La conducta suicida en niños y adolescentes es una problemática alarmante que ha crecido en las últimas décadas, convirtiéndose en la segunda causa de muerte más común en jóvenes. Las escuelas, como entornos donde estos grupos etarios pasan gran parte de su tiempo, tienen una posición estratégica para detectar factores de riesgo para la salud mental y promover estrategias de prevención. ¿Qué herramientas existen para proteger a los estudiantes? ¿Cómo pueden organizarse los contextos escolares y las familias para prevenir la conducta suicida?

Conducta suicida en niños y adolescentes

Este tipo de conducta en niños y adolescentes abarca desde pensamientos autolesivos hasta intentos de suicidio, siendo un reflejo de una gran carga emocional y psicológica. En este grupo, factores como la presión académica, el bullying, problemas familiares y el aislamiento social suelen ser desencadenantes clave. Además, la falta de habilidades emocionales y el acceso limitado a servicios de salud mental agravan este problema (Villalobos-Galvis et al., 2023).

Conducta suicida

Aunque el suicidio es menos frecuente en la infancia, su incidencia aumenta significativamente durante la adolescencia, etapa en la que los cambios biológicos y sociales generan mayor vulnerabilidad. Por ello, la prevención temprana es crucial, no solo en las escuelas, sino también en el hogar y en la comunidad (Val y Míguez, 2021).

La tarea de las escuelas en la prevención

Las instituciones educativas no solo deben responder ante las crisis, sino también, adoptar medidas preventivas continuas. De forma esperable, un ambiente escolar que fomente el bienestar emocional reducirá significativamente las conductas suicidas. Por ello, tomar medidas para garantizar un entorno seguro y una atención adecuada para los estudiantes vulnerables es fundamental (Villalobos-Galvis et al., 2023).

Salud mental en las escuelas: Un aspecto clave

Ya mencionamos que promover la salud mental en las escuelas es esencial para prevenir el suicidio infantil y adolescente. ¿Pero qué quiere decir esto? Lo anterior, incluye educar a estudiantes y docentes sobre la importancia del bienestar emocional y cómo cuidarlo. En este sentido, actividades como talleres y campañas de sensibilización abren espacios seguros para hablar de salud mental y buscar ayuda sin el temor a estigmas (Val y Míguez, 2021).

La importancia de capacitar al personal escolar

Es un hecho que los docentes y el personal educativo son la primera línea de prevención en las escuelas. Por ello, capacitarlos para reconocer señales de advertencia y actuar oportunamente es una obligación. Dichas formaciones deben incluir habilidades como la escucha activa, el manejo de crisis y la derivación adecuada a servicios especializados. Un personal preparado no solo protege a los estudiantes en riesgo, sino que también crea un ambiente más inclusivo y solidario (Villalobos-Galvis et al., 2023).

El rol de la familia: Alianzas dentro y fuera de la escuela

La familia es, por norma general, el núcleo de apoyo más importante para los niños y los adolescentes. Por ello, una comunicación abierta, basada en la empatía y el respeto desde el hogar, fomenta un entorno de confianza para los más jóvenes.

familia y conducta suicida

Esto ayuda a identificar señales de alerta, como cambios de humor o aislamiento, y a tomar medidas oportunas. En consiguiente, es natural que las instituciones involucren activamente al núcleo familiar en las actividades escolares, con el fin de reforzar los abordajes preventivos que poseen para la conducta suicida (Villalobos-Galvis et al., 2023).

Salud mental: Entre el hogar y la escuela

Para garantizar un trabajo conjunto con resultados óptimos, es importante que la relación entre el hogar y la escuela se base en una comunicación fluida y constante. Así, establecer reuniones periódicas entre docentes y familias permite evaluar las necesidades emocionales de los adolescentes y plantear soluciones conjuntas. Por ejemplo, los centros educativos pueden implementar espacios de diálogo abiertos donde las familias aprendan a gestionar conflictos, apoyar emocionalmente a sus hijos y reconocer señales de riesgo temprano.

Asimismo, incluir a los padres en programas preventivos refuerza las estrategias escolares, e incrementa la confianza entre estudiantes, familias y docentes. Los mismos acostumbran a realizarse en conjunto con servicios de salud mental, asegurando un enfoque holístico para que los niños y adolescentes reciban el apoyo necesario en todos los entornos que frecuentan. Tal sinergia crea un entorno más seguro para los adolescentes y fomenta su bienestar integral (Villalobos-Galvis et al., 2023).

Programas preventivos: Iniciativas que sensibilizan

Los programas enfocados en prevenir el suicidio, particularmente abocados a los adolescentes, son herramientas con un gran impacto frente a esta problemática. Entre ellos, encontramos programas como Text4Strength, que utiliza mensajes de texto interactivos para motivar a los adolescentes a reflexionar sobre sus emociones y buscar ayuda cuando sea necesario. Por otro lado, Beyond The Wall recurre a actividades como el cine y el psicodrama con el objetivo de ayudar a los estudiantes a procesar emociones negativas y fortalecer su bienestar emocional (Villalobos-Galvis et al., 2023).

Intervenciones específicas para estudiantes en riesgo

salud mental en las escuelas

Particularmente, el tamizaje es otra herramienta efectiva para identificar adolescentes vulnerables en riesgo de suicidio, y así, prevenir el pasaje al acto. Programas como Columbia Teen Screen evalúan síntomas de depresión y ansiedad para detectar factores de riesgo. Asimismo, Reframe It brinda terapia cognitivo-conductual en línea, enfocándose en mejorar la regulación emocional y reducir la ideación suicida (Villalobos-Galvis et al., 2023).

Enfoques integrales y de largo alcance

El programa SEYLE combina estrategias de tamizaje, capacitación de gatekeepers y psicoeducación. Dicho enfoque multimodal aborda diferentes factores de riesgo simultáneamente, logrando una reducción significativa en las conductas suicidas. Además, programas como +Contigo refuerzan el vínculo entre el ámbito escolar y familiar, promoviendo un entorno de apoyo óptimo para el abordaje y prevención de distintas problemáticas (Val y Míguez, 2021).

Conclusión

Prevenir la conducta suicida en contextos escolares requiere un enfoque integral y colaborativo. Así, los abordajes de promoción de habilidades socioemocionales, capacitación educativa y apoyo familiar son esenciales para hacer frente a este tipo de situaciones. El uso de estrategias oportunas, ya sean las antes mencionadas o los programas preventivos, no solo reduce los riesgos, sino que también promueven el bienestar emocional general de los adolescentes.

De esta manera, nos surge la pregunta: ¿qué estrategias específicas podrían integrarse en los hogares para prevenir el suicidio adolescente? La investigación en este campo sería altamente valiosa para combatir esta problemática tan importante. En caso de que quieras adquirir una visión integral sobre el papel de la familia en el crecimiento y bienestar emocional, explorando desde las teorías psicológicas hasta las estrategias prácticas de intervención, te recomendamos nuestro curso en psicoeducación y familia.

Referencias bibliográficas

  • Val, A. y Míguez, C. (2021). La prevención de la conducta suicida en adolescentes en el ámbito escolar: una revisión sistemática. Terapia psicológica39(1), 145-162. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-48082021000100145
  • Villalobos-Galvis, F. H., Ceballos-Mora, A. K., Luna-Tascón, E. G., Araujo-Rosero, L., Muñoz-Muñoz, D. F. y Solarte-Tobar, M. C. (2023). Prevención de la conducta suicida en contextos escolares. Una revisión de los tipos de intervención. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría43(143), 217-236. https://dx.doi.org/10.4321/s0211-57352023000100012