Está claro, la educación, un pilar fundamental de la sociedad, impacta tanto en la salud física como mental. De hecho, los niveles más bajos de educación se asocian con peores resultados de salud. Y, dichas disparidades en este ámbito, persisten en el tiempo y se documentan globalmente. Por otro lado, la falta de educación puede alimentar prejuicios y estereotipos, lo que lleva a actitudes discriminatorias y exclusión social. Por el contrario, la educación fomenta la comprensión, la empatía y el respeto hacia la diversidad, lo que contribuye a crear sociedades más inclusivas y equitativas. En el estudio realizado por Meisel y colaboradores (2022), se indaga sobre estigma y discriminación basados en la educación entre adultos jóvenes que no están en la universidad. ¿Cuál es la relación entre estigma y discriminación vinculado con la educación? ¿Cómo abordarlo?
La edad adulta y sus múltiples opciones
La edad adulta emergente, comprendida entre los 18 y 25 años, es crucial, marcando la diversidad de trayectorias de vida. En este periodo, las opciones post-secundaria varían, desde la universidad hasta el empleo directo o el ejército. En cifras recientes, solo el 37 % en Estados Unidos (EE. UU.) tenía una licenciatura a los 25 años.
Con respecto a lo anterior, la investigación comienza a abordar la diversidad de los adultos jóvenes no universitarios. Y es que, las disparidades de salud basadas en la educación son evidentes, con aquellos sin educación universitaria reportando peor salud mental y bienestar social. En tales casos, la estigmatización del estatus educativo puede ser un factor subestimado en dichas disparidades.
El fenómeno del estigma social
El estigma social, que implica prejuicios o discriminación basados en características personales, perpetúa desigualdades sociales, afectando la salud mental. Y, aunque menos explorado en el ámbito educativo, existe evidencia de estigmatización hacia aquellos que no acceden a educación universitaria.
Este estudio, guiado por la teoría del estigma social, busca entender cómo afecta la mencionada estigmatización la salud mental de los adultos jóvenes no universitarios. Pues al comprender mejor tal asociación, se pueden desarrollar estrategias para un mejor abordaje y promover la salud mental en el mencionado grupo demográfico.
Estigma y discriminación: ¿Cómo se llevó a cabo el estudio?
Para recopilar datos, se emplearon paneles de encuestas de Qualtrics, que reclutan panelistas de diversas fuentes, como redes sociales y programas de fidelización. Los participantes elegibles, de 18 a 25 años y sin planes de asistir a una universidad, completaron una encuesta en línea en febrero y marzo de 2021.
A su vez, se excluyeron 25 participantes por respuestas inconsistentes, obteniendo una muestra final de 488 participantes. Por otro lado, los procedimientos fueron aprobados por la Junta de Revisión Institucional de la Universidad de Brown, y se obtuvo el consentimiento informado de todos ellos.
¿De qué forma se midió el estigma?
Para evaluar el estigma percibido relacionado con la no asistencia a una universidad, se adaptó un cuestionario de seis ítems de la escala de estigma. Los ítems se modificaron para reflejar el estigma específico y abordar tres subescalas: estigma personalizado, preocupaciones sobre actitudes públicas y autoimagen negativa. Acto y seguido, los participantes calificaron su acuerdo en una escala Likert de 4 puntos.
¿Y la discriminación?
Para medir la discriminación relacionada con la educación, se adaptó una medida de cuatro ítems de la Escala de Discriminación Cotidiana (Everyday Discrimination Scale, en inglés). Se seleccionaron los cuatro elementos más relevantes para la discriminación basada en la educación, adaptando la raíz de la medida para reflejar específicamente este tipo de discriminación. Así, los participantes calificaron la frecuencia con la que experimentaron estos eventos debido a su educación en una escala de 1 (nunca) a 6 (casi todos los días).
También se evaluó la ansiedad y depresión
Para evaluar la ansiedad y el estado de ánimo deprimido, se empleó el Cuestionario de Salud del Paciente (Patient Health Questionnaire, en inglés) de 4 ítems. Los participantes indicaron la frecuencia de molestia por los síntomas de ansiedad y depresión en el último mes en una escala del 1 (nada) al 4 (casi todos los días), donde puntuaciones más altas denotan mayor severidad de los síntomas. Ambas escalas, de ansiedad y depresión, mostraron una fiabilidad adecuada para la evaluación de estos aspectos de la salud mental.
¿Cuáles fueron los resultados?
Las respuestas a los ítems de estigma variaron. El porcentaje más alto (60 %) estuvo muy o algo de acuerdo con el ítem: La mayoría de la gente cree que una persona que no asiste a una universidad durante 4 años no tiene educación. El porcentaje más bajo (23 %) estuvo de acuerdo con mis amigos me trataron mal porque no fui a la universidad durante 4 años.
Por otro lado, la media general para los ítems de estigma fue 2,21, indicando principalmente desacuerdo. Respecto a la discriminación, el 71,8 % afirmó haberla experimentado al menos una vez en el último año. Y la media general de los ítems fue 2,89, indicando experiencias unas pocas veces al año. Con esto, la edad se asoció negativamente con el estigma y la discriminación. Género, raza, ingreso personal y del hogar no mostraron asociaciones significativas.
Estigma por parte de desconocidos
El estudio actual es pionero en explorar el estigma y la discriminación en adultos emergentes que no asistieron a la universidad de cuatro años. Cerca de la mitad de los participantes percibieron un trato peor y fueron considerados sin educación. De este modo, aunque la mayoría no reportó maltrato de amigos o familiares, muchos sintieron limitaciones en el acceso a recursos y experimentaron discriminación.
Por su parte, la edad mostró una relación inversa con el estigma y la discriminación, posiblemente debido a la destacada decisión educativa en los jóvenes. Y, un dato curioso, es que el estigma no provino principalmente de familiares o amigos, sino de pares o extraños, posiblemente a medida que ingresaban al mercado laboral. Sorprendentemente, dicho estigma no se asoció con ingresos personales o familiares.
Limitaciones para pulir
El estudio presenta algunas limitaciones importantes. Primero, la muestra no es representativa, lo que podría afectar la generalización de los resultados a la población en general. Se necesita investigación adicional para examinar las diferencias en la prevalencia del estigma y la discriminación según la ubicación geográfica y el entorno urbano o rural. Adicionalmente, el uso de medidas de autoinforme podría sesgar las respuestas.
En tercer lugar, al ser un estudio transversal, no se puede establecer una relación de causalidad entre las variables. De este modo, futuras investigaciones longitudinales podrían explorar la relación entre el estigma, la discriminación y la salud mental con mayor profundidad. A pesar de las limitaciones, este estudio representa un paso inicial significativo en dicha área de investigación.
Cuando el estigma manda
El estudio descrito pone de relieve la prevalencia del estigma y la discriminación entre adultos emergentes que no asisten a una universidad durante cuatro años. A pesar de las limitaciones, los hallazgos plantean importantes interrogantes sobre la equidad en la educación y su impacto en la salud mental. Con lo que, reflexionar sobre las experiencias de no universitarios es fundamental para impulsar acciones que promuevan la inclusión y el bienestar en entornos educativos y sociales. Por último, el artículo de referencia ofrece una base para futuras investigaciones y medidas que aborden las disparidades educativas y fomenten la igualdad de oportunidades para todas las personas.
Referencia bibliográfica
- Meisel, M. K., Haikalis, M., Colby, S. M. y Barnett, N. P. (2022). Education-based stigma and discrimination among young adults not in 4-year college. BMC Psychology, 10(1). https://doi.org/10.1186/s40359-022-00737-4