Anna Freud fue una figura fundamental dentro del psicoanálisis. No solo continuó el legado de su padre, Sigmund Freud, sino que también propició grandes aportes en el campo de la psicología. Como pionera en el psicoanálisis infantil, revolucionó nuestra comprensión del desarrollo y el funcionamiento de la mente en la niñez. A su vez, su papel como mujer fue de suma importancia para un campo de conocimiento que estaba dominado completamente por hombres. Así, Anna destacó por su determinación y capacidad de romper barreras y abrir nuevos caminos para futuras generaciones de mujeres en la psicología y el psicoanálisis. A continuación, profundizaremos en los aportes de esta autora y los desafíos que enfrentó a lo largo de su vida.
Su historia de vida
Anna Freud nació en Viena el 3 de diciembre de 1895, y fue la sexta y última hija de Sigmund Freud y Martha Bernays. Conocida como Annerl, comenzó su educación a los seis años para luego formarse como maestra de escuela primaria. Durante la Primera Guerra Mundial, comenzó a asistir a reuniones de la Asociación Psicoanalítica de Viena y trabajó bajo la dirección de Siegfred Bernfeld en un orfanato para niños judíos. Luego de haber formado parte de diversas asociaciones, Anna comenzó un análisis con su padre, con ciertas dificultades causadas por fenómenos de transferencia.
Con respecto a su comienzo en el psicoanálisis, la autora trató a una joven de 15 años llamada Minna a finales de 1924. A partir de ello, se vio fascinada por esta corriente, fundando posteriormente una escuela orientada psicoanalíticamente en conjunto con Eva Rosenfeld. De esta forma, se involucró ampliamente en la educación psicoanalítica impartiendo formación al personal de guarderías (Fine, 1985).
Mucho más que la hija de
La crianza de Anna y su estrecha relación con Sigmund tuvieron un impacto profundo en su carrera y contribuciones al campo del psicoanálisis. Su fuerte identificación con su padre la llevó a seguir sus pasos y promover activamente sus teorías. De este modo, moldeó su enfoque y comprensión del psicoanálisis, mientras que su apoyo y orientación la impulsaron en su carrera profesional.
Si bien esta conexión emocional y profesional influyó ampliamente en su desarrollo del análisis infantil y en su dedicación a continuar el legado, Anna Freud construyó su propio camino dentro del psicoanálisis. Convencida de que la práctica psicoanalítica impartida por su padre sería de gran utilidad en el ámbito educativo y, sobre todo, en las etapas correspondientes a los primeros años de vida, Anna postuló grandes aportes.
Principales aportes de Anna Freud
En 1936, publicó su obra El Yo y los Mecanismos de Defensa, explorando cómo el yo se defendía frente a conflictos internos y externos, convirtiéndose en un texto fundamental en la psicología. Con respecto a la infancia, desempeñó un papel crucial en el desarrollo y la popularización del análisis infantil como un campo distintivo.
En este sentido, enfatizó la importancia de comprender y tratar el malestar infantil a través de un enfoque especializado adaptado a su etapa de desarrollo. Para ello, introdujo técnicas innovadoras como el uso de materiales de juegos infantiles y visitas domiciliarias para comprender y conectar mejor con el niño. Dichos métodos ayudaron a crear un entorno terapéutico mucho más efectivo. Por último, amplió la comprensión del desarrollo psicosexual en los niños y abordó las complejidades de la formación psicoanalítica (Vallejo Orellana, 2002).
La rivalidad de Anna Freud con Melanie Klein
Tales autoras, tuvieron discusiones en el campo del psicoanálisis infantil. En primer lugar, discrepaban sobre la existencia de una genuina neurosis de transferencia en niños pequeños.
Por su parte, Anna negaba esta posibilidad en relación a la fuerte conexión de los niños con sus padres, lo que dificultaba el desplazamiento de actitudes y afectos al analista. En contraposición, Klein sostenía que, al igual que los adultos, los niños también desarrollan neurosis de transferencia durante el análisis, siendo esta crucial para acceder al mundo interno.
Del mismo modo, existían discrepancias en torno al análisis precoz en niños. Anna cuestionaba la posibilidad de realizar un verdadero psicoanálisis en niños pequeños, abogando por fortalecer el yo infantil y ayudar al establecimiento de un superyó armónico a través de acciones educativas o de apoyo. En cambio, Klein sostenía que la intensa fantasía inconsciente que se manifestaba desde el nacimiento, debía ser abordada en el análisis a través del juego simbólico (Vallejo Orellana, 2002).
Batalla teórica entre Freud y Klein
Si bien los enfrentamientos teóricos entre estas dos autoras reflejan las diferentes perspectivas que tenían sobre el psicoanálisis infantil, ambas realizaron importantes contribuciones al campo y marcaron caminos distintos en la evolución del análisis en la infancia. Así, se posicionaron entre las pocas mujeres psicoanalistas europeas influyentes de principios de siglo. Es en este sentido que surge la necesidad de cuestionarse acerca de las barreras de género a las que se enfrentaron tales autoras.
Barreras y desafíos en la vida de Anna
Como hija de Sigmund Freud, esta autora tuvo que demostrar su valía en un campo ampliamente dominado por hombres, debiendo enfrentar las constantes comparaciones con su padre. A pesar de la resistencia y el escepticismo inicial hacia sus innovadoras ideas, Anna persistió.
Su enfoque eventualmente ganó aceptación, consolidándose como pionera en la psicología infantil. Y destacándose por su enfoque innovador y su capacidad para avanzar en la comprensión del desarrollo y bienestar psicológico de los niños.
Por último, cabe destacar que las barreras de género de la época limitaban el acceso de las mujeres a oportunidades académicas y profesionales. No obstante, su determinación y logros abrieron puertas para futuras generaciones de mujeres en el campo del psicoanálisis e incluso, de la psicología. Así, su éxito desafió las normas de género y dejó un legado duradero (Young-Bruehl, 1988).
Conclusión
Anna Freud no solo se destacó en el psicoanálisis infantil, sino que también realizó observaciones detalladas de bebés para comprender más a fondo el desarrollo temprano del ego y los mecanismos de defensa. Su enfoque meticuloso y empírico en la observación de los niños pequeños, le permitió desarrollar teorías más precisas sobre el desarrollo infantil. Tales observaciones se convirtieron en una base sólida para sus innovaciones terapéuticas.
Así pues, reflexionar sobre la vida y obra de Anna Freud nos permite apreciar la profundidad que han tenido sus contribuciones y los diversos desafíos que enfrentó a lo largo de su vida. Para concluir resulta interesante cerrar esta nota con las propias palabras de Elisabeth Young-Bruehly, una destacada psicoanalista, y quien redactó la biografía de Anna: Desde el punto de vista de sus pequeños alumnos, Anna Freud era un oasis de calidez y entusiasmo en medio de sus vidas tristes y difíciles en tiempos de guerra.
Referencias bibliográficas
- Fine, R. (1985). Anna Freud (1895–1982). American Psychologist, 40(2), 230-232. Doi: 10.1037/h0092196
- Vallejo Orellana, R. (2002). Anna Freud, una vida dedicada al conocimiento y a la ayuda psicológica del niño. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, (81), 65-78. Doi: 10.4321/S0211-57352002000100006
- Young-Bruehl, E. (1988). Anna Freud: A Biography. Yale University Press.