El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que, además de sus características centrales, suele presentarse junto con condiciones comórbidas. En particular, trastornos de ansiedad y depresión, epilepsia, alteraciones del sueño y problemas gastrointestinales son frecuentes en esta población, impactando en su bienestar y calidad de vida. Pese a ello, las cifras de prevalencia de tales cuadros varían según la edad, nivel de funcionamiento y el diseño de los estudios. En esta nota, exploraremos estudios que abordan la frecuencia de dichas condiciones y sus implicaciones para las personas con TEA.

Un cuadro complejo: Condiciones comórbidas en TEA

Condiciones comórbidas en TEA

Las personas con este cuadro no solo enfrentan desafíos en la comunicación y la interacción social, sino que también suelen presentar afecciones adicionales que impactan tanto en su desarrollo como en su calidad de vida. Dichas dificultades, lejos de ser casos aislados, se manifiestan con una frecuencia significativa y abarcan tanto el ámbito psiquiátrico como el médico y neurológico.

En el plano de la salud mental, los cuadros de ansiedad y depresión ocupan un lugar predominante. La constante dificultad para comprender y anticipar situaciones sociales genera un estado de tensión permanente. Mientras que, la sensación de incomprensión y aislamiento, fomenta estados de ánimo depresivos. De manera similar, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y las alteraciones en la conducta alimentaria se presentan como condiciones comórbidas en el TEA.

Más allá de la mente: Desafíos médicos en el autismo

En suma a los aspectos emocionales y conductuales, los problemas médicos también desempeñan un papel clave en el bienestar. Entre ellas, destacan las alteraciones del sueño y las complicaciones metabólicas. Ambas han sido reportadas con mayor frecuencia en la población de referencia, lo que resalta la necesidad de un monitoreo constante de la salud física (Micai et al., 2023).

Retos neurológicos en el TEA

Dentro de este ámbito, la epilepsia se presenta con una prevalencia elevada y suele manifestarse desde la infancia. Las crisis convulsivas, que varían en intensidad y frecuencia, representan un desafío adicional tanto para quienes las experimentan como para sus cuidadores.

Asimismo, las dificultades en la motricidad, la coordinación y la planificación de movimientos limitan la independencia y pueden generar frustración en el desempeño de actividades diarias. A las condiciones comórbidas mencionadas se le suman las alteraciones sensoriales características del TEA. Las anteriores llevan a una hipersensibilidad extrema o, por el contrario, a una baja percepción de estímulos externos.

Prevalencia de comorbilidades en niños con TEA

Condiciones comórbidas en TEA

Las condiciones comórbidas que acompañan al TEA en la infancia presentan características particulares que afectan el desarrollo y la adaptación. En especial, los síntomas del TDAH suelen ser más marcados en esta etapa, con una hiperactividad intensa que interfiere en el aprendizaje y la interacción social. De esta manera, la impulsividad y la dificultad para mantener la atención complican la estructuración de rutinas (Micai et al., 2023).

Otras menos frecuentes

En lo que respecta a las alteraciones del sueño, aparecen desde los primeros años, dificultando el descanso y afectando el estado de ánimo. A su vez, los problemas digestivos se presentan con mayor intensidad en la niñez, y, a menudo, acompañados de una selectividad alimentaria extrema que limita la variedad nutricional y genera conflictos en la alimentación. Por último, en el plano emocional, la ansiedad tiende a manifestarse a través de fobias intensas y una resistencia marcada a los cambios. Lo que da como resultado dificultades ante la exposición a nuevas experiencias.

Y… ¿Qué sucede con los adultos con TEA?

En la adultez, las afecciones adquieren matices distintos, influenciados por la acumulación de experiencias y la adaptación a las demandas del entorno. A diferencia de la infancia, los síntomas del TDAH tienden a manifestarse con menor hiperactividad motora. No obstante, la impulsividad y dificultades para organizar tareas y mantener la atención persisten.

Con respecto al bienestar emocional, las alteraciones del sueño, lejos de resolverse con el tiempo, suelen cronificarse. Inclusive, influyen en el estado de ánimo y el rendimiento diario. Asimismo, la ansiedad evoluciona hacia una preocupación constante por el desempeño social y laboral, aumentando el riesgo de aislamiento. En último lugar, la depresión se vuelve más prevalente. En parte debido a la dificultad para establecer relaciones interpersonales y la falta de apoyos adecuados en la vida adulta (Hollocks et al., 2019).

Condiciones comórbidas en TEA

Impacto en la salud física

En cuanto a las afecciones médicas en la adultez, las mismas no solo persisten, sino que muchas veces se intensifican debido a diversos factores. Ejemplos de ello pueden ser el estrés crónico, la falta de actividad física y las dificultades en el acceso a la atención médica.

Al mismo tiempo, problemas gastrointestinales, comunes en la infancia, suelen agravarse por una dieta limitada y la sensibilidad al estrés, así como también el sobrepeso y la resistencia a la insulina. Por último, la alteración en la percepción del dolor y las dificultades para comunicar el malestar físico dificultan el diagnóstico y tratamiento oportuno, lo que subraya la necesidad de un enfoque integral en la atención médica de esta población (Micai et al., 2023).

Conclusión

A modo de conclusión, el TEA no solo implica desafíos en la comunicación y la interacción social, sino que también conlleva una alta prevalencia de afecciones psiquiátricas, médicas y neurológicas que varían a lo largo de la vida. En la infancia, el TDAH, la ansiedad y los problemas del sueño afectan el desarrollo, mientras que en la adultez, la depresión y las complicaciones metabólicas cobran mayor relevancia. Tales condiciones influyen en la calidad de vida y requieren un abordaje integral que contemple tanto la salud física como la emocional.

Si bien la investigación ha avanzado en la identificación de estas comorbilidades, aún persisten desafíos en su diagnóstico y tratamiento. Muchas personas con TEA enfrentan barreras en el acceso a la atención médica adecuada, lo que dificulta la detección temprana de sus necesidades. Por tales motivos, un enfoque interdisciplinario, que combine la evaluación clínica con estrategias de intervención adaptadas, resulta esencial para mejorar el bienestar y promover una mayor autonomía en esta población. Si te interesa profundizar en los criterios diagnósticos del TEA en adultos, así como también sobre su evaluación, te invitamos a nuestro curso sobre TEA en adultos: Evaluación y estrategias de intervención.

Referencias bibliográficas

  • Hollocks, M. J., Lerh, J. W., Magiati, I., Meiser-Stedman, R. y Brugha, T. S. (2019). Anxiety and depression in adults with autism spectrum disorder: a systematic review and meta-analysis. Psychological medicine49(4), 559-572. https://doi.org/10.1017/S0033291718002283
  • Micai, M., Fatta, L. M., Gila, L., Caruso, A., Salvitti, T., Fulceri, F., Ciaramella, A., D’Amico, R., Del Giovane, C., Bertelli, M., Romano, G., Schünemann, H. J. y Scattoni, M. L. (2023). Prevalence of co-occurring conditions in children and adults with autism spectrum disorder: A systematic review and meta-analysis. Neuroscience and biobehavioral reviews155, 105436. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2023.105436