A menudo, las condiciones psicosomáticas se manifiestan cuando el estrés, la ansiedad o la angustia afectan el cuerpo y dan como resultado síntomas físicos que no se explican médicamente. Aunque no siempre sean fácilmente identificables, generan un profundo impacto en la calidad de vida. Por dicho motivo, a continuación explicaremos qué son los trastornos psicosomáticos, los posibles motivos de su aparición, así como también factores de riesgo e implicancias clínicas.
¿Qué es el trastorno psicosomático?

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición, Revisión de Texto (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, Text Revision, DSM-5-TR, en inglés) el trastorno de síntomas somáticos se caracteriza por uno o más síntomas físicos que generan malestar significativo o afectan el funcionamiento diario. A su vez, tales síntomas deben estar presentes durante más de seis meses, y que el malestar psicológico sea igual de incapacitante que una enfermedad física.
A diferencia de enfoques diagnósticos anteriores, no exige que los síntomas carezcan de una explicación médica, sino que pone énfasis en la forma en que la persona interpreta y reacciona ante ellos. De manera frecuente, lo anterior se manifiesta a través de preocupación constante por la salud, visitas médicas repetidas o conductas evitativas.
El DSM subraya, además, que no se trata de una simulación o invención de síntomas. Corresponde, más bien, a una vivencia real del malestar físico, amplificada por factores psicológicos que intensifican la percepción del sufrimiento y el deterioro funcional.
La complejidad de un diagnóstico diferencial
Cabe aclarar que el trastorno de síntomas somáticos se presenta con diferentes grados de severidad y suele estar acompañado por comorbilidades como trastornos de ansiedad o depresión, lo que puede dificultar el diagnóstico diferencial. En este sentido, el clínico debe distinguirlo de otros cuadros como, por ejemplo, el trastorno de ansiedad por enfermedad (anteriormente hipocondría).
Un enfoque biopsicosocial y contextual
Tal condición recalca la importancia del modelo biopsicosocial, que sostiene que las esferas biológica, psicológica y social de una persona se encuentran interrelacionadas (Fava et al., 2017). Dicho modelo, adoptado también por el DSM-V-TR, propone una comprensión integrada de la enfermedad, reconociendo que los síntomas físicos no pueden entenderse únicamente desde una perspectiva médica tradicional, sino que se encuentran profundamente influenciados por factores psicológicos como el estrés, la ansiedad o las creencias personales sobre la salud.
En esa línea, los trastornos psicosomáticos resultan de la interacción del sujeto con cualquiera de los niveles mencionados. Alejándose así de explicaciones dualistas mente-cuerpo e integrando la vivencia del síntoma con su entorno personal, emocional y cultural (Rajna, 2021).
Desafíos actuales de los cuadros somáticos

Lamentablemente, el diagnóstico del trastorno psicosomático resulta especialmente desafiante debido a la falta de marcadores orgánicos claros y a la ambigüedad clínica que suele acompañarlo. Tal complejidad diagnóstica, además de médica, es también social, ya que se ve agravada por las diferencias de género y edad en la manifestación de los síntomas. Concretamente, un estudio reciente reveló que las mujeres tienen más probabilidad de ser diagnosticadas con trastornos psicosomáticos que los hombres.
En efecto, el estrés y la presión social se expresan de manera distinta en varones y mujeres, en parte como consecuencia de los roles tradicionales, las expectativas culturales y los procesos de medicalización de los síntomas femeninos (Torrubia-Pérez et al., 2022).
Necesitamos integrar un nuevo enfoque
Dentro de ese contexto, aflora la necesidad de incorporar una perspectiva de género transversal. Junto con una perspectiva interseccional para comprender su desarrollo diferencial. Lo anterior, resulta esencial para identificar cómo las desigualdades estructurales impactan en la salud mental.
Factores de riesgo: Edad y estilos de vida
Con respecto a la prevalencia del cuadro, la misma investigación reveló que la presencia de trastornos psicosomáticos aumenta con la edad. Especialmente en mujeres mayores de 65 años. Tales hallazgos subrayan la necesidad de analizar los datos desde una perspectiva de curso vital (Torrubia-Pérez et al., 2022).

Asimismo, las conductas de estilo de vida, como la actividad física, el desayuno regular y una alimentación saludable, se asociaron con una disminución de síntomas. Por última instancia, el consumo de alcohol, tabaquismo y una dieta no saludable se relacionaron con un aumento de los síntomas psicosomáticos (Buli et al., 2024).
Intersecciones y determinantes sociales
Retomando el enfoque biopsicosocial, los síntomas no deben entenderse solo como expresiones individuales. Sino, por el contrario, como el resultado de condiciones sociales inequitativas que afectan a la salud física y mental (Fava et al., 2017).
Mientras tanto, en adolescentes, el estilo de vida no explica completamente la tendencia creciente de síntomas psicosomáticos. Investigaciones recientes señalan que, además de hábitos poco saludables, factores como el estrés académico, la presión social y el contexto socioeconómico juegan un rol fundamental (Buli et al., 2024).
Conclusión
En suma, los trastornos psicosomáticos constituyen una categoría compleja que exige un abordaje clínico integral. Su reconocimiento dentro del DSM-V-TR como trastorno de síntomas somáticos ha representado un cambio significativo al enfocarse en la vivencia subjetiva del malestar y en la respuesta desproporcionada ante los síntomas. Este giro permite validar el sufrimiento físico de los pacientes sin reducirlo a una simulación, al tiempo que reconoce la interacción de factores psicológicos, sociales y biológicos en su origen y mantenimiento.
Asimismo, las investigaciones recientes subrayan la importancia de incorporar una mirada contextual e interseccional en la evaluación e intervención de estos cuadros. Por lo tanto, su comprensión y tratamiento requieren una mirada clínica, pero sobre todo también una conciencia crítica de las estructuras sociales que condicionan el bienestar de las personas.
Referencias bibliográficas
- Buli, B. G., Lehtinen-Jacks, S., Larm, P., Nilsson, K. W., Hellström-Olsson, C. y Giannotta, F. (2024). Trends in psychosomatic symptoms among adolescents and the role of lifestyle factors. BMC Public Health, 24, 878. https://doi.org/10.1186/s12889-024-18327-x
- Fava, G. A., Cosci, F. y Sonino, N. (2017). Current Psychosomatic Practice. Psychotherapy and Psychosomatics, 86, 13-30. https://doi.org/10.1159/000448856
- Rajna, P. (2021). Psychosomatic Disorders and Illnesses: A Blind Spot of Medicine. Orvosi Hetilap, 162, 252-261. https://doi.org/10.1556/650.2021.32004
- Torrubia-Pérez, E., Reverté-Villarroya, S., Fernández-Sáez, J. y Martorell-Poveda, M.-A. (2022). Analysis of Psychosomatic Disorders According to Age and Sex in a Rural Area: A Population-Based Study. Journal of Personalized Medicine, 12(10), 1730. https://doi.org/10.3390/jpm12101730