Los terrores nocturnos son muy comunes en la población infantil. Se caracterizan por despertares repentinos de llanto y mucha agitación. Asimismo, están catalogados como parasomnias ya que afectan a la calidad y cantidad del sueño. En resumen, podemos decir que son activaciones del sistema nervioso en la primera parte de la noche. Taquicardia, gritos y un terror intenso suelen asustar a los padres, quienes intentan hacer reaccionar sin éxito al niño. Sin embargo, los ataques cesan cuando el pequeño se tranquiliza y vuelve a dormir, no recordando nada al día siguiente. Una vez que sabemos qué son los terrores nocturnos en los niños, veamos qué debemos hacer ante estos.

Algunas diferencias con las pesadillas

Suelen confundirse con las pesadillas pero la principal diferencia es que los niños que sufren pesadillas recuperan la consciencia al despertar y recuerdan el sueño angustioso.

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En cambio, en los terrores nocturnos el menor no suele recordar un sueño por más angustiante que parezca.

Un trastorno del sueño NREM

Principalmente, los terrores nocturnos consisten en la activación motora paroxística (activación repentina del sistema nervioso que deriva en alteraciones, fatiga, taquicardia, sudoración, gritos, llantos, etc.) durante el sueño NREM (non-rapid eye movement, en inglés).

Según Möddel y Heidbreder (2016) estas parasomnias se caracterizan por un despertar incompleto durante el sueño profundo (NREM) con una capacidad limitada para interactuar y mucha confusión. Finalmente, es necesario diferenciar estas afecciones de las crisis epilépticas.

Otra gran diferencia con las pesadillas, es que las mismas suelen ocurrir durante períodos de sueño REM (rapid eye movement, en inglés). Esta fase se caracteriza por presentar gran actividad cerebral y por ser la fase donde se dan los sueños más lúcidos (o pesadillas).

Los terrores nocturnos ocurren en el período NREM, en el que la actividad cerebral es menor y no existen sueños detallados.

El diagnóstico diferencial: La tranquilidad de los padres

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La importancia de un diagnóstico diferencial es crucial para distinguir dicho fenómeno de las crisis epilépticas. Según Ellington (2018), los terrores nocturnos son comportamientos temporales y no causan problemas significativos.

Igualmente, se debe actuar frente a ellos, algunos consejos importantes son:

  • Reaccionar con tranquilidad: Los padres han de tomarse la situación con tranquilidad y no intentar despertar al niño, quien seguramente volverá a dormirse.
  • Evitar movimientos bruscos: Los únicos riesgos son las autolesiones por lo que se debe limitar el margen de acción del pequeño durante el ataque.
  • Alimentación: Se recomienda evitar cualquier tipo de hábito que pueda perturbar el sueño. Un ejemplo puede ser la comida baja en azúcares y sin energizantes.

Un fenómeno benigno pero no insignificante

Las parasomnias están asociadas con una actividad irregular o inadecuada del sistema nervioso central durante el sueño.

Generalmente, es un fenómeno benigno y temporal, las manifestaciones desadaptativas del sistema nervioso durante el sueño son comunes en niños que se están desarrollando (Ellington, 2018).

Igualmente, en ocasiones, estas manifestaciones pueden deberse a otros motivos. Entre ellos, un excesivo estrés para la edad causado por problemas intrafamiliares o de adaptación al medio escolar, por ejemplo.

El estudio de los terrores nocturnos

El diagnóstico es complejo y muchas veces impreciso. Su causa es la confusión de los síntomas con los de otras parasomnias. Los “ataques”, que son de base nerviosa y motora, pueden darse de forma excepcional, el problema es cuando los mismos se prolongan en el tiempo. En estos casos, se recomienda la utilización de estudios polisomnográficos y entrevistas clínicas (Bargiotas y Bassetti, 2017).

Factores exógenos

Es importante descartar posibles factores exógenos de causa como la excesiva fatiga diurna o la somnolencia. Pero también podemos identificar comportamientos, hábitos y situaciones que son factores predisponentes del fenómeno.

Terrores nocturnos: ¿Qué son y qué debemos hacer?
  • Televisión: Según un estudio de Brockmann et al. (2016) los niños que tenían televisión en su habitación puntuaron significativamente más alto en terrores nocturnos.
  • Adicción a Internet: Otro estudio de Chen y Gau (2016) establece que aquellos niños y adolescentes con un mayor consumo de Internet, tienden a presentar alteraciones del ritmo circadiano. Estas alteraciones pueden derivar tanto en terrores nocturnos como en otras patologías del sueño.
  • Alimentación: Como bien sabemos, hay alimentos que tienden a desregularizar el ritmo circadiano. Entre ellos, destacan las bebidas energizantes, comidas saturadas en grasa y productos azucarados. Su consumo de forma excesiva es muy habitual en niños y adolescentes.

Higiene del sueño: Una cuestión de hábitos

La desregularización que puede desembocar en los terrores nocturnos ocurre por diversos factores. Ya vimos factores externos e internos, pero otro aspecto que merece analizarse son los hábitos relacionados con el sueño.

Es muy común ver en la sociedad de hoy que niños, adolescentes y adultos realizan cualquier tipo de actividad en la habitación. Desde hacer ejercicio hasta comer o mirar televisión. A estos les llamamos hábitos desadaptativos. ¿Por qué? Porque el cuerpo se acostumbra a que tanto la habitación como la cama no se utilizan solo para dormir.

En el momento de ir a descansar, el cuerpo y, más precisamente, el sistema nervioso, no identifica la cama, la habitación y el momento como los correspondientes al descanso.

Finalmente, en cuanto a los adultos, se produce insomnio en la mayoría de los casos, pero en los niños, estos hábitos alteran el nivel de alerta y pueden producir despertares durante el sueño NREM.

Hábitos de sueño: La mejor manera de prevención

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  • La cama es para dormir: Se debe evitar que el niño realice otras actividades en la cama. Comer, jugar o ver la televisión desde la cama puede provocar una desadaptación.
  • Respetar horarios: El ritmo circadiano de un niño en desarrollo debe ser ayudado por factores externos. Es por ello que debemos respetar horarios para ir a la cama. Así, el niño se acostumbrará a horarios fijos para dormir y su cuerpo no le pondrá resistencia.
  • Los hábitos: Antes de dormir se han de seguir ciertos hábitos como lavarse los dientes, ponerse el pijama y apagar la luz. La repetición de dichos hábitos todos los días ayudará al sistema nervioso a identificar ese momento como el de descanso, evitando alteraciones o microdespertares.
  • Luz: La luz es un regulador del ciclo circadiano, los pequeños deben dormir con la menor cantidad de luz posible. La interferencia de la luz puede provocar las activaciones del sistema nervioso durante el sueño NREM.

Conclusión

En primer lugar, debemos entender que los terrores nocturnos en los niños es un problema común y, en la gran mayoría de las ocasiones, benigno y pasajero. Es normal que los padres se asusten al ver el desconsuelo de sus hijos. Igualmente, es muy importante que se informen y reciban psicoeducación.

En segundo lugar, si los ataques se prolongan, lo mejor es contactar a un especialista y hacer las pruebas correspondientes para descartar otras afecciones.

Referencias bibliográficas

  • Bargiotas, P. y Bassetti, C. (2017). Sleep-related movement disorders and disturbances of motor control. Current Opinion in Neurology, 30(4), 405-415. https://doi.org/10.1097/WCO.0000000000000466
  • Brockmann, P. E., Diaz, B., Damiani, F., Villarroel, L., Núñez, F. y Bruni, O. (2016). Impact of television on the quality of sleep in preschool children. Sleep Medicine, 20, 140-144. https://doi.org/10.1016/j.sleep.2015.06.005
  • Chawla, J. K. y Heussler, H. (2016). Common Sleep Disorders in Children. Journal of Pediatric Biochemistry, 6(4), 172-178. https://doi.org/10.1055/s-0037-1598613
  • Chen, Y.-L. y Gau, S. S.-F. (2016). Sleep problems and internet addiction among children and adolescents: a longitudinal study. Journal of Sleep Research, 25(4), 458-465. https://doi.org/10.1111/jsr.12388
  • Ellington, E. (2018). It’s not a nightmare: Understanding sleep terrors. Journal of Psychosocial Nursing and Mental Health Services, 56(8), 11-14. https://doi.org/10.3928/02793695-20180723-03
  • Möddel, G. y Heidbreder, A. (2017). Nicht-epileptische motorische Phänomene im Schlaf. Zeitschrift für Epileptologie, 30(1), 28-33. https://doi.org/10.1007/s10309-016-0088-8