Dentro de los accidentes cerebrovasculares (ACV) encontramos al hemorrágico. Producto de diversos estímulos que interactúan entre sí para desencadenar dicha afectación neurológica. Problemática que, sin duda, suele acarrear numerosas consecuencias. Entre ellas, hallamos deficiencias atencionales, de memoria, del lenguaje y motoras. Por lo tanto, resulta esencial contar con recursos y herramientas que promuevan la salud cerebral a favor de la prevención de este fenómeno, y, en caso de ser necesario, asegurar el acceso a servicios de rehabilitación neuropsicológica que actúen de forma integral en el bienestar de los afectados. ¿Cómo ocurre un ACV hemorrágico? ¿Cuáles son sus principales consecuencias y estrategias de rehabilitación?
Un accidente de proporciones diversas
Los accidentes cerebrovasculares o ictus hemorrágicos consisten en la afectación de vasos sanguíneos cerebrales de forma tal que estos se rompen y el cerebro se “inunda” de sangre. Representa el 20% de todos los accidentes cerebrovasculares, y se encuentran asociados a un alto riesgo de mortalidad temprana y discapacidad severa.
Un riesgo que puede variar según el lugar en que se ha producido el accidente y la cantidad de tiempo de demora en detectase y actuar en consecuencia. Y no solo eso, sino también ante la presencia de factores como la hipertensión arterial no controlada, malformaciones arteriovenosas y aneurismas cerebrales, entre otros. Por lo que resulta esencial actuar a tiempo.
En este sentido, si bien los síntomas de un accidente cerebrovascular hemorrágico pueden ser diferentes entre una persona y otra, a menudo incluyen dolor de cabeza intenso y súbito, náuseas, vómitos, confusión, debilidad en un lado del cuerpo, dificultad para hablar y pérdida de la conciencia. Asimismo, generalmente, estos pueden ser advertidos por causas médicas preexistentes (Montaño et al., 2021).
Efectos del ACV hemorrágico
El deterioro cognitivo como consecuencia
El deterioro cognitivo que aparece después de un ACV es un agente cada vez más reconocido de discapacidad a largo plazo. Así, diversas evaluaciones neuropsicológicas revelan que los déficits en las funciones ejecutivas, atención, velocidad de procesamiento y percepción visual son afecciones comunes.
Lo anterior, aparece tanto en personas que recientemente han atravesado un ictus hemorrágico como en quienes han transitado más tiempo del suceso inicial. Ahora, dichos déficits dependerán de la ubicación del sangrado en el cerebro. Pues la función cerebral está altamente especializada, y las áreas afectadas pueden controlar funciones específicas como la memoria, el lenguaje, atención y toma de decisiones.
Así, la gravedad del deterioro cognitivo puede variar significativamente según la extensión y la ubicación del daño. En consecuencia, algunas personas pueden experimentar dificultades en la memoria a corto plazo, mientras que otras enfrentar problemas más complejos como la afasia o apraxia. En ocasiones, también se puede desarrollar demencia, depresión y estrés postraumático como consecuencia de la afección (Nakling et al., 2017).
Depresión tras el accidente
La depresión postictus ocurre con tasas de prevalencia que varían entre el 5% y el 64% de las personas que han atravesado un ACV. De esta forma, se trata de una cifra ampliamente variable que depende la población de estudio, el momento de evaluación después del ictus y los instrumentos con los que se valoran lo síntomas de depresión.
Inicialmente, se ha encontrado un vínculo entre dicha afectación y el deterioro cognitivo, sin embargo, los investigadores aún debaten si el deterioro cognitivo conduce a la depresión, si la misma conduce al deterioro o si existe una correlación de reforzamiento mutuo. Tesitura que se debe al carácter discapacitante que puede tener la depresión en ausencia de tratamiento (Nakling et al., 2017).
¿Estrés postraumático?
El estrés postraumático después de un ACV es una respuesta menos común que la depresión que algunas personas experimentan tras haber sufrido la afección. Y es que, aunque el trastorno de estrés postraumático (TEPT), generalmente, se asocia con experiencias traumáticas como eventos violentos o situaciones de combate, también puede manifestarse en personas que han sobrevivido a un ACV debido a su naturaleza súbita y potencialmente devastadora.
Asimismo, el TEPT es más frecuente en quienes han atravesado mayor número intervenciones médicas en un lapso prolongado de tiempo, por ejemplo. Lo que sucede especialmente en las unidades de cuidado intensivo (UCI). Por lo que es asociado a mayor estrés y disrupción de la vida cotidiana, con resultados inciertos con respecto a las consecuencias futuras del ACV (Garton et al., 2017b).
Rehabilitación cognitiva post-ictus: Un abordaje posible
Hablar de rehabilitación cognitiva puede ser un tanto confuso. Y es que, la cognición no es un concepto unitario. Esta engloba múltiples dominios, que incluye la atención (enfoque, cambio, división o sostenimiento de la atención en un estímulo o tarea particular), la función ejecutiva (planificación, organización de pensamientos, inhibición, control), la habilidad visuoespacial (búsqueda visual, dibujo, construcción), la memoria (recuerdo y reconocimiento de información visual y verbal) y el lenguaje (expresivo y receptivo).
Además, tales dominios suelen estar relacionados entre sí, si bien algunas afecciones pueden mostrar deficiencias en aspectos puntuales. En el caso de las personas que han sobrevivido a un ACV hemorrágicos, se observan afectaciones generales de casi todos los dominios cognitivos, con mayor énfasis en la atención y funciones ejecutivas. Sin embargo, estos pueden variar, por lo que resulta crucial evaluar estrategias, ya sean compensatorias o restauradoras, que se adapten a cada persona y su familia (Cumming et al., 2012).
Estrategias globales de promoción cognitiva
Algunos clínicos han implementado estrategias globales de promoción de las habilidades cognitivas. Entre ellas, se incluyen abordajes como el ejercicio físico, la música y las terapias con animales.
En el caso de la actividad física, se ha hallado evidencia que sostiene que esta mejora las habilidades cognitivas de las personas con alzhéimer y aquellas con esclerosis múltiple, siendo menor los estudios realizados con personas con consecuencias de ACV hemorrágico. De igual modo, los beneficios se ven reflejados especialmente en las funciones ejecutivas, en el control voluntario y sostén de la atención y en la velocidad de procesamiento, aspectos clave de otros procesos cognitivos.
Por otro lado, combinar la actividad física con desafíos mentales, estimulación sensorial e interacción social en un “entorno enriquecido”, puede contribuir a mejorar la cognición después de un ictus. Además, existen datos de estudios que indican que escuchar música poco después de un ictus puede mejorar la recuperación cognitiva, especialmente si se combina con otros estímulos paralelos de baja complejidad (Cumming et al., 2012; VanGilder et al., 2020)
Conclusión
Atravesar experiencias cercanas a la muerte puede desencadenar depresión, TEPT, angustia o ansiedad, entre otros, por lo que las consecuencias de los ACV hemorrágicos pueden ser diversas y no se limitan a las deficiencias físicas producto del accidente. Por lo tanto, debemos considerar el acompañamiento afectivo de las personas sobrevivientes y sus familiares como parte del tratamiento médico, siendo este crucial en la recuperación y adhesión al plan terapéutico.
Referencias bibliográficas
- Cumming, T., Marshall, R. S. y Lazar, R. M. (2012). Stroke, cognitive deficits, and rehabilitation: still an incomplete picture. International Journal of Stroke, 8(1), 38-45. https://doi.org/10.1111/j.1747-4949.2012.00972.x
- Garton, A., Sisti, J., Gupta, V., Christophe, B. y Connolly, E. S. (2017b). Poststroke Post-Traumatic stress Disorder. Stroke, 48(2), 507-512. https://doi.org/10.1161/strokeaha.116.015234
- Montaño, A., Hanley, D. F. y Hemphill, J. C. (2021). Hemorrhagic stroke. En Elsevier eBooks (pp. 229-248). https://doi.org/10.1016/b978-0-444-64034-5.00019-5
- Nakling, A., Aarsland, D., Naess, H., Wollschlaeger, D., Fladby, T., Hofstad, H. y Wehling, E. (2017). Cognitive Deficits in Chronic Stroke Patients: Neuropsychological Assessment, Depression, and Self-Reports. Dementia and geriatric cognitive disorders extra, 7(2), 283-296. https://doi.org/10.1159/000478851
- VanGilder, J. L., Hooyman, A., Peterson, D. S. y Schaefer, S. Y. (2020). Post-Stroke Cognitive Impairments and Responsiveness to Motor Rehabilitation: A review. Current Physical Medicine and Rehabilitation Reports, 8(4), 461-468. https://doi.org/10.1007/s40141-020-00283-3