El concepto de familia ha ido evolucionando a lo largo de los años y, actualmente, no existe una definición que aúne todos los elementos que la identifican como tal. Esto varía dependiendo del momento histórico, generacional o ubicación geográfica, entre otros. Sin embargo, de todas las definiciones que existen podemos sacar en claro que una familia es el seno en el que se nace y las personas de las que se espera, al menos, un mínimo de afecto y protección. Ahora, la familia, según Hikal (2012) también puede constituir: “… la unidad básica de las conductas antisociales que formará la personalidad violenta y agresiva, así como la manera incorrecta de relacionarse con el medio o la sociedad, agrediendo a los demás por las causas de sus conflictos internos”. Dejando claro el papel que ejerce la familia a la hora de influir, positiva o negativamente. Indaguemos en el abuso sexual infantil.

¿Qué es el abuso sexual infantil?

Según la Organización Mundial de la Salud, el maltrato infantil se define como “los abusos de los que son objeto los menores de 18 años en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder, e incluye, entre otros, el abuso sexual” (OMS, 2012).

Lo cierto es que conforma un tema controversial a la hora de determinar qué se considera abuso o no dentro de un entorno familiar. Ahora, existe una definición bastante completa del Centro Nacional de Abuso y Negligencia Infantil (National Conference on Child Abuse and Neglect, NCCAN, en inglés), que lo define como:

“Los contactos e interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual también puede ser cometido por una persona menor de 18 años. Cuando esta es significativamente mayor que el niño (la víctima) o cuando (el agresor) está en una posición de poder o control sobre otro menor”.

Categorías del abuso sexual

qué es el abuso sexual infantil

Dentro del abuso sexual se pueden encontrar diversas categorías:

  • Exhibicionismo, donde no hay contacto físico, solo se muestran desnudos ante el menor.
  • Caricias
  • Penetración
  • Trata de menores
  • Comunicaciones obscenas (sexting): Llamadas telefónicas, mensajes de texto o interacción virtual, entre otros.

Con esto, en las agresiones sexuales se estima que, prácticamente, el 93% de las personas que reciben el abuso conocen a quien lo perpetúa o son de la familia.

Aunque estas cifras suelen formar parte de la conocida “cifra negra”. Es decir, no son hechos denunciados.

Al ser un tipo delictivo que se basa, entre otras cosas, en situaciones de desigualdad, quien ejerce el abuso suele manipular para que quien lo recibe no hable con nadie sobre ello.

¿Qué elementos hay que tener en cuenta?

Losada (2011) establece cinco elementos que se observan dentro de este tipo delictivo:

  • Secreto, imponiéndose mediante la manipulación emocional, normalización de la violencia, amenazas o sentimientos de culpa.
  • Desprotección o indefensión, los menores suelen recibir un tipo de educación que los hace desconfiar del resto de adultos y los hace obedientes.
  • Atrapamiento y adaptación, el abuso sexual se da de manera repetida, y, dado que el menor es incapaz de frenar este comportamiento, se adapta como método de supervivencia.
  • Develamiento tardío, es decir, la fase de revelación se atrasa en el tiempo. Cuando se ve capaz de contar lo que le sucede suele ser tarde y, cuando lo hace, duda del relato. En este punto es crucial el entorno previo de atención y comunicación entre los padres y entre estos con sus hijos.
  • Retractación, al no recibir el apoyo necesario cuando cuentan lo sucedido, suelen retractarse de lo dicho. Este tipo de experiencias son traumáticas a cualquier edad, pero cuando hablamos de niños son determinantes en su desarrollo psicoemocional. De hecho, según el modelo cognitivo-conductual de Milner (1993), esta alteración en la familia origina un sesgo cognitivo que define de forma alarmante la conducta del adulto.

Factores de riesgo que podemos encontrar

Foto Monocromática De Mujer

Cualquier menor es susceptible de sufrir este tipo de abusos, pero existen determinados elementos dentro de la familia. Y, de cumplirse, suelen ser propicios para que se observen estas conductas.

Dentro de los factores más determinantes encontramos la estructura familiar (familia disfuncional, conflicto intrafamiliar, abandono y padres separados).

Multiplicándose por diez la probabilidad de sufrirlo en caso de no vivir con ninguno de sus padres, y por veinte en el caso de familias reconstituidas por una nueva pareja (Sedlak et al., 2010).

Así mismo influye el sexo (femenino), edad (11-13 años), etnia (sistema patriarcal, práctica del respeto, creencias y naturaleza cultural conservadora), nivel socio económico (bajo), nivel educativo (bajo), personalidad del menor, cambios corporales, la falta o no de la implementación de políticas contra el abuso sexual infantil, o que quien lo perpetua haya sufrido este tipo de abusos en su infancia.

Todo esto acogiéndonos al modelo ecológico de violencia y la teoría de la vulnerabilidad.

Sumado a esto, hay que tener en cuenta que el abuso sexual infantil ocurre con mayor frecuencia en niños que han sufrido otras formas de abuso. Generándose una polivictimización (Ogunjimi et al., 2021). 

¿Cómo afecta al menor?

A corto plazo

Está claro que el impacto de este tipo de agresiones genera consecuencias devastadoras sea cual sea el nivel de abuso, aumenta la vulnerabilidad del menor hacia un amplio abanico de problemas.

Según establece Lameiras (2002), a lo largo del ciclo vital se produce un tránsito de la sintomatología hacia formas de manifestación típicas de cada etapa evolutiva. Así pues, durante la infancia se pueden observar síntomas como:

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A largo plazo

En el caso de las consecuencias a largo plazo se observa un descenso de la sintomatología. Aun así, de igual forma, se pueden mantener síntomas como el miedo, ansiedaddepresión o problemas de sueño, entre otros.

Sin embargo, en otros casos, esta sintomatología se agrava aún más si cabe, apareciendo generalmente en la edad adulta con resultados alarmantes sobre el individuo.

Desde reacciones sociales negativas, autoatribuciones negativas (especialmente, cuando la respuesta no ha sido de lucha o huida sino de bloqueo), revictimización durante la edad adulta, estigma internalizado y psicopatología (Katz y Nicolet, 2022).

Como se puede intuir, no existe un perfil concreto de víctima. Aunque, regularmente, se relaciona la psicosis, sociopatía o trastornos de personalidad disociativo.

En relación con esta última patología, que comúnmente se conoce como trastorno de la personalidad múltiple, se observa la presencia de dos o más identidades distintas que toman el control de la conducta de la persona de forma recurrente. Así mismo, normalmente la persona es incapaz de recuperar información relevante de ello.

Conclusión

Para finalizar, ningún factor único puede explicar la exposición a la violencia interpersonal. En consecuencia, son las interacciones entre diferentes factores las que pueden conllevar a estos resultados.

La desventaja educativa es una de las consecuencias de los diversos tipos de maltrato ante una cultura del silencio.

Por ello, es determinante prestar atención a los indicios que, durante la infancia, se nos muestran. Y, de esta forma, prevenir o intervenir al menor lo antes posible.

Referencias bibliográficas

  • Cantón-Cortés, D. y Cortés, M. R. (2017). Consecuencias del abuso sexual infantil: una revisión de las variables intervinientes. Anales de psicología, 31(2), 552-561. https://scielo.isciii.es/pdf/ap/v31n2/psicologia_evolutiva9.pdf
  • Child Sexual Abuse: Children at Risk Are Being Ignored. (2021). Child Abuse Review30(1), 9-15. Doi: 10.1002/car.2662
  • Katz, C. y Nicolet, R. (2022). “If Only I Could Have Stopped It”: Reflections of Adult Child Sexual Abuse Survivors on Their Responses During the Abuse. Journal of Interpersonal Violence37(3/4), NP2076-NP2100. Doi: 10.1177/0886260520935485
  • Loinaz, I., Bigas, N. y de Sousa, A. M. (2019). Comparing intra and extra- familial child sexual abuse in a forensic context. Psicothema, 31(3), 271- 276. https://www.psicothema.com/pdf/4542.pdf
  • Losada, V. y Porto, M. (2019). Familia y Abuso Infantil. Revista Neuronum, 5(2), 7-2. http://eduneuro.com/revista/index.php/revistaneuronum/article/view/192/176
  • Ogunjimi, A. I., Oliveira, W. A. de, Ventura, C. A. A., Silva, J. L. da. y Silva, M. A. I. (2021). Experience-Based Perception of Vulnerability Factors to Child Sexual Abuse by Health Care Professionals in Nigeria: A Qualitative Approach. Journal of Interpersonal Violence36(23/24), 11435-11460. Doi: 10.1177/0886260519897329
  • Ramírez Herrera, C. y Fernández Parra, A. (2011). Abuso sexual infantil: una revisión con base en pruebas empíricas. Behavorial Psychology, 19(1), 7-39. https://www.behavioralpsycho.com/producto/abuso-sexual-infantil-una-revision-con-base-en-pruebas-empiricas/
  • Rodríguez Díaz, E. (15 de febrero de 2015). Concepto del abuso sexual infantil: una actualización. [Resumen de presentación del congreso]. Decimosexta convención del Congreso Virtual de Psiquiatría, Interpsiquis. https://psiquiatria.com/trabajos/10M1CONF3CVP2015.pdf