Se consideran tiroteos escolares o masivos, principalmente, cuando cuatro o más personas fallecen en un solo evento. Ese tipo de incidentes, sobre todo aquellos en los que está implicado un gran número de víctimas, acaparan la atención de las políticas locales y nacionales remarcando la atención de la importancia de mayores medidas de seguridad. En esto último, destacan no solo planes de respuestas a emergencias, sino también enfoques integrales de prevención de la violencia y estrategias basadas en la evidencia para abordar las necesidades psicológicas de las personas afectadas. Pues, se ha demostrado que los testigos de tiroteos escolares pueden sufrir síntomas de estrés postraumático, depresión mayor y otros síntomas psiquiátricos. Ahora, la necesidad de prevención va más allá del entorno escolar. Indaguemos, brevemente, en los tiradores escolares y lo que hay detrás.

El aumento de los tiroteos escolares

Ya hablamos sobre los asesinos múltiples, asesinos en masa y su diferencia, la vinculación con las víctimas. Incidimos en que, aunque ambos tienen esa vinculación, el asesino múltiple las conocía personalmente (tirador de Olot o Pere Puig, por ejemplo).

Tiradores escolares: ¿Qué hay detrás?

Si bien, en la nota anterior, mencionamos dos casos sucedidos en Europa, hay que resaltar que estos sucesos no constituyen un efecto que se focalice en un solo punto geográfico. A pesar de esto, los tiroteos escolares han supuesto un problema nacional, principalmente, en los Estados Unidos (EE. UU.).

De hecho, en este país, la incidencia de homicidios asociados a la escuela con múltiples víctimas ha aumentado significativamente en los últimos diez años. Siendo el 95% de las muertes debidas a lesiones relacionadas con armas de fuego (Holland et al., 2019).

A modo de inciso, en cuanto a esto último, no es de extrañar que dicho efecto haya sido respaldado por la cultura de las armas (a pesar del gran debate sociopolítico que aflora ante este tema). Pues recordemos que la segunda enmienda protege el derecho al pueblo estadounidense a portar armas.

Casos de tiradores escolares

Entre los tiroteos ejecutados por asesinos múltiples y en masa, existen cantidad de ejemplos distintos. Mismamente, los ejecutados en Columbine por Eric Harris y Dylan Klebold, en 1999, quienes asesinaron a 14 personas, el Instituto Politécnico de Virginia y la Universidad Estatal en Blacksburg, donde Cho Seung-Hui asesinó a 32 personas, en 2007, e Isla Vista, 2014, lugar en el que Elliot Rodger mató a 7 personas e hirió a 13.

Estos tres casos tuvieron en común tres elementos, el uso de armas de fuego, que fueron perpetuados en centros educativos de instituto o campus universitarios y el perfil, varones jóvenes. En cuanto a los motivos, a pesar de sus diferencias, todos se enfocaron en uno genérico, venganza.

Por ejemplo, en estos casos, los cuatro autores (coautor en Columbine) tuvieron en común la experimentación de frustraciones severas en la infancia o en la adolescencia, ausencia de amigoscontrol de la propia vida social, profesional y sentimental.

Todos estos aspectos gestan un dolor emocional que puede dar paso a desear o crear una situación donde la violencia tiene un papel importante. ¿El objetivo? Quizás, restaurar una dignidad que consideran perdida, la planificación y, finalmente, ejecución de un plan motivado por sentimientos de venganza, poder y miedo.

¿Víctimas sin relación?

Aunque los tiroteos, a priori, pueden parecer indiscriminados, entre sus víctimas existe, al fin y al cabo, una relación. El lugar donde se ejecutan y la vinculación emocional de este con el agresor.

La experimentación de frustraciones severas se asocian, en gran parte, con las relaciones interpersonales vinculadas al afecto a las que tenemos como necesidad (Maslow, 1943). En otras palabras, el vínculo con la sociedad. Sin esa vinculación realizada, la falta de autoestima (o alta pero inestable) puede causar una pérdida del control emocional en la persona que se ve afectada de forma grave, su dignidad se ve vulnerada y ha de restablecerla mediante el poder y control sobre los demás.

Ahora, cabe destacar que hay bastante consenso sobre la ausencia de un perfil psicológico del tirador escolar. A pesar de esto, se ha especulado que la necesidad de mostrar una masculinidad que ha sido puesta en duda, podría ser una característica del tirador (Penagos-Corzo et al., 2020).

Como ejemplo, el caso que veremos a continuación, Elliot Rodger, quien formaba parte de la comunidad ‘Incel’, formada por jóvenes muy activos en internet, célibes y misóginos. Por lo que la selección de víctimas puede deberse a la recuperación de la dignidad personal ante los que la vulneraron, el lugar donde fue vulnerada tal dignidad y la necesidad de demostrar que tiene el control y poder. Ahora, no todas las víctimas tienen por qué haber causado un daño directo al tirador, pero sí estaban en el lugar donde este sufrió dicha vulneración.

El caso del tirador escolar Elliot Rodger

El Buró Federal de Investigaciones​ (Federal Bureau of Investigation, FBI, en inglés) ha establecido para muchos asesinos el término Injustice collector (coleccionista de injusticias) por la perfiladora Mary Ellen O’Toole. El concepto detalla que estas personas almacenan todas las injusticias recibidas y necesitan hacerlas pagar mediante el uso de la violencia. 

Tiradores escolares

Existe una notable cantidad de señales, ya sean escritas, grabadas mediante vídeo y de comportamiento en los tiradores escolares. De hecho, tanto en el caso de Columbine como en el de Isla Vista se encontraron vídeos y escritos con contenido violento e ideales masculinos hegemónicos.

Un diario como prueba

En el caso de Elliot Rodger, 22 años, escribió un manifiesto de 137 páginas en el que describía su historia y los motivos por los que decidía realizar la masacre. Entre estas páginas Elliot admitió no haber tenido una relación sentimental con una mujer ni el afecto amoroso por parte de ninguna. Se describió a sí mismo como una persona solitaria, privada de una vida normal y con un estado constante de angustia emocional (Witt, 2020).

Crea una ideología desorganizada misógina por la que establece que todas deberían estar encerradas y solo utilizadas para reproducir la especie mediante inseminación artificial. De hecho, en la página 87 de su manifiesto cuenta que vio una pareja besándose apasionadamente y les derramó café caliente encima.

Este suceso ya aporta señales. Primera, que aunque sea una pequeña dosis de violencia (no comparable a una masacre) realizó un acto con animus laedendi (dañar). Segunda, la realidad de su motivación yo no disfruto de una relación sentimental vosotros tampoco. El día del tiroteo, Elliot Rodger se dirigió a la hermandad más caliente del campus y comenzó el tiroteo hasta que, finalmente, se suicidó.

Algunas señales previas

  • Cambio de costumbres rutinarias drásticas.
  • Cambio de registro en el contenido de sus trabajos, escritos o diarios a unos más violentos.
  • Divulgación por redes sociales de contenido violento (escrito o grabado)
  • Pasar largo tiempo consumiendo gran cantidad de material violento, películas, videojuegos, o vinculado a una conducta violenta en el núcleo familiar.
  • Búsquedas en Google sobre cómo fabricar armas, explosivos o almacenamiento y modificación de herramientas comunes para ser más lesivas.

Conclusión

Si bien los homicidios de jóvenes asociados a la escuela representan menos del 2% de todos los homicidios de esta población, no deja de ser un suceso devastador. A lo largo de la nota, se han expuesto brevemente algunos datos de los tiroteos escolares. Cabe resaltar que la relación entre los tiroteos escolares y las enfermedades mentales es débil. Esta creencia, además de reflejar estereotipos, estigmatiza a quienes las padecen.

Referencias bibliográficas

  • Draucker, C. B. (2020). The mental health consequences of mass school shootings: What do we need to know? Journal of Advanced Nursing76(2), 423-425. https://doi.org/10.1111/jan.14258
  • Garrido, V. (2018). Asesinos múltiples y otros depredadores sociales. Ariel.
  • Holland, K. M., Hall, J. E., Wang, J., Gaylor, E. M., Johnson, L. L., Shelby, D., Simon, T. R. y School-Associated Violent Deaths Study Group. (2019). Characteristics of School-Associated Youth Homicides-United States, 1994-2018. MMWR. Morbidity and Mortality Weekly Report68(3), 53-60. https://doi.org/10.15585/mmwr.mm6803a1
  • Levin, J. y Madfis, E. (2009). Mass Murder at School and Cumulative Strain: A Sequential Model. American Behavioral Scientist. American Behavioral Scientist, 52, 1227-1245. 10.1177/0002764209332543.
  • Madfis, E. (2016). In Search of Meaning: Are School Rampage Shootings Random and Senseless Violence?. The Journal of Psychology, 151, 1-15. 10.1080/00223980.2016.1196161.
  • Penagos-Corzo, J., Flores, L., Diaz, G., Ornelas, J. y Guerrero, J. (2020). Evidencias y mitos sobre variables de riesgo en tiradores escolares. Entorno UDLAP, 10, 28-45.
  • Witt, T. (2020). ‘If i cannot have it, i will do everything i can to destroy it.’ the canonization of Elliot Rodger: ‘Incel’ masculinities, secular sainthood, and justifications of ideological violence. Social Identities26(5), 675-689. https://doi.org/10.1080/13504630.2020.1787132