El cerebro humano se considera como un sistema complejo que controla nuestras funciones cognitivas y motrices. Sin embargo, existen diversos factores que pueden perturbar su delicado equilibrio y provocar daños que afectan directamente la salud y calidad de vida. Entre dichos factores, los cisticercos, parásitos a los cuales se les denomina como Taenia solium, destacan como una causa significativa de daño neurológico. En esta ocasión, revisaremos cómo existe una relación significativa entre el daño neurológico y la invasión de este parásito al cerebro.

¿Qué son los cisticercos?

Se trata de un tipo de parásitos que se encuentran en una etapa larvaria llamado Taenia solium, una especie de tenia o solitaria. Así, son quistes llenos de líquido que se desarrollan a partir de los huevos de la Taenia solium y pueden encontrarse comúnmente en la carne de cerdo, vegetales y verduras que son regadas con aguas negras. Los cuales pueden infectar al ser humano (Karpiesiuk y Palus, 2021).

¿Cómo se transmiten y desarrollan estos parásitos?

Los cisticercos o taenias se transmiten cuando una persona ingiere carne de cerdo cruda o mal cocida; que contiene larvas de Taenia solium que llegan al intestino delgado. Allí, se adhieren a la mucosa intestinal y se desarrollan en gusanos adultos conocidos como tenias. Estos organismos pueden vivir en el intestino durante un tiempo y liberar huevos que son eliminados en las heces (Centers for Disease Control and Prevention [CDC], 2016).

Cisticercosis encubada y eclosionada

Empero, el ciclo de vida no se detiene aquí. Si las heces contaminadas llegan al suelo, agua o alimentos, los huevos pueden ser ingeridos por cerdos y, en algunos casos, las siembras que son regadas con aguas negras. En los cerdos, los huevos eclosionan en larvas que atraviesan la pared intestinal hacia diferentes tejidos del cuerpo. Allí, se desarrollan en forma de cisticerco, formando quistes llenos de líquido.

El problema se agrava si una persona consume vegetales/verduras mal lavadas, o carne de cerdo cruda o mal cocida, los cuales pueden contener dichos parásitos. En ese caso, las larvas pueden llegar a los tejidos y órganos humanos, incluido el sistema nervioso central, provocando una enfermedad conocida como neurocisticercosis (Agudelo-Flórez et al., 2009). Esta condición puede causar daño neurológico significativo y generar una variedad de síntomas neurológicos, dependiendo de la ubicación y el número de cisticercos en el cerebro u otras partes del sistema nervioso.

¿Y cómo llegan los cisticercos al cerebro?

Primero que nada, es importante mencionar que el ciclo de vida de la Taenia solium incluye dos fases fundamentales:

  1. Fase intestinal: Los humanos adquieren la infección al ingerir alimentos contaminados con huevos de la tenia presentes en las heces de una persona infectada. Una vez ingeridos, los huevos se convierten en larvas dentro del intestino, y se adhieren a la mucosa intestinal, desarrollándose en tenias adultas que pueden crecer hasta varios metros de longitud.
  2. Fase larvaria: Si los huevos llegan al torrente sanguíneo, pueden ser transportados al cerebro, donde pueden desarrollarse en larvas. Estas pueden alojarse en el tejido cerebral o la médula espinal, provocando diferentes afectaciones, principalmente el desarrollo de neurocisticercosis.

El rol y función de la barrera hematoencefálica en la cisticercosis

La barrera hematoencefálica es una estructura altamente especializada que protege el sistema nervioso central, especialmente el cerebro, regulando el paso de sustancias desde el torrente sanguíneo hacia el tejido cerebral (Linghu, et al., 2007). En el caso de la neurocisticercosis, la relación entre los parásitos y la barrera hematoencefálica es crucial en el desarrollo y manifestación de la enfermedad:

Cisticercos y daño neurológico: La intriga del cerebro invadido
  • Llegada al cerebro: Al ser transportados en la circulación sanguínea y alcanzar el cerebro, las tenias, en este punto, se encuentran con la barrera hematoencefálica.
  • Penetración de la barrera hematoencefálica: Siendo los cisticercos pequeños, cuentan con características que les permiten atravesar la barrera hematoencefálica y entrar en el tejido cerebral. Se cree que estos parásitos pueden utilizar diferentes mecanismos para cruzar la barrera, incluyendo la adhesión a las células endoteliales y la disrupción temporal de la integridad de la barrera.
  • Desarrollo en el tejido cerebral: Una vez que logran atravesar la barrera hematoencefálica, se alojan en el tejido cerebral y forman quistes conocidos como cisticercos. Estos pueden crecer y persistir en el cerebro, causando inflamación local y generando síntomas neurológicos.
  • Inflamación cerebral: La presencia de tales parásitos en el cerebro puede desencadenar una reacción inflamatoria local. Ya que el sistema inmunológico (microglía) responde a la presencia de estos parásitos. La inflamación puede contribuir a los síntomas neurológicos y las complicaciones asociadas con la neurocisticercosis.

Con lo anterior, se busca clarificar que la barrera hematoencefálica no siempre puede prevenir la entrada de cisticercos al cerebro, y su papel en este contexto puede ser complejo.

Enfermedad y efectos neurológicos por cisticercosis

Los síntomas de la neurocisticercosis llegan a varíar dependiendo de la ubicación y el tamaño de los cisticercos en el cerebro o la médula espinal. En este sentido, los pacientes pueden presentar una amplia gama de manifestaciones clínicas que veremos a continuación.

Sintomatología neurológica y neuropsicológica

Convulsiones/Ataques epilépticos: Actualmente, se sabe que esto se da a partir de las tenias calcificadas. Estas pueden estar relacionadas con convulsiones, debido a las alteraciones electroquímicas mandando descargas eléctricas anormales en el cerebro. Con esto, las convulsiones pueden variar en su gravedad y frecuencia, dependiendo del número y la ubicación de los cisticercos calcificados en el cerebro.

Dolores de cabeza intensos y recurrentes: Este apartado se entrelaza con el punto anterior, debido a que los cisticercos calcificados pueden seguir causando problemas neurológicos. Así, se puede provocar una reacción inflamatoria localizada debido a la ubicación, lo que puede ocasionar la irritación de las estructuras cercanas y aumento de la presión dentro del cráneo, que tiene como resultado la aparición de migrañas (Martínez, 2016).

Alteraciones visuales: Los cisticercos pueden afectar la función de las áreas visuales del cerebro o ejercer presión sobre los nervios óptico. En consecuencia, cuando un cisticerco llega a afectar el tracto óptico puede producirse una pérdida parcial o total de la visión de cualquier ojo, este padecimiento se conoce como amaurosis. En algunos casos se observa diplopía (visión doble), que afecta también el campo visual.

Dificultades de equilibrio y coordinación: Pueden verse dañadas las zonas responsables del equilibrio y la coordinación; lo que ocasiona problemas para mantenerse de pie, caminar con estabilidad y realizar movimientos coordinados, llegando a las áreas motrices, tallo cerebral y, finalmente, al cerebelo.

Cambios en la personalidad y el comportamiento: También pueden provocar daño cerebral debido a la inflamación y la presión que ejercen sobre los tejidos cerebrales, particularmente en áreas talámicas, orbitofrontales y áreas geniculaterales (Ver imagen 1). Esto puede afectar diferentes áreas del cerebro, incluidas aquellas que regulan la conducta, emociones y toma de decisiones (Martínez, 2016).

Conclusión

Para concluir, es importante considerar que la neurocisticercosis emerge como un vívido recordatorio de la complejidad e interconexión entre la salud humana, la higiene, el entorno y la educación. Esta enfermedad parasitaria, que afecta el sistema nervioso central, ilustra la importancia de la prevención y el acceso a la atención médica adecuada en comunidades vulnerables en el mundo.

A medida que continuamos explorando los intrincados caminos de la relación entre parásitos y el cerebro humano, se vuelve imperativo promover la conciencia pública, la investigación y la colaboración internacional para erradicar esta enfermedad. La prevención a través de prácticas higiénicas, el diagnóstico temprano y el tratamiento efectivo son esenciales para reducir la carga de la neurocisticercosis y garantizar un futuro más saludable para las poblaciones afectadas.

Referencias bibliográficas

  • Agudelo-Flórez, P., Restrepo, B. N. y Palacio, L. G. (2009). Conocimiento y Prácticas sobre Teniasis-cisticercosis en una Comunidad Colombiana. Revista de salud pública, 11, 191-199.
  • Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades [CDC] (2016). Preguntas frecuentes sobre la cisticercosis. Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades [CDC]. https://www.cdc.gov/parasites/cysticercosis/es/informativa/preguntas.html#:~:text=%C2%BFC%C3%B3mo%20contraen%20cisticercosis%20las%20personas,las%20superficies%20contaminadas%20con%20heces.
  • Karpiesiuk, A. y Palus, K. (2021). Pituitary adenylate cyclase-activating polypeptide (PACAP) in physiological and pathological processes within the gastrointestinal tract: a review. International Journal of Molecular Sciences, 22(16), 8682.
  • Linghu, Y., Zhu, W., Bao, H. E. y Chen, Y. (2007). Observations on pathological and histochemical changes in piglet livers infected with Taenia saginata asiatica. Frontiers of medicine in China, 1, 258-263.
  • Martínez, G. (2023). Daños neurobiológicos y neuropsiquiatricos de trastornos mentales causado por daños adquiridos. En Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado [ISSSTE]. Congreso Internacional de Neurología y Neurocirugía, Ciudad de México, Centro, México.