El trastorno dismórfico corporal es un cuadro que se caracteriza por una preocupación intensa hacia defectos percibidos en la apariencia física que suelen ser imperceptibles o menores para los demás. Lo anterior, en ocasiones, deriva en conductas repetitivas que buscan esconder, arreglar o comprobar tales defectos, como la búsqueda de procedimientos estéticos o el chequeo corporal constante. Respecto a ello, diversas investigaciones sugieren que se encuentra estrechamente relacionado con una baja autovaloración. A continuación, abordaremos los hallazgos de un metaanálisis que explora el vínculo entre trastorno dismórfico y autoestima.
El papel de la autoestima en la salud mental

En concreto, el concepto de autoestima hace alusión a las valoraciones, tanto positivas como negativas, que hacemos acerca de nosotros mismos. Cabe aclarar que, una valoración negativa, no se limita al aspecto físico, sino que trasciende las demás áreas de la vida de la persona.
En ocasiones previas, la evidencia ha señalado que ciertos cuadros psicopatológicos se encuentran directamente relacionados con una valoración negativa. Incluso, han resaltado la importancia de la autoestima como factor de riesgo transdiagnóstico, incluyendo su íntimo vínculo con los diversos trastornos de la conducta alimentaria (TCA). En este contexto, surge un estudio que tiene por objetivo esclarecer la relación particular entre autoestima y trastorno dismórfico corporal.
Pero… ¿Cómo se llevó a cabo?
Con el propósito de explorar de manera sistemática las correlaciones entre la gravedad de la sintomatología de los trastornos dismórficos y la autoestima, controlando además el efecto de los síntomas depresivos, se efectuó una búsqueda exhaustiva en diversos repositorios. Posterior a ello, fueron seleccionados 25 estudios con un total de 6278 participantes.
Dentro de la selección, se consideraron diversas muestras (clínicas, comunitarias, estudiantes y pacientes de cirugía estética), aplicando tanto medidas autoinformadas como entrevistas clínicas para evaluar los síntomas. Asimismo, fueron empleadas técnicas estadísticas de corrección para mejorar la precisión de los resultados y minimizar los sesgos derivados de la heterogeneidad muestral. Ahora bien, ¿qué hallazgos se obtuvieron? Veámoslos en profundidad.
Relación entre trastorno dismórfico y autoestima

Los resultados reflejan una correlación negativa moderada entre ambos. Es decir que, a mayor intensidad de síntomas dismórficos, menor es la valoración propia. A través de ello, el malestar no queda restringido a la imagen corporal, sino que alcanza una evaluación general negativa de sí mismo. Dicha evidencia apoya los modelos teóricos que sitúan a la autovaloración como núcleo central en la psicopatología del cuadro.
Por otro lado, al controlar la presencia de síntomas depresivos, la conexión entre trastorno dismórfico y autoestima se mantuvo, aunque de forma atenuada. Tal hallazgo sugiere que la valoración negativa en la dismorfia, no es explicada únicamente por la comorbilidad con la depresión, constituye un rasgo propio del cuadro.
Algunos factores moderadores
El análisis también examinó si factores como la edad, género o tipo de muestra influían en la relación estudiada. Aunque al principio se observaron algunas diferencias según el tipo de muestra, estas disminuyeron considerablemente tras ajustar los datos. Del mismo modo, el método de diagnóstico empleado, ya fuera autoinforme o entrevista clínica, no generó cambios significativos en los resultados.
Autoestima y TCA
Aunque el metaanálisis se enfoca específicamente en el trastorno dismórfico, se destacó la importancia de diferenciarlo de otros TCA. Esto se debe a que muchos de ellos comparten preocupaciones relacionadas con la imagen corporal y alteraciones en la percepción de uno mismo. Por tal motivo, los autores proponen que fortalecer la autovaloración podría generar beneficios relevantes no solo para la dismorfia, sino también para otros trastornos de esta índole.

Limitaciones y miradas futuras
Entre las principales limitaciones destaca la variabilidad generada por el uso de diversos instrumentos para evaluar el trastorno dismórfico y la imposibilidad de establecer relaciones causales. A su vez, no se pudieron considerar variables clave como el uso de medicación, la presencia de comorbilidades o factores culturales, que podrían influir significativamente en los resultados.
Por último, futuras investigaciones deberían explorar la direccionalidad de la relación autoestima y trastorno dimórfico corporal. A su vez, resultaría útil evaluar variables como la autocompasión, la estabilidad del autoconcepto y la influencia de las redes sociales, considerando el potencial terapéutico de estrategias basadas en la autocompasión.
Cuando la autoestima es el reflejo: Una mirada final
La evidencia actual confirma que constituye un elemento central en la dismorfia. Tales hallazgos destacan la importancia de intervenir sobre las creencias de autovaloración. Especialmente durante la adolescencia, que se considera una etapa crítica para la consolidación de la imagen corporal. De esta manera, fortalecerla desde edades tempranas podría actuar como un factor protector frente al trastorno dismórfico y otros trastornos asociados con la autoimagen.
Por último, reconocer que la autovaloración no debe depender únicamente de la apariencia física, es necesario considerar a los mensajes socioculturales que los sujetos internalizan. Promover una cultura que valore la diversidad corporal, el bienestar emocional y la autocompasión, representa no solo un complemento terapéutico, también un cambio necesario para la prevención en salud mental. Para conocer y profundizar en el uso de herramientas DBT aplicadas a los trastornos de la conducta alimentaria, te invitamos a nuestro curso en habilidades DBT-ED.
Referencia bibliográfica
- Kuck, N., Cafitz, L., Bürkner, P. C., Hoppen, L., Wilhelm, S. y Buhlmann, U. (2021). Body dysmorphic disorder and self-esteem: a meta-analysis. BMC psychiatry, 21(1), 310. https://doi.org/10.1186/s12888-021-03185-3