El concepto de familia fue modificando a lo largo de los años y con ello los datos de divorcio en Uruguay. Está claro, la familia, como modelo convencional, cambió y por ende el concepto de amor para siempre también. Es así que el divorcio, hoy en día, es la realidad de un gran porcentaje de la población. Pues, en muchas ocasiones, permite a la pareja reestructurar sus vidas y buscar nuevas oportunidades personales y profesionales. Sin embargo, también tiene consecuencias significativas en la estructura familiar, afectando a todos los miembros involucrados. Pero, ¿qué es el divorcio y cuál es su impacto a nivel familiar? ¿Qué datos tenemos sobre el divorcio en Uruguay?
El divorcio como tal
El divorcio es el proceso legal mediante el cual se disuelve el vínculo matrimonial entre dos personas. Generalmente, las parejas optan por el divorcio cuando enfrentan diferencias irreconciliables, conflictos persistentes o insatisfacción emocional que hacen inviable la continuación del matrimonio. Este procedimiento no solo implica la separación legal, sino también la división de bienes, la determinación de la custodia de los hijos y la negociación de acuerdos financieros. Particularmente, el divorcio en Uruguay se estructura y define por disposiciones legales contenidas dentro de los artículos 186, 144 y 187 del Código Civil Uruguayo.
Ahora, para entender el divorcio, antes hay que hablar antes sobre el concepto de estructura familiar. Podría decirse que la familia es una entidad intergeneracional que se compone de individuos conectados entre sí a través de una variedad de lazos (Jelin, 1998).
Estos lazos abarcan desde relaciones de parentesco basadas en la sangre hasta vínculos consensuales, jurídicos y afectivos. A su vez, desempeña un papel fundamental en la sociedad al estar organizada de manera que satisface necesidades esenciales tanto de las personas que la componen como de la sociedad en su conjunto.
El divorcio como parte del ciclo vital familiar
Así pues, el divorcio, se inserta en las posibles y diferentes etapas de evolución de una familia. Dicho proceso no solo marca una transición importante en la vida de los cónyuges, sino que también tiene implicaciones profundas para todos los miembro, alterando la dinámica y las interacciones familiares. En Uruguay, por ejemplo, la tasa de divorcio creció exponencialmente desde el año 1980, aunque en las últimas décadas al haber descenso de matrimonios y nuevas estructuras familiares se ha mantenido estable (Cabella, 2007).
La expectativa de ser la familia perfecta
Las parejas suelen casarse con la expectativa de construir una vida en común, nadie se casa con expectativas de divorciarse. Sin embargo, a medida que avanzan los años, en las responsabilidades y la relación van surgiendo conflictos que no se logran resolver. De este modo, cuando las diferencias se vuelven insuperables, el divorcio es una solución para finalizar el matrimonio de manera formal y legal. En Uruguay, hay distintos tipos de divorcios: el más común es por mutuo consentimiento por la agilidad del trámite, pero hay otros como divorcio por causales, por sola voluntad, entre otros.
Impacto en los hijos pequeños
Sobra decir que el divorcio para los niños más pequeños suele ser especialmente desafiante. Y es que, las consecuencias impactan directamente en el desarrollo emocional, social y cognitivo.
En primer lugar, los menores a menudo experimentan sentimientos de ansiedad y miedo, ya que la ruptura del matrimonio de sus padres crea una sensación de inseguridad. Además, el sentimiento de tristeza por la pérdida de la estructura familiar a veces los lleva a sentirse culpables del divorcio, afectando también su autoestima.
Sumado a lo anterior, y en términos de comportamiento, algunos niños muestran agresividad y conductas disruptivas, mientras que otros se vuelven más retraídos, evitando la interacción social. Con esto, académicamente, el estrés emocional puede llevar a dificultades de concentración y bajo rendimiento escolar.
Y… ¿En los adolescentes?
No solo influye en los más pequeños, también repercute significativamente en los hijos adolescentes, afectando principalmente su desarrollo emocional, social y académico. De esta forma, los jóvenes suelen experimentar una amplia gama de emociones, desde la ira y la tristeza hasta el alivio, especialmente si el matrimonio de sus progenitores era conflictivo.
Por su parte, y académicamente hablando, muchos ven disminuido su rendimiento debido a la distracción emocional y el estrés asociado. Además de que algunos adolescentes asumen roles de responsabilidad prematura, cuidando de sus hermanos menores o apoyando emocionalmente a uno de los padres, lo cual interfiere con su propio desarrollo.
La reestructura familiar después del divorcio
El divorcio requiere una reorganización de la estructura familiar, incluyendo nuevos arreglos de vivienda, ajustes en la custodia de los hijos y cambios en las rutinas diarias. Implica una serie de cambios significativos en la dinámica y organización de la familia (Minuchin, 2001).
Por ejemplo, la nueva configuración del hogar suele conllevar la creación de dos residencias, donde los hijos dividen su tiempo entre las casas de ambos padres. Generalmente, esto conlleva establecer dos entornos de vida distintos.
Adaptación a la nueva realidad
Además, los roles y responsabilidades dentro de la familia se redefinen, con cada padre asumiendo nuevas tareas. En términos de rutina, los cambios en la vida cotidiana, incluidos los horarios de visita y las actividades extracurriculares, requieren una planificación y comunicación efectiva entre los padres.
¿Las consecuencias de esta reestructuración? Múltiples. Emocionalmente, los niños suelen experimentar ansiedad y estrés debido a la inseguridad y desorientación que tales cambios provocados. Y, socialmente, la adaptación a nuevas dinámicas familiares en muchos casos es desafiante, afectando sus relaciones tanto dentro como fuera del hogar. Sin embargo, con el tiempo y el apoyo adecuado, las familias encuentran nuevas formas de funcionar y mantener un sentido de cohesión y estabilidad.
Conclusión
En definitiva, el proceso del divorcio conlleva cambios significativos para todos los miembros afectados, no solo para los hijos, sino también para la pareja que está atravesando el duelo de la separación. Sin embargo, es fundamental reconocer la responsabilidad que los padres tienen en velar por la salud mental y el bienestar emocional de sus hijos durante esta transición así como facilitarle espacios para poder sobrellevar la situación. En Uruguay, existen diversas alternativas de acompañamiento para todos los miembros.
Esto implica una gran responsabilidad que debe abordarse mediante la implementación de rutinas estables, una comunicación asertiva y la inclusión de los niños en el proceso de cambio, manteniéndolos alejados de los problemas de la pareja. Al trabajar en conjunto para crear un entorno seguro y de apoyo, los padres facilitan la adaptación de sus hijos de manera saludable a la nueva realidad familiar, promoviendo así un desarrollo emocional y social positivo a largo plazo.
Referencias bibliográficas
- Amato, P. (2014). The Consequences of Divorce for Adults and Children: An Update. Drustvena Istrazivanja, 23(1), 5-24. Doi: 10.5559/di.23.1.01
- Cabella, W. (2007). El cambio familiar en Uruguay: Una breve reseña de las tendencias recientes. Ediciones Trilce.
- Jelin, E (1998). Pan y Afectos. Introducción. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires
- Minuchin, S. (2001). Familias y terapia familiar. Editorial Gedisa.
- Walsh, F. (2006). Strenghtening Family Resilience. The Guilford Press.