El maltrato infantil, según la OMS (2016), se define como los abusos y desatención que sufren los menores de 18 años cursando con diversos tipos como es el maltrato físico, psicológico, sexual, desatención, negligencia o explotación comercial. Aspecto que repercute en la salud y el desarrollo cognitivo de un niño de manera negativa, y también influye en el contexto que le rodea. Este tipo de circunstancias adversas tiene efectos neuropsicológicos, por ejemplo, el estrés. Y no solo a nivel cognitivo y conductual sino también cerebral, alterándose el desarrollo tanto del sistema nervioso como del inmunitario. Así pues… ¿Cuáles son los efectos neuropsicológicos más comunes del maltrato infantil y cómo pueden afectar el desarrollo cognitivo y emocional a largo plazo?
¿Por qué la etapa infantil es crítica?
Antes que nada, el estudio de la población infantil es sumamente importante. Y es que, este análisis nos permite observar los límites de la plasticidad biológica. Así como los cambios de comportamiento.
De este modo, cuando el maltrato o la violencia infantil ocurre en una etapa tan vulnerable, el desarrollo neurológico queda afectado. Y, por consiguiente, un aspecto que puede provocar anomalías en el desarrollo evolutivo y las competencias respectivas.
El cerebro se resiente
Así pues, la alteración en los circuitos neuronales y en zonas cerebrales como el hipocampo, amígdala, corteza prefrontal, cerebelo, cuerpo calloso y eje hipotalámico-hipofisario-adrenal dan como resultado un deterioro en el funcionamiento de los procesos cognitivos. Por supuesto, este deterioro cognitivo puede manifestarse en dificultades para el aprendizaje, problemas de memoria, déficits en la atención y regulación emocional, entre otros efectos adversos que pueden persistir en la vida adulta si no se abordan de manera adecuada y temprana.
El perfil neuropsicológico de las personas que han sufrido maltrato o violencia infantil
Del mismo modo, a partir de los hallazgos en los últimos años, se ha conformado un perfil neuropsicológico de quienes han sufrido maltrato o violencia infantil. Por cierto, para adquirir herramientas necesarias en una valoración de estas características, te invitamos a nuestro curso en evaluación neuropsicológica.
Volviendo a lo anterior, y como resultado, se reportan alteraciones en la memoria, atención, lenguaje, capacidad viso-espacial, regulación emocional, dificultades en la cognición social, desarrollo intelectual y funciones ejecutivas. Por ende, esto conllevaría un estado cognitivo de hipervigilancia. Así como una mayor percepción de amenazas del contexto y, por consiguiente, agresividad. Además de dificultades del aprendizaje e identificación de emociones negativas en los demás.
Todo lo anterior, junto con una mala adaptación escolar, mayor comorbilidad psiquiátrica y peor ajuste en la vida adulta, entre otros. Además, estos efectos pueden repercutir en una mayor incidencia de trastornos del estado de ánimo, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otras condiciones psiquiátricas.
Los efectos neuropsicológicos en el desarrollo cognitivo infantil
Sin dudas, existen muchas limitaciones para establecer un perfil cognitivo. Sobre todo que sea global a todos los menores que han sufrido maltrato, dado que esto sucede por la influencia de muchas variables. Especialmente, de diferencias individuales. Sin embargo, hay evidencias donde se muestran los efectos y el impacto del maltrato en el menor (Amores-Villalba y Mateos-Mateos, 2017).
Es más, las evidencias y alteraciones mencionadas se constatan en diferentes investigaciones como la realizada por Viezel et al. (2015). Donde los autores elaboraron un estudio comparativo entre un grupo de niños que habían sufrido maltrato y un grupo control.
El objetivo era examinar las capacidades cognitivas de esta población. Así pues, se obtuvieron medidas a partir de la Escala Wechsler de Inteligencia para Niños (Wechsler Intelligence Scale for Children, WISC-IV, en inglés) y diferentes subescalas. Entre ellas, la Comprensión Verbal (Vocabulario, Comprensión y Similitudes), el Índice de velocidad de procesamiento (Codificación, Símbolo de Búsqueda) y el Índice de la memoria de trabajo (Retención de Dígitos, Secuenciación de Letras y Números).
¿Qué resultados se encontraron?
Se mostró que en niños que habían sufrido maltrato existía un déficit en la velocidad de procesamiento y en la comprensión verbal. También, encontraron deficiencias en el nivel léxico y conocimiento general. Esto último, se presentaba, normalmente, acompañado de dificultades en el funcionamiento ejecutivo. Así como en las habilidades motoras finas. Al fin y al cabo, factores que empeoran dicho procesamiento. Y, además, en caso de no tratarse correctamente, puede dar lugar a múltiples psicopatologías. Sobre todo, a medida que avanza la edad.
Maltrato infantil y edad
Seguidamente, este aspecto fue tratado en una investigación longitudinal y transversal. Donde el objetivo fue examinar si el maltrato infantil estaba relacionado con respuestas reactivas no adaptativas. Entre ellas, la angustia o las conductas impulsivas. Respuestas que podrían mantenerse con el paso del tiempo (estas últimas tienen que ver con las zonas fronto-límbicas).
Se reportó que, tal y como se ha mencionado, el maltrato infantil estaba estrechamente ligado a la aparición, en la adolescencia, de una desregulación emocional. Aspecto que, a su vez, está asociado a la internalización y externalización psicopatológica.
Áreas cerebrales afectadas en el maltrato o violencia infantil
Lo cierto, es que la respuesta reactiva aumenta el estado de estrés en determinados aspectos. Entre ellos, la evaluación social y el ámbito académico. Lo que acaba generando un estilo cognitivo de respuesta pasivo en lugar de resolutivo (Heleniak et al., 2016).
Además, los resultados expuestos coinciden con otro estudio. Este análisis investigó la diferencia de rendimiento cognitivo y el funcionamiento neurocognitivo entre niños que habían sido maltratados y un grupo control (Cowell et al., 2015).
Por medio de baterías neurocognitivas se obtuvo una serie de resultados bastante reveladores. Aquellos menores que habían sufrido maltrato presentaban un control cognitivo diferente a quienes no lo habían experimentado.
Además, quienes mostraban un maltrato crónico tenían mayor deterioro en las funciones ejecutivas y control inhibitorio. Por lo tanto, si se han interrumpido principios como los anteriores, quedarían afectados aquellos procesos de orden superior. Así como los procesos subyacentes.
Una cascada de síntomas
De este modo, sería una especie de cascada de síntomas fisiológicos y neurobiológicos. Algo que no solo afectaría al bienestar global de la persona, sino que podría provocar alteraciones permanentes en la estructura cerebral.
Ahora, entre las técnicas que se están desarrollando en la clínica infantil se destaca la terapia cognitivo conductual centrada en el trauma. Y, recientemente, la desensibilización o reprocesamiento por movimientos oculares (Eye movement desensitization and reprocessing, EMDR, en inglés). Ambas parece que permiten una reducción de los síntomas del estrés postraumático en niños. Mostrándose que, a pesar de las diferencias en cuanto a la ejecución práctica, conllevan el mismo resultado (Diehle et al., 2015).
Conclusión
En primer lugar, la infancia es un periodo sensible. Y es que, en esta etapa se produce el establecimiento de las bases de estructuras cerebrales. Así como las habilidades cognitivas subyacentes, claro está. En segundo lugar, el maltrato o violencia infantil genera un efecto adverso a nivel social, familiar, conductual, neurobiológico y cognitivo. Por ende, algunas personas que han sufrido maltrato manifiestan cambios permanentes en la estructura cerebral.
Lo cierto, es que esta amplia gama de efectos genera muchas respuestas, tanto angustia, bajo rendimiento escolar, problemas interpersonales como deterioro de la salud y bienestar, entre otros. Por ello, los profesionales de la salud y la educación han de estar informados de los síntomas que presente el niño. Y no solo eso, sino también realizar una evaluación activa y apoyar a la población que sufre violencia infantil.
Referencias bibliográficas
- Amores-Villalba, A. y Mateos-Mateos, R. (2017). Revisión de la neuropsicología del maltrato infantil: la neurobiología y el perfil neuropsicológico de las víctimas de abusos en la infancia. Psicología Educativa, 23(2), 81-88. Doi: 10.1016/j.pse.2017.05.006.
- Cowell, R. A., Cicchetti, D., Rogosch, F. A. y Toth, S. L. (2015). Childhood maltreatment and its effect on neurocognitive functioning: Timing and chronicity matter. Development and Psychopathology, 27(02), 521-533. Doi: 10.1017/S0954579415000139.
- Diehle, J., Opmeer, B. C., Boer, F., Mannarino, A. P. y Lindauer, R. J. L. (2015). Trauma-focused cognitive behavioral therapy or eye movement desensitization and reprocessing: what works in children with posttraumatic stress symptoms? A randomized controlled trial. European Child & Adolescent Psychiatry, 24(2), 227-236. Doi: 10.1007/s00787-014-0572-5.
- Heleniak, C., Jenness, J. L., Vander Stoep, A., McCauley, E. y McLaughlin, K. A. (2016). Childhood Maltreatment Exposure and Disruptions in Emotion Regulation: A Transdiagnostic Pathway to Adolescent Internalizing and Externalizing Psychopathology. Cognitive Therapy and Research, 40(3), 394-415. Doi: 10.1007/s10608-015-9735-z.
- Viezel, K. D., Freer, B. D., Lowell, A. y Castillo, J. A. (2015). Cognitive abilities of maltreated children: Cognitive Abilities of Maltreated Children. Psychology in the Schools, 52(1), 92-106. Doi: 10.1002/pits.21809.