Investigaciones previas han demostrado que el estrés crónico afecta negativamente la estructura y función del cerebro, así como los procesos neuroinflamatorios y neurodegenerativos relacionados con la demencia. Hoy en día, existe un interés, cada vez mayor, en explorar la conexión entre el estrés y la demencia. Lo anterior, impulsado por la creciente prevalencia de esta enfermedad a nivel mundial y la necesidad de identificar factores de riesgo modificables que puedan influir en su desarrollo. A continuación, profundizaremos en los hallazgos de un estudio que hace énfasis en la relación existente entre el estrés crónico y el riesgo de demencia.
Estrés y demencia: ¿Qué son?
Definamos estos conceptos. El primero refiere a una respuesta fisiológica y psicológica del organismo frente a situaciones que se perciben como desafiantes o amenazantes. Así, se manifiesta de diferentes formas y su impacto en la salud varía dependiendo de la duración e intensidad de la exposición al mismo. Algunos ejemplos de factores que lo desencadenan podrían ser situaciones laborales, problemas familiares, eventos traumáticos, entre muchos otros.
Por otro lado, la demencia es un síndrome caracterizado por la disminución progresiva de las capacidades cognitivas. La misma afecta funciones como los procesos de la memoria, el pensamiento, razonamiento y la capacidad para llevar a cabo actividades cotidianas. Dicha condición es lo suficientemente grave como para interferir en la vida diaria, limitando la autonomía y dificultando el cuidado de las propias necesidades básicas.
Además, la demencia no se manifiesta solo en la pérdida de memoria. Por el contrario, también puede incluir cambios en la personalidad y el comportamiento. En este sentido, provoca un aumento en el impacto sobre el bienestar emocional, tanto del paciente como de sus familiares y cuidadores.
El foco del estudio
Un reciente artículo, publicado en 2023, tuvo como objetivo principal el analizar de qué forma los diferentes tipos de estrés afectan directamente en el riesgo de desarrollar demencia. Entre ellos, incluye eventos estresantes crónicos y reacciones al mismo experimentado en etapas tempranas de la vida (como la infancia y la adolescencia).
¿Cómo se lleva a cabo este estudio sobre estrés y demencia?
Se realiza una revisión sistemática. Para ello, los autores hicieron búsquedas exhaustivas en bases de datos académicas, abarcando el período desde 1887 hasta 2021. Tras aplicar los criterios de inclusión, se seleccionaron un total de 53 muestras procedentes de 40 estudios publicados entre 1985 y 2020 que cumplían con los criterios establecidos para la revisión.
Estos estudios abordaban diferentes dimensiones del estrés, incluyendo la exposición al mismo, el exceso de cortisol, el trastorno por estrés postraumático (TEPT) y los marcadores biológicos. Asimismo, durante el análisis de datos se consideró la exposición al estrés en las distintas etapas del ciclo vital como un factor importante a investigar.
Los resultados afirman el vínculo entre estrés y demencia
Aunque los hallazgos en general son mixtos, una tendencia consistente es que el estrés experimentado en etapas tempranas de la vida y el crónico predicen mayor riesgo de demencia. Dicho vínculo es particularmente significativo en personas que han experimentado eventos traumáticos. Lo anterior, ya que podrían haber generado un impacto sobre el desarrollo y la resiliencia del cerebro desde edades tempranas.
En este sentido, tal como los investigadores esperaban, ciertos eventos que ocurren en etapas tempranas se correlacionan con un mayor riesgo de demencia. Algunos ejemplos son: la pérdida de un padre, y el estrés psicológico experimentado en la mediana edad, así como las respuestas extremas al mismo, como el TEPT. Adicionalmente, tales experiencias no solo aumentan el riesgo de deterioro cognitivo, sino que también parecen influir en factores relacionados, como la depresión y ansiedad. A su vez, estos factores amplifican los efectos negativos del estrés sobre el cerebro a lo largo de los años.
El estrés como factor de riesgo a trabajar
Además, se destacó que la reducción de la exposición al estrés y la mejora en la gestión del mismo son estrategias relevantes en la reducción del riesgo de demencia. En esta línea, varias intervenciones han mostrado resultados prometedores en la mejora de la calidad de vida y al reducir el deterioro cognitivo en etapas avanzadas. Dentro de ellas podemos incluir programas de apoyo social y técnicas de manejo del estrés, como mindfulness y terapia cognitiva. Hallazgos que respaldan la importancia de considerar el estrés crónico como un factor de riesgo potencialmente modificable con el fin de prevenir el desarrollo de la demencia.
Limitaciones y consideraciones del estudio
Con el fin de ir concluyendo esta nota, debemos mencionar que el estudio en el cual nos basamos para escribirla presenta algunas limitaciones. Las mismas podrían afectar la comparabilidad de los resultados y generalización de las conclusiones. De esta forma, en primer lugar, haremos referencia a la variabilidad en los diseños de los estudios incluidos en la revisión.
Por otro lado, resulta sumamente importante considerar la posibilidad de sesgos en la selección de los estudios y la presentación de los datos. Asimismo, la mayoría de los estudios revisados se basaron en datos autoinformados sobre el estrés.
¿Se puede entonces prevenir la demencia?
Sí, la demencia se puede prevenir mediante la integración de intervenciones de reducción del estrés en programas destinados a prevenir o retrasar el desarrollo de esta condición. Tal como se mencionaba, examinar las diversas dimensiones del estrés a lo largo de la vida ayudan a prever el impacto en el riesgo de demencia. Esto es especialmente cierto en aquellos casos de estrés crónico. Además, abordarlo como un factor de riesgo modificable es fundamental para reducir la probabilidad de desarrollar demencia en el futuro.
No menos importante, hay que tener en cuenta que la relación entre el estrés y la demencia es compleja y multifactorial. Por lo que otros factores de riesgo y protectores también influyen en esta asociación. Para aprender más sobre el impacto biológico, cognitivo y emocional que tiene esta respuesta del cuerpo a nivel cerebral, si te invitamos a nuestro curso sobre estrés y cerebro.
Referencia bibliográfica
- Luo, J., Beam, C. R. y Gatz, M. (2023). Is Stress an Overlooked Risk Factor for Dementia? A Systematic Review from a Lifespan Developmental Perspective. Prevention science : the official journal of the Society for Prevention Research, 24(5), 936-949. Doi: 10.1007/s11121-022-01385-1