Los procesos migratorios pueden ser altamente estresantes. Dejar atrás una cultura, vínculos afectivos, el hogar, instituciones significativas y trasladarse a otro país con gran incertidumbre, miedos y ansiedades, no resulta una tarea sencilla para la mayoría de las personas. Así, diversas estrategias de conexión con aspectos protectores de salud mental pueden ser altamente eficientes a la hora de disminuir el malestar que genera la migración. En el caso de las poblaciones centroamericanas, las creencias religiosas suelen ser prevalentes. Las mismas constituyen un importante mecanismo de bienestar, asociado al alivio del estrés, la promoción de la esperanza y búsqueda de propósito a futuro. ¿Cómo se relacionan las prácticas religiosas y la migración? ¿De qué trata este factor de bienestar?
Migrar: Una dura decisión
La migración es un proceso durante el cual una persona o familia se traslada de un entorno cultural a otro con el objetivo de establecerse por un período más largo o de manera permanente. La migración adopta muchas formas, incluyendo movimientos forzados y voluntarios, por lo que, a menudo, es difícil distinguir entre migración forzada y voluntaria.
El proceso de integración y aceptación
En muchas ocasiones, las razones para la migración incluyen ambos elementos, debido a situaciones políticas, económicas y sociales complejas en el territorio de origen. Asimismo, una de las características principales de la adaptación al nuevo estilo de vida incluye el proceso de integración.
Ser aceptado en una nueva comunidad, con sus costumbres y hábitos, puede resultar difícil y ser excluido se ha asociado con una mayor vulnerabilidad a problemas de salud mental. En este sentido, el bienestar general de los migrantes también parece estar influenciado por experiencias en su país de origen previos al viaje, el trayecto de migración en sí y las condiciones de vida en el nuevo país (Lindert et al., 2008).
Factores de riesgo relacionados a la población que migra
Se pueden identificar múltiples factores de riesgo que afectan la salud mental, provocando mayor malestar y autopercepción negativa de las experiencias vitales. Como se ha mencionado con anterioridad, estos guardan relación con la historia personal de cada persona migrante, donde se destacan hitos antes, durante y después del proceso migratorio.
En cuanto a la primera, se encuentran situaciones de violencia, guerra y tortura, donde las personas se ven forzadas al exilio. Por otro lado, durante el trayecto migratorio, cobra relevancia la duración del mismo y la facilidad o vivencias violentas. De esta forma, no será lo mismo vivenciar persecución y riesgo de vida que no hacerlo.
Finalmente, hay que considerar las condiciones de vida, el marco legal, social y contextual del país en que se instalan las personas. Así pues, a mayor integración y aceptación, menor será el riesgo de desarrollar problemáticas emocionales. Por el contrario, los mecanismos de exclusión social, el no conseguir empleo o no lograr formar vínculos significativos puede ser altamente perjudicial (Hynie, 2017).
Psicopatología en los procesos migratorios: ¿Qué ocurre?
Los procesos migratorios involucran una serie de desafíos emocionales y psicológicos para las personas y las comunidades afectadas que pueden derivar en problemáticas persistentes de salud mental. Y es que, los migrantes a menudo enfrentan estrés crónico, ansiedad, angustia y otras afecciones, relacionadas con la adaptación a un nuevo entorno y la separación de sus seres queridos.
Especialmente la migración forzada, como la causada por conflictos o desastres naturales, puede aumentar el riesgo de trastorno de estrés postraumático (TEPT). Al igual que el riesgo suicida y las conductas de riesgo.
Dichas dificultades resultan concordantes con el enfrentamiento a la pérdida de sus hogares, redes de apoyo y estabilidad emocional. En este sentido, se observa la prevalencia de aparición de trastornos del estado de ánimo como la depresión (Siriwardhana et al., 2014).
Las prácticas religiosas como factor protector de salud mental
Los postulados de psicología positiva afirman que las personas son más resilientes de lo que se cree. Así, mediante estrategias protectoras, son capaces de salir adelante y readaptarse a múltiples situaciones críticas.
Una de estas estrategias es la religión, mediante dispositivos como la fe y la búsqueda de propósito por fuera de uno mismo. En este sentido, Victor Frankl introdujo la perspectiva de la motivación en medio de la adversidad, mediado por el sentido de la vida como motor de bienestar mental.
Con respecto a lo anterior, muchos investigadores han hallado correlaciones significativas entre el propósito y sentido de la vida y la religión. De esta forma, se cree que la misma se encuentra intrínsecamente ligada a la satisfacción de la necesidad de estar orientados a un otro, siendo asociado a mecanismos adaptativos que una vez tuvieron que ver con la supervivencia animal. Y es que, en el cerebro, las estructuras destinadas a sobrevivir mediante la urgencia de continuar buscando algo que hacer (ya sea buscar comida o refugio), se habrían acomodado al sentido espiritual (Galek et al., 2015).
¿La religión como lugar seguro y refugio?
Las prácticas y experiencias religiosas otorgan sentido de pertenencia, metas a futuro, vínculos significativos y cobijo. Lo anterior se encuentra directamente asociado a un lugar seguro del cual sentirse parte.
Asimismo, específicamente las tradiciones judeo-cristianas, encuentran sentido en la adversidad y el sufrimiento a través de la salvación. Por lo tanto, a pesar de que muchos otros factores protectores de salud mental ofrecen bienestar y consuelo, se hipotetiza que la religión es uno de los más significativos.
Esto se debe a que ofrecería explicaciones a la gran mayoría de los problemas, incluidos los relacionados a la migración. A partir de dichas justificaciones, los sujetos creerían en un propósito más allá del malestar inmediato.
Por otro lado, las creencias religiosas también orientan a las personas a la integración comunitaria y la indagación de aspectos que otorgan satisfacción espiritual. En concordancia con ello, terapias relacionadas a la conciencia plena y relajación toman sus bases de la religión budista, por ejemplo (Weber y Pargament, 2014).
Integración social: Religión y migración
La soledad y el aislamiento son preocupaciones comunes en la mayoría de los estudios sobre la salud mental de la población migrante. Entre otros, los factores que pueden contribuir al aislamiento social son las habilidades lingüísticas, la discriminación y exclusión socioeconómica. También puede contribuir la separación familiar, que es un aspecto común de la migración forzada y está relacionada con las políticas de reunificación de refugiados.
Como se ha mencionado, las prácticas religiosas ofrecen oportunidades de integración comunitaria. A menudo, las congregaciones se reúnen, realizan actividades sociales, permanecen en contacto y se apoyan mutuamente. Tal acompañamiento puede ser decisivo a la hora de llegar a un nuevo territorio, cuando las personas han dejado sus vínculos en otros países y no se sienten pertenecientes ni acogidos (Hynie, 2017).
Conclusión
Los movimientos migratorios pueden ser altamente estresantes. Sin embargo, se ha comprobado que la situación social de las personas post-migración es sumamente significativa a la hora de determinar condicionantes en su bienestar y salud mental. En este sentido, las prácticas religiosas confieren oportunidades de integración, búsqueda de propósito y significado que, para muchas personas, actúa como factor crucial de consuelo ante la incertidumbre de migrar.
Referencias bibliográficas
- Galek, K., Flannelly, K. J., Ellison, C. G., Silton, N. R. y Jankowski, K. R. B. (2015). Religion, meaning and purpose, and mental health. Psychology of Religion and Spirituality, 7(1), 1-12. https://doi.org/10.1037/a0037887
- Hynie, M. (2017). The Social Determinants of Refugee Mental Health in the Post-Migration Context: A Critical review. The Canadian Journal of Psychiatry, 63(5), 297-303. https://doi.org/10.1177/0706743717746666
- Lindert, J., Schouler-Ocak, M., Heinz, A. y Priebe, S. (2008). Mental health, health care utilisation of migrants in Europe. European Psychiatry, 23(S1), s114-s120. https://doi.org/10.1016/s0924-9338(08)70057-9
- Siriwardhana, C., Ali, S. S., Roberts, B. y Stewart, R. (2014). A Systematic review of resilience and mental health outcomes of conflict-driven adult forced migrants. Conflict and Health, 8(1). https://doi.org/10.1186/1752-1505-8-13
- Weber, S. C. y Pargament, K. I. (2014). The role of religion and spirituality in mental health. Current Opinion in Psychiatry, 27(5), 358-363. https://doi.org/10.1097/yco.0000000000000080