En los últimos años, la relación entre los espacios verdes y la salud mental ha captado la atención de la comunidad científica. Diversos estudios sugieren que el simple hecho de caminar por un bosque o contemplar un parque podría aliviar el malestar emocional. Sin embargo, hasta ahora la evidencia era dispersa y con resultados contradictorios. Para arrojar más claridad sobre este vínculo, una reciente revisión sistemática y metaanálisis examinó si la exposición breve a entornos naturales tiene un impacto positivo sobre el estado de ánimo depresivo. ¿Puede el contacto con la naturaleza convertirse en una herramienta complementaria para mejorar la depresión?

Lo que sabíamos sobre naturaleza y depresión

Naturaleza y depresión, espacios verdes y salud mental

Hasta el momento, las investigaciones indicaban que la exposición a espacios verdes tendría efectos beneficiosos sobre la salud mental, en particular sobre los síntomas depresivos. Algunas teorías han intentado explicar dicha incidencia. Por ejemplo, hay quienes sostienen que los entornos naturales permiten recuperar recursos cognitivos agotados, mientras que otros proponen que la naturaleza provoca respuestas psicofisiológicas asociadas a la calma y la seguridad.

Asimismo, estudios previos sugerían que las personas que viven cerca de espacios verdes o los visitan con frecuencia reportan niveles más bajos de depresión. Sin embargo, muchas de estas investigaciones eran transversales, con resultados difíciles de generalizar o de interpretar como efectos causales. Además, variables como el tipo de ambiente, la actividad realizada o las características de los participantes, no habían sido analizadas de forma específica para conocer su influencia en los resultados.

Una revisión sistemática para comprender mejor el vínculo

Con el objetivo de abordar las limitaciones descritas, un metaanálisis revisó de forma sistemática la literatura disponible hasta marzo de 2018. Se incluyeron 33 estudios realizados en distintas partes del mundo, que comparaban el efecto de una exposición breve a ambientes naturales frente a ambientes urbanos construidos. La población analizada abarcó tanto personas sanas como grupos clínicos con hipertensión, trastornos mentales o síntomas de burnout.

El criterio de inclusión principal fue que las investigaciones evaluaran el estado de ánimo depresivo inmediatamente después de la exposición. En tal sentido, utilizaron instrumentos validados como el Perfil de Estados de Ánimo (Profile of Mood States, POMS, en inglés) o la Escala de Afecto Positivo y Negativo (Positive and Negative Affect Schedule, PANAS, en inglés). Asimismo, fueron descartadas aquellas investigaciones que midieran bienestar general o que utilizaran representaciones virtuales de la naturaleza.

¿Qué encontraron los estudios analizados?

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Como impresión general, el metaanálisis reveló un pequeño efecto positivo de la exposición a la naturaleza sobre el estado de ánimo depresivo. Aunque el tamaño del resultado fue modesto, los datos sugieren que incluso una exposición breve es capaz de generar beneficios emocionales en ciertos contextos. El presente hallazgo se alinea con investigaciones previas que indican que tan solo 15 minutos en un espacio natural, pueden tener un impacto en el bienestar subjetivo.

Entornos que favorecen el estado de ánimo

Los ensayos incluidos analizaron una variedad de entornos naturales, entre ellos, bosques, parques urbanos, áreas agrícolas y reservas. Las actividades variaban desde caminatas guiadas hasta sesiones de contemplación pasiva. En tal sentido, tanto la actividad física en la naturaleza como el simple acto de estar en contacto visual con espacios verdes, generaron una reducción en el ánimo depresivo y un mayor beneficio a la salud mental, especialmente en comparación con espacios urbanos.

Sin embargo, no todos los ensayos mostraron diferencias significativas entre los entornos naturales y los construidos. En algunos casos, el estado de ánimo mejoró tras ambas exposiciones, lo que sugiere que el cambio de contexto o la propia actividad física ocuparían un lugar relevante.

¿Quiénes obtuvieron más beneficios?

Aunque la mayoría de las investigaciones fueron realizadas con estudiantes universitarios, también participaron personas mayores y grupos clínicos. En general, los efectos beneficiosos fueron más notorios en personas con síntomas previos de malestar psicológico. Lo dicho abre la posibilidad de que ciertas poblaciones sean más sensibles a los beneficios de la naturaleza.

Moderadores que podrían explicar la variabilidad

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La revisión exploró si algunas variables podían explicar por qué el efecto de naturaleza y la depresión era más fuerte en ciertos casos. En concreto, existieron posibles moderadores como el tipo de entorno natural (siendo más efectivos los bosques que los parques), la proporción de mujeres en la muestra, el tipo de espacio urbano comparado y el tiempo entre exposiciones en estudios cruzados.

Sin embargo, ninguno de los moderadores analizados fue estadísticamente significativo al ingresar en el modelo final.

Lo que limita la evidencia actual

A pesar de los resultados alentadores, la revisión identificó varias limitaciones que impiden sacar conclusiones definitivas. Por ejemplo, la calidad metodológica de las investigaciones incluidas fue baja o muy baja. En muchos casos, existía un alto riesgo de sesgo debido a la falta de aleatorización, el desconocimiento sobre posibles factores de confusión (como el clima o la actividad previa), y la imposibilidad de cegar a los participantes respecto al entorno en el que se encontraban.

También hubo una gran heterogeneidad entre estudios, tanto en las muestras como en los procedimientos, lo que dificulta comparar los resultados de forma directa. Finalmente, la mayoría de las investigaciones contaban con muestras pequeñas, lo que reduce la potencia estadística y aumenta la probabilidad de errores de interpretación.

Una relación prometedora pero aún incierta

El metaanálisis aporta evidencia preliminar de que la exposición breve a la naturaleza sería un factor relevante en la reducción de la depresión o del estado de ánimo depresivo. Si bien el efecto promedio fue pequeño, su potencial como estrategia accesible, económica y no invasiva resulta prometedor. El contacto con espacios verdes podría integrarse, por ejemplo, como complemento a intervenciones clínicas o como parte de programas de promoción del bienestar de la salud mental en comunidades urbanas.

No obstante, es indispensable contar con más investigaciones con diseños rigurosos, muestras diversas y métodos estandarizados para evaluar el verdadero impacto de estas intervenciones. ¿Podrá la naturaleza convertirse en una aliada efectiva en el abordaje de los problemas de salud mental? Por último, si te interesa aprender más acerca de la evaluación y diagnóstico de la depresión, te invitamos a nuestro curso sobre el Inventario de Depresión de Beck (BDI).

Referencia bibliográfica

  • Roberts, H., van Lissa, C., Hagedoorn, P., Kellar, I. y Helbich, M. (2019). The effect of short-term exposure to the natural environment on depressive mood: A systematic review and meta-analysis. Environmental Research, 177, 108606. https://doi.org/10.1016/j.envres.2019.108606