El aprendizaje basado en proyectos se convirtió en una propuesta pedagógica popular. Especialmente, por su potencial para desarrollar habilidades como la creatividad, el pensamiento crítico y el trabajo colaborativo. Convencidas de sus beneficios, cada vez más instituciones lo aplican desde edades tempranas. Pero, ¿qué tanto mejora el aprendizaje académico en la infancia? A continuación, exploraremos qué dice la evidencia científica sobre la efectividad de este modelo en nivel inicial y primario.

El aprendizaje a través de los proyectos escolares

El modelo de aprendizaje basado en proyectos, propone una metodología didáctica centrada en el estudiante. Allí, el conocimiento se construye activamente a partir de la exploración de problemas relevantes y significativos. A diferencia de enfoques tradicionales basados en la transmisión de contenidos, recomienda que niñas y niños participen en experiencias de aprendizaje auténticas. Para ello, recomienda el desarrollo de proyectos escolares concretos.

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Entre sus características principales se destacan la resolución de problemas reales o cercanos a la vida cotidiana, el trabajo en equipo como eje organizador de la actividad, y la elaboración de un producto que da sentido al proceso. En tal contexto, el rol del docente cambia: ya no actúa como transmisor del saber, sino como guía y facilitador, brindando apoyo, recursos y orientación a lo largo de los proyectos escolares.

Potenciales beneficios para el desarrollo

Cuando se implementa adecuadamente, tal metodología impacta en procesos clave del desarrollo cognitivo y emocional. Respecto a ello, diversos estudios en neuroeducación permiten comprender mejor por qué motivos este enfoque resulta beneficioso durante la infancia. En particular, al promover la curiosidad y el interés genuino por aprender, estimula la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado al sistema de recompensa.

A su vez, durante el trabajo en equipo y la elaboración conjunta de un producto final, se activan circuitos vinculados con la empatía y la cognición social, áreas del cerebro que se desarrollan intensamente en la infancia. Todo esto, es ampliamente beneficioso para el desarrollo de habilidades clave en los niños y niñas. Pero, ¿qué beneficios supone para el proceso de aprendizaje en nivel inicial y primario?

Más allá de los beneficios cognitivos: Un nuevo estudio

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Con el propósito de evaluar exclusivamente la efectividad del aprendizaje basado en proyectos escolares en nivel inicial y primario, un grupo de investigadores llevó a cabo una revisión exhaustiva de la evidencia previa. Para ello, analizaron múltiples estudios, considerando tanto los resultados académicos, como la calidad metodológica y la fidelidad a los principios del aprendizaje basado en proyectos.

A su vez, evaluaron la calidad de la información, si los proyectos fueron aplicados acertadamente y si los docentes contaban con las condiciones necesarias para que la propuesta funcionara. Así, lograron identificar en sus resultados no solo la efectividad del modelo, sino también las condiciones específicas en las que resulta más eficaz.

Mejoras sobre el rendimiento en la primera infancia

En primer lugar, seis de los once estudios incluidos mostraron mejoras significativas en el rendimiento académico de niñas y niños que participaron en proyectos, en comparación con quienes siguieron metodologías tradicionales. De tal manera, dichas mejoras se observaron en diversas áreas, como conocimientos científicos, habilidades de categorización y vocabulario.

Además, una investigación reportó beneficios sostenidos a largo plazo en el grupo experimental. Sin embargo, cabe destacar que los hallazgos no fueron completamente consistentes: tres investigaciones no encontraron diferencias relevantes entre ambos enfoques y dos no ofrecieron comparaciones claras.

Entonces, ¿cuándo es más efectivo el modelo?

El análisis detallado reveló que la efectividad del modelo depende en gran medida de cómo se implementa. Por ejemplo, las investigaciones que informaron mejoras considerables compartían ciertos elementos clave: los proyectos estaban orientados a problemas reales, incluían trabajo en equipo, y culminaban en un producto final concreto. Además, los estudiantes contaban con cierto grado de autonomía y recibieron orientación por parte de los docentes.

Componentes críticos poco documentados en la práctica escolar

Sin embargo, aspectos fundamentales, como la formación previa de los docentes, la evaluación de conocimientos previos del alumnado o el desarrollo de habilidades de autorregulación y trabajo colaborativo, fueron raramente informados. Lo anterior, no hace otra cosa más que dificultar la identificación de qué condiciones deben cumplirse para que el modelo funcione.

De hecho, en casi el 80 % de los ítems evaluados sobre fidelidad metodológica y requisitos básicos, no hubo información suficiente. Por tanto, más allá de los resultados positivos observados en algunos casos, aún es necesario esclarecer qué componentes son verdaderamente decisivos en los contextos escolares iniciales.

Limitaciones de la investigación

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Una de las limitaciones más relevantes fue la escasa cantidad de estudios que cumplían con los criterios metodológicos para ser incluidos. De más de 30.000 artículos iniciales, solo once ofrecían datos suficientes y un diseño adecuado para evaluar el impacto del aprendizaje basado en proyectos.

A esto se suma que la mayoría de los artículos carecían de asignación aleatoria de participantes y de grupos de control activos. Cuestiones que reducen la validez de los resultados. Por último, ninguno fue prerregistrado ni puso a disposición sus bases de datos, lo que limita la posibilidad de replicar sus hallazgos o verificar su fiabilidad.

Otros factores que explican la variabilidad de resultados

Al mismo tiempo, estuvo presente una importante heterogeneidad en las edades de los participantes, duración de las intervenciones, materias abordadas y herramientas de evaluación utilizadas. Por ejemplo, las intervenciones variaron entre 3 y 32 semanas y se enfocaron en áreas como ciencias, inglés, habilidades cognitivas o desarrollo físico.

En este sentido, no es posible generalizar los beneficios del aprendizaje basado en proyectos a toda la población infantil. Lo anterior es una invitación a considerar el contexto de aplicación como un factor clave.

Un camino prometedor que requiere evidencia

En definitiva, aunque el aprendizaje basado en proyectos escolares se presenta como una alternativa pedagógica valiosa, la evidencia científica aún no permite afirmar con certeza su efectividad en nivel inicial y primario. Los resultados mixtos, junto con las limitaciones metodológicas detectadas, indican que su impacto depende en gran medida del contexto y de cómo se implementa.

Sin embargo, ello no significa que el modelo deba descartarse, sino que aún queda camino por recorrer. Fortalecer la formación docente, planificar intervenciones ajustadas a la etapa evolutiva y desarrollar investigaciones más sólidas, permitirá comprender su potencial en las primeras etapas del recorrido escolar. Tal vez la clave no esté solamente en replicar modelos innovadores, sino en preguntarse qué necesitan las infancias para aprender con sentido, y cómo la escuela debe acompañarlas en ese proceso de manera genuina y responsable.

Referencia bibliográfica

  • Ferrero, M., Vadillo, M. A. y León, S. P. (2021). Is project-based learning effective among kindergarten and elementary students? A systematic review. PLoS ONE, 16(4), e0249627. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0249627