Es probable que, alguna vez, has tenido que defender tu condición de pertenecer al grupo de las personas de la mañana o, por el contrario, a las personas de la tarde/noche. Estas categorizaciones parten de la representación de los ritmos individuales que dictan nuestra vida diaria, los cronotipos. Pero este reloj interno no solo nos habla del horario o momento del día en que presentamos mayor activación. ¿Podría el cronotipo ser una piedra angular frente a la predisposición de los individuos en el desarrollo de trastornos como la ansiedad y la depresión? ¿Qué tiene que ver entonces el reloj interno?

Una especie de reloj interno: Con ritmo, se nace

Los ritmos circadianos son ciclos que se aproximan a las 24 horas y regulan procesos vitales como el sueño, la digestión, determinadas producciones hormonales y la regeneración celular, entre otros. Estos ritmos son controlados por mecanismos celulares y su conocimiento propone la importancia de encajar las actividades del día a día dentro del momento más adecuado. Por el contrario, cuando se presenta una alteración de dichos ritmos internos existe una cronodisrupción, que pueden producirse frente afectaciones de los diversos estímulos del medio ambiente (Del Pueyo, 2020).

El cronotipo

cronotipos

Cuando se habla de los patrones de sueño-vigilia, el cronotipo, o reloj biológico interno, se refiere a la preferencia circadiana de una persona. Es decir, la expresión de su ciclo del sueño dictada por su reloj interno o biológico, el cual es influenciado por otras características como, por ejemplo, la edad.

Por este motivo, en los cronotipos de los adolescentes se observa una tendencia a la vespertinidad. Por el contrario, hacia la edad adulta y la vejez se muestra normalmente un cambio de preferencia hacia la mañana. En último lugar, es importante destacar que el ambiente también puede influenciar este ciclo en mayor o menor medida (Levandovski et al., 2013).

¿Quién es quién según el cronotipo?

Búhos y alondras

Comúnmente, los cronotipos se suelen clasificar en tres: vespertinos, matutinos e intermedios. Aquellas personas que demuestran un mejor rendimiento en sus actividades durante el estado de vigilia en las mañanas y las primeras horas del día son denominadas alondras o tipos matutinos. Por el contrario, quienes presentan mayor eficiencia por las tardes y las primeras horas de la noche se conocen como búhos o tipos vespertinos.

En consecuencia, las alondras suelen preferir comenzar su ciclo del sueño durante la noche y los búhos en la noche tardía y la madrugada, o incluso durante el día. Se estima que el 40% de las personas adultas pertenecen a alguno de los extremos, mientras que la mayoría cae en la parte intermedia del continuo. A estos se los denomina como intermedios o no definidos (Kivelä et al., 2018).

¿Tiene una influencia objetiva para la vida?

Las clasificaciones mencionadas anteriormente pueden conocerse, por un lado, a través de medidas de autoreportaje como cuestionarios. Tradicionalmente, para clasificar a los individuos se conocen el Cuestionario matutino-vespertino (Morningness-Eveningness Questionnaire, MEG, en inglés) y, más recientemente, el Cuestionario de cronotipo de Múnich (Munich Chronotype Questionnaire, MCTQ, en inglés). Sin embargo, existen formas de medición que permiten observar de forma objetiva el cambio del estatus neurocognitivo frente a determinados horarios.

Al parecer sí hay efecto

Venkat y colaboradores (2020) utilizaron el electroencefalograma como herramienta para esta medición, a la par de un cuestionario de autoreportaje. Estudiaron la correlación entre la actividad cognitiva en determinados momentos del día (mañana y tarde) y el cronotipo reportado a través del cuestionario; todo esto sobre una muestra de estudiantes universitarios.

Entre los hallazgos se demostró que en los tipos vespertinos se apreciaba un impacto adverso en su habilidad cognitiva y desempeño mental. Por otro lado, se produjo una fuerte asociación entre los tipos matutinos y la escrupulosidad, mientras que la extroversión se vio mayormente correlacionada con los tipos vespertinos. A la vez, las alondras demostraron un mejor desempeño académico que sus contrapartes vespertinas, independientemente del momento del día en que se dictase la clase o evaluación.

¿Alguna solución?

La literatura pertinente presenta estas congruencias generales en múltiples investigaciones y tiende a concluir que, para poder sacar mejor provecho de los beneficios circadianos, los individuos deberían planear sus actividades. Distribuyendo las tareas que involucren mayor carga cognitiva de acuerdo a su cronotipo y el momento del día correspondiente para obtener los mejores resultados en sus logros generales, sin estar limitado solamente a lo académico. En un mismo sentido, proponen la importancia de la preferencia circadiana como un factor predictivo en relación al éxito laboral (Venkat et al., 2020).

¿Qué significa para la salud mental?

Algunos autores proponen que estas diferencias interindividuales en los patrones del ciclo sueño-vigilia se encuentran intrínsecamente vinculadas al bienestar. Además, al parecer, se ha indicado el riesgo aumentado de desarrollar complicaciones en materia de salud mental para las personas clasificadas como vespertinas. Dentro de dichas complicaciones se destacan la depresión y ansiedad, trastornos por adicciones, del sueño y la conducta alimentaria. A continuación, nos centraremos en su correlación con la depresión y ansiedad (Kivelä et al., 2018). Para aprender más sobre este último cuadro y sus bases neuropsicológicas, te recomendamos nuestro curso en ansiedad.

Ansiedad y depresión como consecuencias del cronotipo

Por un lado, la bibliografía propone un consenso en la asociación entre la verpertinidad y la tendencia a desarrollar trastornos afectivos, especialmente la depresión. De este modo, se sostiene una mayor severidad en los síntomas depresivos, pronóstico empobrecido y mayor variación del humor en base a la estación que se transita.

En cuanto a la ansiedad, se ha visto una falta en evidencia que apoye la relación directa entre los trastornos de ansiedad y el cronotipo vespertino, dado que los hallazgos se han demostrado contradictorios. En síntesis, los autores destacan la prevalencia de sintomatología ansiosa en los tipos vespertinos, pero no una correlación con un trastorno de ansiedad específico (Antypa et al., 2015).

La causa no está clara…

Cuando se refiere a los mecanismos que articulan esta relación se expresa la necesidad de continuar investigando su raíz. Entre lo que se ha propuesto actualmente, se habla de la probabilidad de que la deficiencia en los procesos cognitivo-emocionales entre los sujetos vespertinos explique dicha tendencia depresiva.

Asimismo, se encuentra en discusión la posible predisposición de la vespertinidad a los hábitos de vida menos saludables. Lo que se debe a la demostrada propensión de los búhos a desarrollar adicciones. Sin embargo, dichas asociaciones son complejas y con influencia bidireccional, por lo que la relación de causalidad requiere mayor investigación antes de ser establecida.

Por otro lado, también se debate como causa las consecuencias de las disrupciones del ciclo del sueño en las personas vespertinas. A pesar de esta teorización, los datos han demostrado una relación entre la vespertinidad y la depresión independientemente del insomnio u otras quejas en cuanto al sueño (Kivelä et al., 2018).

Conclusión

La frase comúnmente escuchada de que al que madruga dios lo ayuda, responde a una creencia popular sobre el reloj interno que asocia el despertar temprano y la activación matutina como parte de un funcionamiento que se alinea de mejor manera a nuestra infraestructura social. Gracias a las nuevas herramientas que permiten cuantificar y medir las consecuencias de los cronotipos sobre la vida, se vuelve posible establecer una relación sensata e integral de lo que significa para la salud mental poder volcar la energía cognitiva en el momento en que las personas se encuentran mejor dispuestas. O, al menos, cuando el reloj interno esté mas regulado.

Referencias bibliográficas

  • Antypa, N., Vogelzangs, N., Meesters, Y., Schoevers, R. A. y Penninx, B. W. J. H. (2015). Chronotype associations with depression and anxiety disorders in a large cohort study. Depression and Anxiety, 33(1), 75-83. https://doi.org/10.1002/da.22422
  • Del Pueyo, B. (2020). Los hábitos cotidianos de las personas que triunfan / daily habits of successful people. National Geographic Books.
  • Héctor, H. H. (2021). Cronotipos, Resiliencia, cuidado parental y desempeño escolar en estudiantes de Ingeniería Industrial de la UAEM-CUVM. Journal CIM, 9(1), 1624-1631.
  • Kivelä, L., Papadopoulos, M. R. y Antypa, N. (2018). Chronotype and psychiatric disorders. Current Sleep Medicine Reports, 4(2), 94-103. https://doi.org/10.1007/s40675-018-0113-8
  • Levandovski, R. M., Sasso, E. M. y Hidalgo, M. P. L. (2013). Chronotype: a review of the advances, limits and applicability of the main instruments used in the literature to assess human phenotype. Trends in Psychiatry and Psychotherapy, 35(1), 3-11. https://doi.org/10.1590/s2237-60892013000100002
  • Taylor, B. J. y Hasler, B. P. (2018). Chronotype and Mental Health: recent advances. Current Psychiatry Reports, 20(8). https://doi.org/10.1007/s11920-018-0925-8
  • Sebastián, G. S. (2022). Relación entre dolor y cronotipo: una revisión de la literatura [Trabajo de investigación]. Repositorio institucional de la Universidad de Valparaíso. https://repositoriobibliotecas.uv.cl/handle/uvscl/6610
  • Venkat, N., Sinha, M., Sinha, R., Ghate, J. y Pande, B. (2020). Neuro-Cognitive profile of morning and evening chronotypes at different times of day. Annals of Neurosciences, 27(3-4), 257-265. https://doi.org/10.1177/0972753121990280