La sexualidad es un aspecto intrínseco de la experiencia humana, pero en el contexto de la discapacidad intelectual y del desarrollo, se ha enfrentado a menudo a la estigmatización. Esta nota explora el complejo mundo de la sexualidad en dicho contexto, reconociendo que las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo tienen sus propios deseos, necesidades y desafíos en el ámbito sexual. ¿Cómo podemos garantizar estas personas tengan acceso a una educación sexual adecuada y entorno que les permita desarrollar relaciones saludables?
Explorando la discapacidad intelectual
Este concepto se refiere a un trastorno del desarrollo, y se caracteriza por limitaciones en el funcionamiento intelectual y adaptativo en dominios conceptuales, sociales y prácticos. Se clasifica en grados que van desde leve hasta profundo, a menudo con desafíos sensoriales o físicos añadidos. Aunque el término es “discapacidad intelectual”, comúnmente se utiliza “discapacidad intelectual y del desarrollo”.
Por otro lado, la prevalencia es difícil de precisar debido a su coexistencia con otros cuadros. No obstante, en España, aproximadamente el 6.6 % de la población presenta algún tipo de discapacidad, con un 8.7 % relacionado con la discapacidad intelectual y del desarrollo (López et al., 2021).
Un nuevo enfoque: La funcionalidad
Hoy en día, la perspectiva se ha ampliado para incluir el aspecto funcional. El mismo se centra en la capacidad de las personas para adaptarse en su entorno social, personal y laboral. En este sentido, subraya la importancia del contexto social y puede hacer que sea más difícil diferenciar la discapacidad intelectual y del desarrollo de otras formas, como la discapacidad psicosocial.
En ambos casos, se destaca el estigma, la discriminación y exclusión que enfrentan las personas con discapacidad en la sociedad. Por ejemplo, en cuanto a la discapacidad psicosocial, puede estar relacionado con trastornos mentales, como trastornos afectivos o psicóticos, así como con la utilización de servicios de salud mental.
¿Cuál es el rol de la interacción social?
La idea fundamental es que la discapacidad se manifiesta en la interacción de la persona con la sociedad. Así, muchos de los problemas experimentados no son intrínsecos, sino más bien provocados por factores externos y sociales. El énfasis en el aspecto funcional destaca la importancia de la inclusión y la eliminación de barreras sociales para que las personas puedan participar plenamente en la sociedad y desarrollar su máximo potencial (López et al., 2021).
Adentrémonos en la sexualidad: Un concepto complejo
La sexualidad humana es un fenómeno multidimensional que abarca aspectos biológicos, psicológicos y culturales. Así pues, cada individuo experimenta su sexualidad de manera única, influenciado por experiencias personales y factores sociales. Con esto, la perspectiva individualizada hace que sea un concepto complejo, yendo más allá de la mera biología.
No hay que olvidar que la sexualidad no se limita al acto sexual en sí, sino que se entrelaza con las emociones, actitudes y creencias de cada persona. Consecuentemente, conforma un constructo cultural y social que moldea la identidad de los individuos y define su pertenencia a grupos socioculturales (Losada y Muñiz, 2019).
Un aspecto multidimensional
En esta misma línea, la sexualidad constituye una parte intrínseca de la personalidad de un individuo, y se manifiesta en todo lo que hace como ser humano. Así, no se limita únicamente a la búsqueda de placer o a la procreación, sino que abarca la realización personal y las relaciones interpersonales.
En este sentido, resulta esencial considerar la sexualidad como un concepto integral, ya que ninguna de sus dimensiones tomada de forma aislada tiene validez universal. Por ende, tanto los factores biológicos como los psicológicos y sociales influyen desde el momento del nacimiento y continúan haciéndolo a lo largo de toda la vida, contribuyendo a la riqueza y complejidad de la sexualidad humana.
Sexualidad y discapacidad
Este proceso de exploración y descubrimiento continúa a medida que los niños con discapacidad atraviesan la adolescencia. Durante esta etapa, se producen cambios hormonales significativos que influyen en las sensaciones, percepción de uno mismo, del propio cuerpo y del mundo.
No obstante, la percepción que el joven con discapacidad tiene de su propia sexualidad va a variar dependiendo de su entorno, ya que la sociedad a menudo niega o no reconoce su sexualidad. Lo anterior puede dificultar su integración y el desarrollo de una identidad sexual saludable.
Por lo tanto, es crucial abordar la educación y la atención en lo que respecta a la sexualidad de las personas con discapacidad. Esto no solo implica brindar información adecuada, sino también crear un entorno seguro en el que se pueda explorar y entender el propio cuerpo, emociones y relaciones de manera saludable.
Aspecto clave en el desarrollo
Como dijimos anteriormente, la sexualidad es un factor integral y fundamental del desarrollo humano. Y su importancia no se reduce ni se excluye en el caso de las personas con discapacidad. De esta forma, al reconocer y atender sus necesidades sexuales, podemos promover su desarrollo personal, ayudarles a conocerse, aceptarse y respetarse a sí mismos, y permitirles participar activamente en la sociedad (Losada y Muñiz, 2019).
¿Más vulnerables al abuso sexual?
Las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo enfrentan una mayor vulnerabilidad al abuso sexual debido a diversas causas. En primer lugar, las dificultades para discernir entre comportamientos apropiados e inapropiados pueden llevar a la confusión, haciendo que en ocasiones perciban el abuso como una forma de atención de cuidadores o cuidadoras.
Esta falta de discernimiento a menudo es resultado de una educación sexual insuficiente y de mitos que rodean a esta población, como la errónea creencia de que carecen de identidad sexual. Además, esta vulnerabilidad puede verse acentuada en contextos institucionalizados donde faltan modelos de rol saludables y positivos en el ámbito de la sexualidad.
Por último, la alta deseabilidad social en personas con discapacidad intelectual y del desarrollo puede llevarlas a buscar aceptación y atención de los demás. Lo cual, en algunos casos, puede hacerlas vulnerables a situaciones de riesgo, incluido el abuso.
Conclusión
Más allá de proporcionar educación sexual y un entorno seguro, es esencial trabajar para disminuir los prejuicios y estigmas que rodean a la discapacidad y la sexualidad. Sobra decir que las personas con discapacidad intelectual merecen relaciones afectivas y sexuales saludables y consensuadas. Por lo que promover la diversidad humana y la inclusión nos acerca a una sociedad más justa, donde cada individuo, sin importar su capacidad, pueda disfrutar de una vida sexual plena y enriquecedora.
Referencias bibliográficas
- Houtrow, A. J., Elias, E. R. y Davis, B. E. (2021). Promoting healthy sexuality for children and adolescents with disabilities. Pediatrics, 148(1). https://doi.org/10.1542/peds.2021-052043
- Losada, A. y Muñiz, A. (2019). Sexuality in subjects with intellectual disability. Myths and prejudices as risk factors and vulnerability to sexual abuse. Revista Digital Prospectivas en Psicología, 3(2).
- López, M. I. M., Santos, C. G., Rodríguez, N. M., García‐Vera, M. P. y Fernández, J. S. (2021). Programas de prevención del abuso sexual en personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. Una revisión sistemática. Revista Española de Discapacidad, 9(1), 75-100. https://doi.org/10.5569/2340-5104.09.01.04
- Michielsen, K. y Brockschmidt, L. (2021). Barriers to sexuality education for children and young people with disabilities in the WHO European Region: A scoping review. Sex Education, 21(6), 674-692. https://doi.org/10.1080/14681811.2020.1851181