El sueño es una función biológica esencial para el mantenimiento de la salud física y mental. Sin embargo, su calidad puede verse gravemente afectada en contextos de encierro, como lo son las prisiones. En este sentido, las condiciones ambientales, el estrés crónico y la falta de un entorno propicio para el descanso contribuyen a una alta prevalencia del insomnio y otros trastornos relacionados en las personas privadas de libertad. A continuación, resumiremos los hallazgos de una revisión sistemática que analizó la calidad del sueño y la prevalencia del insomnio en poblaciones carcelarias.
¿Qué se sabe del tema?
El interés por esta temática ha cobrado relevancia debido a la evidencia creciente sobre su impacto en la salud de las personas institucionalizadas. Las primeras investigaciones se centraron en instituciones psiquiátricas, donde se observó que los trastornos del sueño eran comunes debido a la alteración del ritmo circadiano y las condiciones ambientales restrictivas.
Posteriormente, estudios en entornos penitenciarios revelaron que factores como el hacinamiento, el ruido constante y la iluminación artificial afectaban significativamente la calidad del sueño. Además, el aislamiento social y el estrés asociado a la vida en prisión contribuyeron a una mayor incidencia de insomnio y otras alteraciones.
¿Cómo se realizó esta revisión?
Para llevarla a cabo se hicieron búsquedas exhaustivas en distintas bases de datos académicas. Los criterios de inclusión exigían que se evaluaran la calidad del sueño o la presencia de insomnio en poblaciones carcelarias, utilizando herramientas estandarizadas de medición.
En este sentido, existen varias herramientas capaces de identificar síntomas de insomnio o mala calidad del sueño. Algunos ejemplos son el Índice de Severidad del Insomnio (Insomnia Severity Index, ISI, en inglés) y el Índice de Calidad del Sueño de Pittsburgh (Pittsburgh Sleep Quality Index, PSQI, en inglés), entrevistas de diagnóstico, diarios y mediciones objetivas.
Entonces, ¿a qué se llegó?
La búsqueda de literatura identificó 12 investigaciones transversales que cumplían con los criterios metodológicos establecidos, habiéndose publicado entre 2014 y 2020. Los tamaños de las muestras oscilaban entre 95 y 1491, y los participantes tenían entre 18 y 85 años.
Alteraciones del sueño y el insomnio
El análisis encontró una alta variabilidad en la prevalencia de la mala calidad del sueño y el insomnio en prisión. En primer lugar, las tasas de insomnio oscilaron entre el 26.2 % y el 72.5 %, mientras que la mala calidad del descanso se reportó en rangos del 42.8 % al 88.2 %. Esta heterogeneidad puede atribuirse a diferencias en las herramientas de medición, criterios diagnósticos y características sociodemográficas de las muestras.
Por otro lado, los factores ambientales, como el ruido constante, la iluminación artificial y el hacinamiento, fueron identificados como determinantes clave en la alteración del sueño. Además, el estrés asociado a la vida en prisión, el aislamiento social y la incertidumbre sobre la duración de la condena también contribuyeron al insomnio.
No debemos desestimar las diferencias de género…
Asimismo, se destacaron diferencias en la calidad del descanso en prisión según el género. De esta manera, las mujeres privadas de libertad reportaron mayores niveles de problemas del sueño en comparación con los hombres. Particularmente, la prevalencia de insomnio en mujeres oscila entre el 70.6 % y el 72.5 %, mientras que en los hombres varía entre el 26.2 % y el 65 %.
Esto podría explicarse por diversos factores. Por ejemplo, debido a una mayor carga emocional y estrés en las mujeres, lo que se traduce en: dificultades para conciliar el sueño, despertares nocturnos frecuentes y menor calidad del descanso.
Ni tampoco las comorbilidades psicológicas
Otro hallazgo revela que el insomnio en la población penitenciaria no suele presentarse de manera aislada, sino que con frecuencia se encuentra acompañado de trastornos psicológicos como la depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT). Por lo anterior, cabe destacar que la presencia de dichas condiciones incrementa de manera significativa la probabilidad de desarrollar insomnio, dado que los síntomas depresivos y ansiosos generan una activación psicofisiológica que interfiere con la regulación del sueño.
Asimismo, no solo los trastornos psicológicos aumentan el riesgo de desarrollar alteraciones en el descanso, sino que la falta de sueño agrava los síntomas de estas condiciones, generando un círculo vicioso de deterioro psicológico. De hecho, se ha reportado que las personas privadas de libertad con insomnio son más propensas a presentar conductas de riesgo e ideación suicida.
Alternativas para enfrentar esta problemática
Los hallazgos destacan la urgencia de implementar intervenciones que mejoren la calidad del sueño en contextos de encierro. Las posibles soluciones incluyen la modificación de factores ambientales, como la reducción del ruido y la regulación de la iluminación, así como la implementación de programas de manejo del estrés y terapia cognitivo-conductual (TCC).
Algunas limitaciones
A pesar de los datos obtenidos, la revisión enfrenta limitaciones que resultan relevantes mencionar. En primer lugar, la heterogeneidad metodológica dificulta la comparación directa de los resultados. Algunos de estos dependieron exclusivamente de datos autoinformados, lo que puede introducir sesgos en la medición de la calidad del sueño.
En segundo lugar, los tamaños de las muestras variaron considerablemente, en ciertos casos reportando muestras muy pequeñas, lo cual resulta problemático al inferir prevalencia. Finalmente, se subraya la falta de estudios longitudinales que evalúen el impacto a largo plazo sobre la calidad del descanso y el insomnio en prisión.
Una problemática impostergable
La calidad del sueño en personas privadas de libertad es un problema de gran relevancia, influenciado por múltiples factores ambientales y psicológicos. El artículo ha evidenciado que el insomnio y otras alteraciones son altamente prevalentes en estos contextos, con consecuencias para la salud de la población carcelaria.
Por tanto, es fundamental avanzar en la implementación de programas de intervención basados en la evidencia. Las intervenciones enfocadas en mejorar las condiciones del entorno y el manejo del estrés podrían tener un impacto positivo significativo en la calidad de vida de esta población. Si te interesa profundizar en técnicas de evaluación, diagnóstico y abordaje del sueño, te recomendamos nuestro curso en trastornos del sueño.
Referencia bibliográfica
- Sheppard, N. y Hogan, L. (2022). Prevalence of insomnia and poor sleep quality in the prison population: A systematic review. Journal of sleep research, 31(6), e13677. https://doi.org/10.1111/jsr.13677