La ninfomanía es un término que, a lo largo de los años, ha generado controversia y debate. Tradicionalmente, ha sido empleado para describir el deseo sexual percibido como excesivo en las mujeres. Sin embargo, esta etiqueta oculta una serie de complejidades que trascienden la simple noción de hipersexualidad. A continuación, analizaremos la evolución del concepto, sus implicaciones en la salud mental y las críticas que ha suscitado a lo largo del tiempo.
Ninfomanía vs. Hipersexualidad: ¿Es lo mismo?

Culturalmente, el término ninfomanía evoca imágenes de un deseo insaciable, e históricamente se ve cargado de estigma y juicio moral. Desde su origen en el siglo XVIII, se asocia a un supuesto exceso de sexualidad, y ha sido utilizado para patologizar el deseo de las mujeres.
En la actualidad, la comunidad científica ha reemplazado dicho concepto con el de hipersexualidad. Este nuevo enfoque describe una condición que puede presentarse en hombres y mujeres, caracterizada por un patrón persistente de pensamientos, impulsos o comportamientos sexuales excesivos. Dichos síntomas desarrollan un malestar significativo o afectan de manera notable el funcionamiento en áreas clave de la vida (Barba et al., 2020). Profundicemos en lo que significa actualmente cada uno.
Derribando el término de ninfomanía
Acuñado en 1771 por el médico francés Bienville, describía un comportamiento sexual excesivo en las mujeres. Originalmente, se consideraba que tal condición era causada por un furor uterino, una idea que reflejaba las concepciones misóginas de la época sobre la sexualidad femenina. Con el tiempo, el concepto de ninfomanía se reemplazó por el de hipersexualidad, un concepto más amplio que incluye a ambos géneros.
Y es que, la ninfomanía, nunca fue reconocida como un diagnóstico oficial en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición, Revisión de Texto (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, Text Revision, DSM-5-TR, en inglés). Ni tampoco en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). En vez de ello, algunos autores han propuesto el término trastorno de comportamiento sexual compulsivo (Compulsive Sexual Behaviour Disorder, CSBD, en inglés) para describir tal condición. Término que sí ha sido reconocido en la CIE-11 como parte de los trastornos del control de los impulsos.
Hipersexualidad: Cuando el deseo se vuelve disfuncional
Ahora bien, en cuanto a sus rasgos conceptuales, se caracteriza por una preocupación excesiva y persistente por fantasías, impulsos o comportamientos sexuales que resultan difíciles de controlar y producen malestar significativo o deterioro. De esa manera, lo erótico adquiere una cualidad compulsiva, siendo utilizado muchas veces como un mecanismo para afrontar estados emocionales negativos.

Factores asociados: ¿De dónde surge?
Se trata de un cuadro complejo que suele ser multifactorial. Entre ellos, se encuentran aspectos neurobiológicos, como desequilibrios en los niveles de dopamina y serotonina, así como daños en los lóbulos frontales del cerebro. Además, el abuso sexual infantil se ha identificado como otro factor de riesgo significativo para el desarrollo de la hipersexualidad en la edad adulta.
Por otro lado, la cultura y el género también juegan un papel importante en la manifestación de los síntomas. Las expectativas sociales sobre la sexualidad, sobre todo en las mujeres, sumadas a las experiencias de violencia de género o de abuso, suelen influir en el comportamiento sexual (Saleme Negrete et al., 2010). Veamos más al respecto
Violencia y sexualidad: Una mirada integrada
Tal y como hemos adelantado, la violencia, especialmente el abuso sexual, tiene un gran impacto en la salud mental. De modo que, quienes hayan vivido tales experiencias son más propensas a desarrollar trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad y trastornos de la personalidad en la adultez. Además, tales experiencias adversas podrían alterar la percepción de la sexualidad y llevar a comportamientos disfuncionales, como la hipersexualidad.
Es así como, la sexualidad compulsiva puede pensarse como una forma de afrontamiento frente al trauma. En efecto, algunas personas desarrollan tales patrones de conducta como intento de recuperar el control sobre su cuerpo. Sin embargo, este tipo de comportamiento suele generar mayor sufrimiento emocional, sentimientos de culpa y aislamiento social (Mujawar et al., 2021).
Tratamiento y controversias actuales

Su abordaje es un desafío complejo que requiere un enfoque multidisciplinario. La psicoterapia, especialmente la terapia cognitivo-conductual, ha demostrado ser eficaz en el tratamiento. Además, la terapia de grupo proporciona un espacio seguro para compartir experiencias y aprender nuevas estrategias de afrontamiento (Mujawar et al., 2021).
Por otro lado, la farmacoterapia también resulta útil, especialmente si la hipersexualidad está asociada con trastornos del estado de ánimo o trastornos de ansiedad. No obstante, la falta de consenso sobre la definición y el diagnóstico de dicho cuadro dificulta la investigación y el desarrollo de tratamientos específicos (Kraus et al., 2018).
Conclusión
La ninfomanía representa un fenómeno complejo que va más allá del simple deseo excesivo en las mujeres. Esperamos que haya quedado clara la evolución del concepto, así como también la influencia de factores neurobiológicos, experiencias traumáticas y presiones culturales en su manifestación. Queremos resaltar, además, la necesidad de abordar esta problemática desde una perspectiva integral, que considere tanto los aspectos psicológicos como los sociales y de género.
En última instancia, la hipersexualidad requiere una comprensión profunda y matizada, que reconozca la complejidad de la experiencia y las múltiples influencias que la moldean. Si bien la inclusión del CSBD en la CIE-11 representa un avance hacia una mejor identificación clínica, el debate en torno a su definición, su naturaleza adictiva y su abordaje terapéutico aún permanece abierto. En esta línea, es fundamental continuar investigando y desarrollando intervenciones que aborden las necesidades específicas pertinentes.
Referencias bibliográficas
- Barba, M. G., Arnal, R. B., Llario, M. D. G., Calvo, J. C. y García, J. E. N. (2020). El papel de los problemas emocionales en la hipersexualidad. Revista INFAD de Psicología. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 1(1), 443-452. https://doi.org/10.17060/ijodaep.2020.n1.v1.1806
- Kraus, S. W., Krueger, R. B., Briken, P., First, M. B., Stein, D. J., Kaplan, M. S. y Reed, G. M. (2018). Compulsive sexual behaviour disorder in the ICD‐11. World Psychiatry, 17(1), 109. Doi: 10.1002/wps.20499
- Mujawar S., Chaudhury S., Saldanha D. y Jafar A. K. (2021). Nymphomania Associated With Childhood Sexual Abuse: A Case Report. Journal of Psychosexual Health. 3(2):187-190. Doi: 10.1177/26318318211013615
- Negrete, Y. S., Negrete Ruiz, I., y Celedón Rivero, J. (2010). Adicción al sexo: un problema silencioso. Pensando Psicología, 6(10), 162-166.