diversos estudios en seres humanos sugirieron que las experiencias emocionalmente intensas llevaban a una sobreestimación de las duraciones temporales. Es decir, los participantes creían que había transcurrido más o menos tiempo durante un evento emocional de lo que realmente había pasado, dependiendo de la emoción evocada. Por ejemplo, cuando se les pedía que estimaran un intervalo de tiempo mientras se acercaban a un precipicio, los participantes sobreestimaban cuánto tiempo había transcurrido en comparación con cuando se alejaban del precipicio hacia un lugar seguro (Lake et al., 2016).
La relación entre la diversión, la dopamina y el paso del tiempo
La hipótesis del reloj de dopamina, desarrollada por Meck en sus estudios de 1983 y 1996, plantea una interesante relación entre la dopamina y la percepción del tiempo. Según dicha teoría, las fluctuaciones en los niveles de este neurotransmisor son capaces de acelerar o ralentizar nuestro reloj interno, lo que se traduce en una percepción distorsionada de la duración de los intervalos de tiempo.
Experimentos en animales han respaldado dicha idea. Cuando se les administran agonistas de la dopamina a ratones, como la metanfetamina, durante tareas de intervalo pico, se observa que las tasas de respuesta alcanzan su punto máximo antes, como si el reloj interno se acelerara.
Veamos más hallazgos
Asimismo, la administración de antagonistas de la dopamina, como el haloperidol, provoca respuestas máximas más lentas, indicando un reloj interno más lento. Incluso en estudios con seres humanos utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (functional magnetic resonance imaging, fMRI, en inglés), la disminución de precursores de dopamina se ha relacionado con una disminución en la actividad cerebral en áreas como el putamen y el área motora suplementaria, lo que da como resultado dificultades en la realización de tareas de percepción del tiempo (Fung et al., 2021).
Cuando el tiempo no pasa: Vivir en el eterno presente
Los recuerdos específicos, que incluyen detalles como lugares, relaciones personales y sentimientos personales, facilitan la formulación de metas concretas y alcanzables, ya que las personas pueden aprovechar sus experiencias pasadas y proyectarse a futuro. Dicho fenómeno es esencial en el estudio del paso del tiempo. No obstante, se ha encontrado que las personas con depresión severa e intentos de autoeliminación, que generalmente carecen de una perspectiva fiable sobre su futuro, suelen tener recuerdos generalizados (es decir, vagos y limitados) en los que no son capaces de generar una búsqueda efectiva de metas.
Un patrón similar de recuerdos empobrecidos se ha observado en personas con tinnitus y dolor crónico. Ambos grupos de personas con enfermedades crónicas experimentan dificultades al imaginar su futuro de manera práctica debido a las preocupaciones intrusivas actuales. Así, se viviría en una especie de eterno presente, donde el tiempo no pasa. Aparentemente, se podría asociar a los circuitos dopaminérgicos, como ha sido mencionado con anterioridad. Y es que, el dolor, emocional o físico, se encuentra intensificado y presente de forma constante, afectando la ilusión de pasaje del tiempo (Dauman, 2023).
Inducción de paso del tiempo con drogas recreativas
El consumo de ciertas drogas recreativas también tiene profundos efectos en la experiencia del tiempo. Por ejemplo, las anfetaminas son conocidas por aumentar los niveles de dopamina en el cerebro y por ello, son utilizadas en investigaciones experimentales frecuentes.
Asimismo, el tetrahidrocannabinol, el principal componente activo del cannabis, es conocido por aumentar los niveles de dopamina. En lo que se refiere a ello, se ha demostrado que induce sobreestimaciones y subestimaciones consistentes en tareas de discriminación y producción de tiempo.
Lo anterior, subraya cómo ciertas drogas recreativas alteran significativamente la percepción temporal. Y, así, afectan la capacidad para juzgar el paso del tiempo con precisión, concordando con la hipótesis inicial dopaminérgica de Meck (Fung et al., 2021).
Más pistas sobre el paso del tiempo: Sobrevivientes de ACV
Además de la teoría relacionada con la dopamina, se encontró que los déficits en la percepción del tiempo eran ligeramente más comunes en los accidentes cerebrovasculares (ACV). Más específicamente, en aquellos que afectaban el hemisferio derecho. Así, diversas áreas comprometidas se asociaron con dificultades en la percepción del tiempo. Por ejemplo, el tálamo, la ínsula, los ganglios basales y el cerebelo.
Además, se observó correlaciones interesantes también con estructuras corticales como la corteza prefrontal dorsolateral, la corteza parietal, el surco supramarginal, el giro angular y la corteza temporal. El defecto más frecuente fue la subestimación en la evaluación temporal, lo que implica una aceleración subjetiva en la sensación del paso del tiempo (Coelho et al., 2022).
Conclusión
El estudio del paso del tiempo es una investigación en auge en el área de las neurociencias. Y es que, los descubrimientos en el campo abren múltiples posibilidades. A medida que avanzamos en las investigaciones, descubrimos cómo las personas procesan y perciben el tiempo, revelando conexiones sorprendentes entre la biología cerebral y la experiencia humana que pueden ayudarnos a desarrollar nuevas y mejoradas vías terapéuticas. Por lo tanto, además del saber por saber, aparece la posibilidad de incidir en la calidad de vida de las personas.
Referencias bibliográficas
- Coelho, P., Rodrigues, J. A., Nascimento Alves, P. y Fonseca, A. C. (2022). Time perception changes in stroke patients: A systematic literature review. Frontiers in neurology, 13, 938367. https://doi.org/10.3389/fneur.2022.938367
- Dauman N. (2023). Towards a psychological framework on time perception in patients with chronic tinnitus. Frontiers in aging neuroscience, 15, 1141903. https://doi.org/10.3389/fnagi.2023.1141903
- Fung, B. J., Sutlief, E. y Hussain Shuler, M. G. (2021). Dopamine and the interdependency of time perception and reward. Neuroscience and biobehavioral reviews, 125, 380-391. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2021.02.030
- Lake, J. I., LaBar, K. S. y Meck, W. H. (2016). Emotional modulation of interval timing and time perception. Neuroscience and biobehavioral reviews, 64, 403-420. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2016.03.003