El síndrome de Diógenes ha sido tradicionalmente asociado al deterioro extremo en la higiene personal, el aislamiento social y la acumulación desmedida de objetos. Sin embargo, en el contexto de los trastornos neurocognitivos, adquiere una dimensión más compleja. Investigaciones recientes lo vinculan con el avance de ciertos tipos de demencias, especialmente la frontotemporal, donde los síntomas no son simplemente una elección de vida ni un problema social, sino manifestaciones clínicas del daño cerebral progresivo. A continuación, examinaremos el vínculo entre el síndrome de Diógenes y la demencia desde una mirada neuropsicológica y clínica.

¿Cómo se manifiesta el síndrome de Diógenes?

Este patrón conductual se presenta como una combinación de desorganización ambiental, desinterés por la apariencia física y una marcada acumulación de objetos sin utilidad. Todas ellas manifestaciones que, lejos de tratarse de un simple descuido, reflejan fallos en el juicio, la planificación y la capacidad para evaluar lo que es relevante.

En particular, quienes lo desarrollan suelen mostrar una pérdida significativa de iniciativa. También manifiestan aislamiento voluntario y rechazo a cualquier tipo de asistencia externa. Esta negativa responde a una alteración en la conciencia de enfermedad, donde el paciente no percibe que necesita ayuda.

Síndrome de Diógenes y demencia frontotemporal

Síndrome de diógenes y demencia

Como ya adelantamos, el síndrome de Diógenes y la demencia presentan una relación particularmente fuerte en el caso de la demencia frontotemporal. Dicha variante (que afecta sobre todo a personas en edades más tempranas que el Alzheimer), se caracteriza por cambios conductuales, impulsividad y alteraciones en el juicio moral y social. En estudios recientes, se ha identificado la presencia de este síndrome en aproximadamente el 36 % de las personas con esta forma de demencia.

Particularmente, aquellos con el subtipo frontotemporal pueden desarrollar comportamientos compulsivos, como la recolección de objetos sin valor, sin experimentar ansiedad ni satisfacción al hacerlo. Cabe destacar que, a diferencia de lo que ocurre en los trastornos obsesivo-compulsivos, la acumulación no responde a una necesidad emocional, sino a un impulso desinhibido, muchas veces derivado de un daño en el lóbulo frontal. En efecto, la demencia frontotemporal afecta regiones cerebrales implicadas en la regulación de la conducta, la toma de decisiones y el control de impulsos, lo que explica la pérdida de higiene, el aislamiento social y la acumulación compulsiva (Finney, 2017).

Evidencias clínicas: ¿Qué se ha comprobado?

El análisis de cinco casos clínicos de pacientes con demencia frontotemporal permite identificar un patrón común. El deterioro progresivo de la higiene personal, conducta compulsiva de acumulación, cambios en la alimentación y desinhibición social son algunos de los factores. Algunos pacientes coleccionaban objetos como revistas, electrodomésticos, ropa usada o incluso basura, sin mostrar apego emocional hacia ellos (Finney, 2017).

Además, se evidenció una marcada falta de insight. Es decir, no reconocían que sus conductas eran problemáticas, lo que dificultaba la intervención. Incluso cuando se intentaba desechar los objetos acumulados, la mayoría no manifestaba resistencia ni malestar, lo cual refuerza la hipótesis de una base neurológica más que emocional.

Algunos desafíos en la evaluación

El diagnóstico del síndrome de Diógenes no siempre es sencillo. Muchas veces, los signos se interpretan como producto de una vida excéntrica o un deterioro social relacionado con la vejez. No obstante, una evaluación cuidadosa puede revelar que detrás de estas conductas hay fallas cognitivas específicas, especialmente en funciones como la organización, el control de impulsos y la autorregulación emocional, aspectos que se ven afectados en casos de demencia. Para una valoración adecuada, se requiere un abordaje interdisciplinario que incluya evaluación médica general, pruebas neuropsicológicas y estudios por imágenes.

Problemas en los criterios diagnósticos del síndrome de Diógenes

Uno de los aspectos más problemáticos es que no figura en los principales sistemas de clasificación diagnóstica. En consecuencia, su identificación depende del juicio clínico y de la integración de signos conductuales como el autoabandono, la acumulación excesiva y el rechazo al entorno social.

De tal manera, algunos autores han propuesto distinguir entre un Diógenes “primario”, donde no existe diagnóstico psiquiátrico de base, y uno “secundario”, que aparece en el contexto de cuadros como demencia, trastornos del estado de ánimo, psicosis o trastornos obsesivo-compulsivos. Sin embargo, esta diferenciación aún carece de validación empírica, y los límites entre condiciones son a menudo difusos (Cipriani, 2022).

¿Excentricidad o síntoma?: Dilemas clínicos

Síndrome de diógenes y demencia

Esta ambigüedad tiene consecuencias prácticas. Por un lado, puede llevar a subestimar la gravedad del cuadro, interpretándolo como un estilo de vida voluntario o una excentricidad. Por otro, obstaculiza la investigación sistemática sobre prevalencia, causas y tratamientos eficaces.

En el caso de personas con demencia, esto se vuelve aún más complejo. Ya que se debe interpretar hasta qué punto refleja un deterioro específico del lóbulo frontal, y no una característica previa de la personalidad del paciente.

¿Cómo es el abordaje clínico?

En ocasiones, la consulta médica no surge por iniciativa del paciente, sino por la preocupación de familiares o vecinos. El rechazo a la intervención externa, sumado a la dificultad para determinar la capacidad de toma de decisiones en contextos de deterioro cognitivo, genera tensiones éticas y legales.

En ese contexto, resulta clave comprender que la intervención debe ser gradual y respetuosa de la autonomía del paciente. Además, es fundamental, sobre todo, no perder de vista los riesgos que implican dichas conductas, tanto para su salud como para su entorno. Así, la creación de entornos seguros, junto con una supervisión constante, marca una diferencia significativa en el pronóstico funcional (Cipriani, 2022).

Tratamientos posibles

Las intervenciones deben ser adaptadas a cada caso, y en la mayoría de los escenarios se recomienda un abordaje no farmacológico centrado en el entorno, la psicoeducación familiar y el acompañamiento comunitario. Sin embargo, en algunos casos, el uso de antipsicóticos y antidepresivos ha mostrado beneficios parciales para reducir los comportamientos compulsivos.

Por ejemplo, se han documentado mejoras con sertralina, quetiapina o ácido valproico, aunque los efectos no son consistentes. La clave parece estar en generar un entorno estructurado, con rutinas estables y una intervención sostenida que combine la contención emocional con estrategias conductuales (Finney, 2017).

Hacia intervenciones más humanas

La asociación entre el síndrome de Diógenes y la demencia representa una advertencia clínica que exige atención urgente y especializada. Lejos de ser una manifestación de excentricidad o abandono voluntario, estos comportamientos pueden constituir signos tempranos de deterioro neurocognitivo, particularmente en la demencia frontotemporal.

Comprenderlo nos permitirá, además de afinar los criterios diagnósticos, diseñar intervenciones más efectivas, respetando la autonomía del paciente sin descuidar su bienestar. Para aprender más sobre esta enfermedad neurodegenerativa, sus bases neurológicas y el proceso diagnóstico, te recomendamos nuestro curso sobre demencias.

Referencias bibliográficas

  • Cipriani, G., Lucetti, C., Vedovello, M. y Nuti, A. (2022). Diogenes syndrome in patients suffering from dementia. Dialogues in clinical neuroscience14(4), 455-460. https://doi.org/10.31887/DCNS.2012.14.4/gcipriani
  • Finney, C. M. y Mendez, M. F. (2017). Diogenes Syndrome in Frontotemporal Dementia. American journal of Alzheimer’s disease and other dementias32(7), 438-443. https://doi.org/10.1177/1533317517717012