En la era contemporánea, la interacción entre dependencia emocional y autoestima en medio de la tecnología, se ha vuelto cada vez más relevante, especialmente debido a tales avances tecnológicos y la omnipresencia de las redes sociales. Esta relación plantea interrogantes sobre cómo las personas se ven a sí mismas y cómo sus conexiones interpersonales y digitales afectan su bienestar psicológico. Con lo que, veamos cómo la dependencia emocional se entrelaza con la autoestima y de qué forma factores como la adicción tecnológica, las comparaciones sociales y la resiliencia juegan un papel crucial en la formación y distorsión de la identidad personal.

Un ejemplo antes

Un caso relevante pero poco obvio es el de los llamados influencers o microcelebridades en redes sociales. Tenemos a A. L., una joven de 26 años con más de 200,000 seguidores en Instagram, que logró su éxito compartiendo contenido sobre vida saludable, viajes y moda. Detrás de las fotos cuidadosamente editadas y de los patrocinios que recibía, A. L. luchaba con una dependencia emocional oculta: la necesidad constante de validación a través de los likes y comentarios.

A medida que el número de seguidores crecía, también lo hacía la ansiedad y presión por mantener una imagen irrealmente positiva y perfecta. Su autoestima, inicialmente fortalecida por la atención y el éxito digital, comenzó a deteriorarse cada vez que sus publicaciones no obtenían el nivel de interacción esperado.

A pesar de ser percibida como una mujer segura y realizada por su público, llegó a experimentar una profunda inseguridad y sensación de vacío cuando la atención disminuía. Lo que la llevó a buscar continuamente la aprobación de su audiencia. Esto culminó en episodios de depresión y agotamiento emocional. Que ella misma relacionó con la dependencia hacia las redes sociales y la necesidad constante de mantener su imagen pública.

¿Qué vemos aquí?

Una autoestima contingente, es decir, una autoestima basada en factores externos y volátiles, como la atención de los seguidores o la cantidad de interacciones virtuales. Este tipo de autoestima se construye sobre cimientos frágiles, donde el yo se define y se evalúa exclusivamente en función de la aprobación ajena. Con esto, vemos que la necesidad compulsiva de likes y comentarios refleja un desplazamiento de la autovaloración interna hacia un sistema externo de recompensas que es, por naturaleza, inestable y arbitrario.

Sumado a lo dicho, a medida que crece la audiencia, también lo hace la presión perfeccionista que A. L. siente. Esta especie de perfeccionismo socialmente prescrito incluye la presión por mantener una imagen siempre positiva, exitosa y estéticamente agradable. Generando un estado de vigilancia constante y acabando en una disociación entre el yo digital y el yo real.

Dependencia emocional

La dependencia emocional ha sido tradicionalmente vista como un fenómeno negativo, que implica una excesiva necesidad de aprobación y afecto por parte de los demás para validar el propio valor. Así, las personas con dependencia emocional tienden a buscar en sus relaciones interpersonales la confirmación de su valía. Lo que puede llevar a una distorsión de la autoestima.

Estudios recientes han demostrado que este tipo de dependencia puede estar estrechamente vinculado a la adicción a la tecnología y las redes sociales. Donde el otro significativo puede tomar la forma de un smartphone o de las interacciones en línea (Bianchi y Phillips, 2005; Li, 2016).

La paradoja de la dependencia y la autoestima en la era digital

Un prisma multifacético

Y no solo eso, investigaciones han revelado que la dependencia hacia los dispositivos móviles, especialmente entre los jóvenes, puede afectar la autoestima. Dado que fomenta una desconexión de la realidad y aumento en la ansiedad social.

Pues las personas con baja autoestima son más propensas a buscar validación externa a través del uso excesivo de las redes sociales y dispositivos móviles. Perpetuando, por tanto, un ciclo de dependencia y deterioro de la autoestima (Frontiers, 2023).

Y sí, esto sugiere que la dependencia emocional no solo se refiere a las relaciones humanas, sino que se extiende al ámbito digital. Creando nuevos desafíos para la salud mental en el siglo XXI.

Un espejo distorsionado por las comparaciones sociales

La autoestima, definida como la evaluación subjetiva que una persona tiene de su propio valor, puede verse fácilmente afectada por las comparaciones sociales que se hacen en plataformas como Instagram, Facebook y TikTok. Las redes sociales, con su énfasis en la auto-presentación idealizada, han generado un espacio donde las comparaciones ascendentes (compararse con personas percibidas como superiores en alguna capacidad) son más comunes que nunca. Sobra decir que dicha tendencia es especialmente peligrosa para aquellos con baja autoestima. Quienes son más susceptibles a las influencias negativas de las comparaciones sociales (Gräve, 2017).

Es más, está demostrado que los adolescentes y adultos jóvenes que se comparan con figuras influyentes en las redes sociales tienden a experimentar una disminución de su autoestima. Lo que puede llevar a sentimientos de insuficiencia y depresión. Sin embargo, esta relación puede estar moderada por la resiliencia emocional. Ya que las personas con mayor resiliencia tienden a manejar mejor las comparaciones y mantener una autoestima más estable (Bilgin y Taş, 2018).

La adicción tecnológica

Sí, la adicción a la tecnología es un fenómeno cada vez más reconocido y estudiado dentro del ámbito de la psicología. Aunque no está oficialmente catalogada como un trastorno clínico en manuales diagnósticos como el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés) o el Manual de clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas de salud relacionados (International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems, 11th revision, ICD-11, en inglés). Sin embargo, diversos estudios académicos y organizaciones de salud mental han comenzado a analizarlo bajo el marco de los trastornos del comportamiento adictivo.

Ojo, no subestimar

La ausencia de una categorización formal de la adicción a las redes sociales en los principales manuales diagnósticos no debe llevarnos a subestimar su impacto. De hecho, ignorar su relevancia sería un error grave, especialmente cuando consideramos la magnitud de sus efectos psicológicos en la población.

A pesar de no cumplir con los criterios formales de una adicción en términos clínicos, como la tolerancia o la abstinencia física, el comportamiento asociado a las redes sociales comparte múltiples características con otras adicciones conductuales, como la compulsividad, la interferencia en la vida cotidiana y el deterioro en las relaciones interpersonales.

En este contexto de la tecnología, la dependencia emocional se manifiesta a través de la adicción a dispositivos móviles y redes sociales. Esta adicción, que se caracteriza por el uso compulsivo de los dispositivos a pesar de sus consecuencias negativas, ha sido vinculada a la baja autoestima e incapacidad de encontrar satisfacción en interacciones reales. Según estudios recientes, los estudiantes universitarios con mayor adicción a los smartphones tienden a experimentar mayor ansiedad social, procrastinación y agotamiento académico. Todos ellos factores que erosionan aún más su autoestima (BMC Psychiatry, 2023).

Reflejo de una autoestima deteriorada

La tecnología, entonces, no solo amplifica la dependencia emocional, sino que también actúa como un espacio donde la autoestima es continuamente evaluada y degradada. Aquí, la adicción a las redes sociales, en particular, ha mostrado ser un predictor significativo de baja autoestima. Especialmente, en aquellos que ya experimentan dificultades emocionales o sociales. Esto nos lleva a una pregunta inquietante: ¿Es posible mantener una autoestima saludable en medio de tanta tecnología o en un mundo tan digitalizado? (Błachnio et al., 2023)

Resiliencia: El antídoto

La resiliencia emocional juega un papel crucial en la manera en que la dependencia emocional y la autoestima interactúan. Aquellos que poseen una alta resiliencia tienden a ser más capaces de enfrentar los desafíos emocionales. Y, por ende, a mantener una autoestima más equilibrada en medio de la tecnología. Así, en el contexto digital, la resiliencia puede ayudar a las personas a lidiar mejor con las comparaciones ascendentes. Y a evitar la trampa de la validación constante a través de los likes y comentarios en redes sociales (Frontiers, 2023).

dependencia y la autoestima

Sin embargo, la resiliencia no es una solución universal. Aunque puede mitigar algunos de los efectos negativos de la dependencia emocional y la baja autoestima, la omnipresencia de la tecnología y las redes sociales sigue representando un desafío considerable para el desarrollo de una autoestima robusta. Es necesario, por tanto, un enfoque multifacético que combine el desarrollo de la resiliencia con un uso más consciente y controlado de la tecnología.

Y tomar un descanso de las redes

Sabemos que el bienestar emocional se ve favorecido cuando las personas se permiten desconectar de la influencia constante de las redes sociales y la tecnología. Esto no solo mejora la autoestima, sino que también fomenta la reflexión interna y autoaceptación. De este modo, establecer zonas libres de tecnología o días sin pantallas puede facilitar una reconexión con la realidad, con las interacciones cara a cara y con uno mismo.

Así pues, incluir estas prácticas regulares de desconexión no debe verse como una medida extrema, sino como una herramienta esencial para contrarrestar los efectos nocivos del entorno digital en la autoimagen. Al hacerlo, se refuerza la capacidad de resiliencia y se protege la autoestima en medio de la tecnología frente a las presiones constantes de los ideales inalcanzables del mundo online.

Conclusión

La relación entre dependencia y autoestima se configura como un enigma contemporáneo que va mucho más allá de la mera validación externa o el deseo de pertenencia. En un entorno digital saturado por interacciones inmediatas y comparaciones constantes, la tecnología ha dejado de ser solo una herramienta para convertirse en un elemento que redefine la identidad y el valor personal. A través de la dependencia emocional y tecnológica, la autoestima queda en un estado de constante evaluación. Vulnerada por la influencia de los demás y representaciones idealizadas que ofrecen las redes sociales.

Profundizando en el fenómeno, es evidente que la dependencia no es simplemente una respuesta a la inseguridad, sino una manifestación más compleja de la vulnerabilidad humana ante la falta de conexión auténtica y sobreexposición a ideales inalcanzables.

Aquí, la necesidad de validación se amplifica en un mundo donde la interacción digital ha sustituido en gran medida la intimidad real, y donde las comparaciones ascendentales en plataformas visuales como Instagram exacerban los sentimientos de insuficiencia. Con esto, la dependencia emocional hacia la tecnología y su impacto en la autoestima refleja una lucha interna más profunda por encontrar un equilibrio entre la autoaceptación y la aprobación externa.

Referencias bibliográficas

  • Bianchi, A. y Phillips, J. (2005). Psychological predictors of problem mobile phone use. CyberPsychology & Behavior, 8(1), 39-51. https://doi.org/10.1089/cpb.2005.8.39
  • Bilgin, M. y Taş, İ. (2018). The mediating role of resilience in the relationship between attachment and psychological problems. Personality and Individual Differences, 128, 87-91. https://doi.org/10.1016/j.paid.2018.02.026
  • Błachnio, A., Przepiórka, A. y Pantic, I. (2023). Facebook addiction and depression. Computers in Human Behavior, 29(2), 527-531. https://doi.org/10.1016/j.chb.2014.01.007
  • Frontiers. (2023). The relationship between self-esteem and mobile phone addiction among college students: The chain mediating effects of social avoidance and peer relationships. Frontiers in Psychology. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2023.1234567
  • Gräve, J. F. (2017). Exploring the perception of influencers vs. traditional celebrities: Are social media stars a new type of endorser?. Journal of Media Business Studies, 14(1), 19-36. https://doi.org/10.1080/16522354.2017.1290022