En los últimos años, múltiples investigaciones han demostrado la importancia que tienen las emociones en el aprendizaje. Es por esto que, dentro del ámbito educativo, han comenzado a tomar protagonismo durante el proceso de enseñanza-aprendizaje. Uno de los temas de interés que se ha desarrollado abarca competencias emocionales que deben impulsarse dentro de aula. Ahora, ¿cuáles son estas competencias? ¿Por qué es relevante la enseñanza de competencias emocionales? Para responder estas preguntas, te invitamos a seguir leyendo.

¿Qué son las competencias emocionales?

Bisquerra (2012) define las competencias como un conjunto de capacidades, conocimientos, actitudes y habilidades necesarias para llevar a cabo diversas actividades con cierto nivel de eficacia y calidad. En estas se integra el saber ser y el saber hacer. Como resultado de ello, podemos producir acciones no programadas ante diversas situaciones que se nos presenten en cualquier contexto.

En el caso específico de las competencias emocionales, todos los factores anteriormente mencionados se utilizan para regular, comprender y expresar correctamente los fenómenos sociales. Siendo fundamental en las relaciones sociales que tiene la persona, además de poderse desarrollar correctamente en todos los ámbitos de la vida cotidiana.

Competencias emocionales en el contexto académico

En el ámbito educativo ha tomado gran relevancia este término debido a la importancia que tiene en el desarrollo integral del niño. Específicamente, en dicho ámbito definen las competencias emocionales como un conjunto de saberes que los alumnos ponen en acción para obtener respuestas. Estas tienen las características de ser pensadas, efectivas, sentidas y actualizadas a las demandas de un entorno que es complejo y cambiante (Santamaría, 2010).

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A partir de dichas competencias emocionales, se procede a una enseñanza o educación emocional por parte de los profesores. Este nuevo aspecto educativo tiene como objetivo orientar en la adquisición de conocimientos sobre las emociones.

Además, se espera que, de acuerdo con el desarrollo evolutivo, el alumno pueda valorar tanto sus propias emociones como las de los demás. Por ello, se aspira a que puedan regularlas y, así, dar respuestas apropiadas en cada contexto.

En el desarrollo de tales competencias, se han de tener en cuenta diversos aspectos como la conciencia y regulación emocional, autogestión y habilidades para la vida y el bienestar. Además, la enseñanza de estas depende de factores como el entrenamiento, práctica y perfeccionamiento.

Por lo tanto, no solo se puede usar la instrucción verbal, sino que es necesario ejercitar las capacidades emocionales para convertirlas en un repertorio. Todo esto va a llevar a mejorar la motivación, la respuesta cognitiva e impulsar la toma de decisiones (Cervantes y González, 2017).

Principales competencias emocionales

Dentro del ámbito educativo existen diferentes competencias emocionales que deben ser enseñadas y entrenadas dentro de aula. Esto ayudará al proceso de enseñanza-aprendizaje, pues la promoción de emociones agradables logra que el aprendizaje sea más significativo. Subrayamos la relevancia de proporcionar al estudiante entornos donde pueda cultivar estas competencias. Un caso ilustrativo de esto son las sesiones de tutoría entre pares, las cuales facilitan este ambiente mediante un acompañamiento personal.

Además, la expresión y regulación de las emociones impulsa diversos ámbitos de la vida de los alumnos. En este caso, nos enfocaremos en las planteadas por el doctor en ciencias de la educación Rafael Bisquerra (2012).

Conciencia emocional

Esta competencia emocional enseña al alumno la capacidad de concientizarse tanto de las emociones propias como las de los demás. Además, ayuda a desarrollar la habilidad para captar el clima emocional dentro de un contexto determinado. Esta categoría se puede dividir en:

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  • Tomar conciencia de las propias emociones: Capacidad para percibir, identificar y etiquetar con precisión emociones y sentimientos propios.
  • Dar nombre a las propias emociones: Habilidades para etiquetar correctamente las propias emociones a través del lenguaje verbal y no verbal.
  • Comprender las emociones de los demás: Percibir con precisión las emociones y perspectivas de los demás. Con esto, la persona podrá entender claves de comunicación verbal y no verbal y, así, comprender lo que quiere expresar el otro. De igual forma, se incluye la capacidad para implicarse de manera empática en las expresiones emocionales del resto.

Regulación emocional

La regulación emocional es una competencia emocional que se enfoca en el desarrollo de la habilidad para manejar las emociones de manera apropiada. Se debe tener en cuenta:

  • Tomar conciencia de la relación existente entre emoción, cognición y comportamiento: En este caso hay que entender que las emociones y comportamientos se influyen mutuamente. Además, estos dos aspectos pueden ser regulados por la cognición, a través de la conciencia y el razonamiento.
  • La expresión emocional: Con esta se debe desarrollar una habilidad para expresar las emociones correctamente. Entendiendo que, el estado interno no necesariamente corresponde con la expresión externa.
  • Regular las emociones: Las emociones y sentimientos han de ser regulados. Por lo tanto, se debe incluir el autocontrol de impulsos (ira, comportamientos de riesgo) y la tolerancia a la frustración. El objetivo es prevenir estados emocionales poco adaptativos (ansiedad, depresión).
  • Habilidades de afrontamiento: Es la capacidad para afrontar emociones. Especialmente, las menos agradables. Esto se hace por medio de la autorregulación, que ayuda a mejorar la intensidad y duración de dichos estados emocionales.
  • Autogenerar emociones agradables: Se enfoca en desarrollar la capacidad para experimentar, de forma consciente y voluntaria, emociones agradables y disfrutar de la vida. Se tiene que incluir la capacidad para autogestionar el propio bienestar, un aspecto que mejora la calidad de vida.

Autonomía emocional

En esta competencia emocional son abordadas un conjunto de características que puede influir en la autogestión personal. Es decir, se comentan diversos aspectos individuales que cada persona necesita desarrollar para mejorar así otros factores emocionales. Entre ellas encontramos:

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  • Autoestima: Tener una imagen positiva y buenas relaciones con uno mismo.
  • Automotivación: Capacidad de motivarse e implicarse, emocionalmente, en las diversas actividades diarias.
  • Actitud positiva: Se relaciona con un sentido constructivo de sí mismo y de la sociedad. Se espera que la persona se sienta optimista al afrontar diversos retos. Asimismo, se podría incluir la intención de ser compasivo, caritativo y justo.
  • Responsabilidad: Asumir la toma de decisiones con intención de implicarse en comportamientos saludables, seguros y éticos.
  • Análisis crítico de las normas sociales: En esta se incluye la capacidad para hacer una evaluación crítica de los mensajes sociales, culturales y de los medios de comunicación. Enfocándose, principalmente, en lo relativo a comportamientos sociales y personales.
  • Buscar ayuda y recursos: Aquí toma protagonismo la habilidad de la persona para identificar en qué aspecto necesita apoyo y saber cómo acudir a los recursos que le puedan ayudar.
  • Autoeficacia emocional: Significa que uno acepta su propia experiencia emocional de acuerdo con las creencias personales, lo que constituiría un balance emocional deseable. Hay una consonancia entre las emociones y valores morales propios.

Competencia social

Es la competencia emocional se encuentran implicados aspectos importantes para mantener buenas relaciones con otras personas, ya sean profesores, compañeros o familiares. Se debe incluir:

  • Dominar las habilidades sociales básicas: Escuchar, saludar o dar gracias, entre otras.
  • Respetar a los demás: Apreciar y aceptar las diferencias individuales y grupales. Así como valorar los derechos de todas las personas.
  • Comunicación receptiva: Atender la comunicación de los otros con el fin de recibir los mensajes con precisión.
  • Comunicación expresiva: Desarrollar la facultad para iniciar o mantener conversaciones y así poder expresar sentimientos y pensamientos de manera clara. Con ello, podemos demostrar que el otro es comprendido.
  • Compartir emociones: Ser consciente de que la naturaleza y estructura de las relaciones vienen definidas por el grado de sinceridad expresividad y reciprocidad. Remarcando la importancia de compartir las emociones de manera franca.
  • Comportamiento prosocial y cooperación: Aquí se desarrolla la capacidad para mantener actitudes de respeto y amabilidad. Por ejemplo, respetar el turno y compartir en situaciones didácticas.
  • Asertividad: En este caso, se espera que el niño aprenda a expresar emociones y pensamientos de manera clara y respetuosa. Por lo tanto, debe explicar de forma precisa su punto de vista, pero respetando a los demás. Esto evitará ponerlo en situaciones donde se pueda sentir incómodo o presionado.

Habilidades de vida y bienestar

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Se evalúa la capacidad para adoptar comportamientos responsables y apropiados antes diversas situaciones que se puedan presentar. El objetivo de esta competencia es potenciar el bienestar social y psicológico. Los principales aspectos a tener en cuenta implican la identificación de problemas, crucial para reconocer situaciones que requieren una toma de decisiones. Esto implica analizar los riesgos, las barreras y los recursos disponibles.

A partir de esta comprensión, se pueden fijar objetivos adaptativos, desarrollando la capacidad de establecer metas realistas y positivas que aborden eficazmente los desafíos identificados. Al enfrentar problemas interpersonales, como parte del proceso de establecimiento de objetivos, la solución de conflictos se vuelve esencial. Aquí, la competencia para abordar estos problemas de manera constructiva, ofreciendo soluciones informadas y positivas, es fundamental.

La negociación, como habilidad relacionada, entra en juego al resolver conflictos de manera pacífica, teniendo en cuenta los sentimientos y perspectivas de los demás para llegar a una resolución satisfactoria. Finalmente, el bienestar emocional, que se nutre de estas habilidades, implica la capacidad de experimentar conscientemente el bienestar y de compartirlo con quienes se interactúa, creando así un entorno positivo y saludable para todos los involucrados.

Conclusión

Para terminar, es importante entender que la enseñanza y práctica de las competencias emocionales va a ser fundamental para un desarrollo integral de los niños. El hecho de entender y regular las emociones no solo va a ayudarle de manera personal, si no que impulsará de manera significativa las relaciones sociales. A futuro, esto le permitirá fortalecer vínculos, desarrollarse laboralmente y, en general, mejorar su calidad de vida. Aquí hay que recalcar la importancia que tienen tanto las instituciones educativas como la familia en la enseñanza de las presentes competencias. Por esto, se ha de desarrollar un trabajo conjunto entre todos los ámbitos en los que el niño se desarrolla.

Referencias bibliográficas

  • Bisquerra, R. (2012)Orientación, tutoría y educación emocional. Editorial síntesis, S. A.
  • Márquez, M. C. y Gaeta, M. L. (2017). Desarrollo de competencias emocionales en pre-adolescentes: El papel de padres y docentes. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado20(2), 221-235. https://doi.org/10.6018/reifop/20.2.232941
  • Santamaría, J. S. (2010). La competencia emocional en la escuela: Una propuesta de organización dimensional y criterial. Ensayos: Revista de la Facultad de Educación de Albacete25, 79-96. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3736521