Quien ha tenido un animal de compañía conoce el vínculo que se genera y el sufrimiento cuando este se va. Un proceso que se torna más duro cuanto mayor sea la unión y dependencia de la visión que tenemos del animal. Pues muchas personas no solo lo consideran un compañero sino un miembro más de la familia con el que se forman lazos emocionales profundos. Ahora, si bien cualquier tipo de duelo es un proceso complejo e individual, cuando se trata de animales el apoyo y reconocimiento social quizás no sea el esperado. Es más, puede ser desvalorizado por el resto, lo que supone un retraso de la adaptación a la pérdida. Incluso aunque se llegue a experimentar, en intensidad, un dolor similar al duelo que conlleva perder a un familiar cercano. Veamos más sobre el duelo por un animal de compañía.
Algunas experiencias del duelo por animal de compañía
Nunca olvidaré que, a principios de este año, tuvimos una visita de parientes del extranjero que no estaban particularmente orientados hacia los animales. Fue unas semanas después de perder a mi perro y […] lo primero que dijeron cuando entré en la habitación fue “¡Sonríe!” Me eché a llorar y salí corriendo de la habitación. Estela.
He tenido animales de compañía toda mi vida y no puedo describir el vacío que sientes cuando se les sacrifica. Jose.
Nunca podría haber predicho la angustia que sentí durante semanas cuando el perro de mi pareja murió en un accidente de tráfico. Juan.
Mi familia tenía un gato antes de que yo naciera y era como parte de la familia. Murió cuando yo tenía unos 13 años y todos lo lamentamos durante mucho tiempo. Fue como perder a un amigo. Ana (Hewson, 2014).
¿Un duelo privado de derechos o invisible?
Este término describe un “tipo de dolor que las personas experimentan cuando incurren en una pérdida que no es o no puede ser reconocida abiertamente, lamentada públicamente o apoyada socialmente” (Doka, 1989, p. 4).
Lo cierto es que, a pesar de ser una experiencia emocional y socialmente significativa, los procesos de duelo muchas veces no son reconocidos. Pues el concepto más común es que un animal de compañía es reemplazable. Deslegitimando, por ende, la pérdida y propiciando posibles síntomas de distrés traumático.
Ligado a lo anterior, si el duelo por la pérdida de una mascota puede durar de 6 meses a 1 año, siendo el período más intenso entre 1 y 2 meses, un proceso inadecuado podría agravarlo o alargarlo.
Inciso importante
La pérdida no es sinónimo de fallecimiento. El duelo por un animal de compañía puede ocurrir ante una pérdida ambigua que no es la muerte y carece de cierre. Esto es, que el animal se escape, quede atrás en un desastre natural o se haya de renunciar a él por causas externas, por ejemplo.
¿Qué puede ocurrir en un duelo por animal de compañía?
Puede aparecer una disonancia que agrava todavía más el sufrimiento y arrastra una miríada de experiencias emocionales.
Desde la ira hacia terceras personas, por ejemplo, hasta los síntomas clásicos del malestar psicológico.
Entre los que podemos encontrar trastornos de la alimentación y sueño, dificultad para mantener la concentración, desesperación, culpa y auto-recriminación, rumiación, aturdimiento, incredulidad y preocupación.
De hecho, se pueden llegar a adoptar comportamientos poco saludables como volver a fumar o aumentar el consumo de alcohol (Testoni y Cataldo, 2017).
Además, es frecuente que la ausencia del animal propicie el aislamiento, la pérdida de rutinas diarias y un sentido de ‘propósito’.
Y es que, al fin y al cabo, los animales de compañía pueden promover en los dueños un sentido de responsabilidad y convertirse en una especie de “catalizadores sociales” (Leonhardt-Parr y Rumble, 2022).
¿Qué se puede hacer ante el duelo por un animal de compañía?
No trivializar la pérdida
Uno de los objetivos más importantes es evitar la minimización de la pérdida. No solo si se es parte del entorno de la persona, sino también esta misma. Pues es común, por ejemplo, disculparse por llorar o descalificarse, entre otros.
Aceptar y normalizar
Por ello, es crucial normalizar las emociones generando un clima de aceptación y comprensión.
Actos conmemorativos
Puede ser de utilidad considerar actividades simbólicas que permitan seguir sin olvidar al animal.
Por ejemplo, mirar fotos, recordar o preservar sus posesiones (por ejemplo, correa, manta).
Ligado a esto, los niños pueden beneficiarse de actividades que se basan en lazos continuos internalizados, como escribir historias sobre su mascota o plantar flores en un sitio donde le gustase estar (Park et al., 2021).
Participantes de un estudio que habían perdido a sus animales de compañía destacaban también la incineración y toma de decisión acerca de qué hacer con las cenizas (soliendo esparcirse en un lugar que pueden volver a visitar), grabado de una pulsera con el nombre de la mascota y realización de un tatuaje conmemorativo (Prieto-Ursúa, 2017).
Una serie de pasos para el personal veterinario
Consultation and Relational Empathy Measure (CARE)
- Intentar tranquilizar expresando amabilidad y cordialidad, sin interactuar de manera fría o brusca.
- Dejar a la persona que cuente su “historia”, dándola tiempo para que describa en detalle lo sucedido con sus propias palabras, sin interrumpir ni confundir.
- Escuchar prestando atención a lo que está diciendo, sin mirar las notas o el ordenador mientras.
- Interesarse por la persona en su conjunto. Preguntar/conocer detalles relevantes sobre su vida y situación.
- Comprender sus inquietudes, comunicando que se han entendido, sin descuidar ni ignorar nada.
- Demostrar cuidado y compasión.
- Ser honesto, pero no negativo.
- Explicar las cosas con claridad y responder a sus preguntas de manera comprensiva, proporcionando información adecuada.
- Ayudar a tomar el control de la situación.
- Hacer un plan de acción donde se discutan las opciones y no se ignore su punto de vista.
Conclusión
El amor por las mascotas llega cada vez más a los hogares. Y es que, con ellos compartimos sentimientos y experiencias entrañables que favorecen nuestro bienestar. Convirtiéndose, así, en una especie de factor protector en el día a día.
Sin embargo, es inevitable vivenciar la pérdida del animal y aceptar la ruptura del apego, ya sea por la desaparición de este, la separación forzada o la muerte. Como dicen, es el precio que tenemos que pagar por haber amado. Ahora, si bien esto ya engloba cierta complejidad, se acrecienta cuando existe una tendencia a subestimar la pérdida.
En ocasiones, es necesaria ayuda profesional, siendo cada vez más comunes los servicios de asesoramiento. Saber manejar la pérdida siempre será decisivo para lo posterior.
Referencias bibliográficas
- Doka, K. J. (1989). Disenfranchised grief. En Doka, K. J. (Eds.), Disenfranchised grief: Recognizing (pp. 3-11). Lexington Books.
- Hewson, C. (2014). Grief for animal companions and an approach to supporting their bereaved owners. Bereavement Care, 33(3), 103-110. Doi: 10.1080/02682621.2014.980985.
- Leonhardt-Parr, E. y Rumble, B. (2022). Coping with Animal Companion Loss: A Thematic Analysis of Pet Bereavement Counselling. OMEGA – Journal of Death and Dying, 003022282110732. https://doi.org/10.1177/00302228211073217
- Park, R. M., Royal, K. D. y Gruen, M. E. (2021). A Literature Review: Pet Bereavement and Coping Mechanisms. Journal of Applied Animal Welfare Science, 1-15. https://doi.org/10.1080/10888705.2021.1934839
- Prieto-Ursúa, M. (2017). El proceso de duelo tras la pérdida de una mascota : descripción y variables recomendadas [Tesis de Maestría, Universidad Pontificia Comillas]. Repositorio de la Universidad Pontificia Comillas.
- Testoni, I. y Cataldo, L. (2017). Un lutto speciale. Delegittimazioni culturali e rappresentazioni della morte nella perdita di un animale domestico. Psicoterapia e scienze umane, 51(3), 413-428. Doi: 10.3280/PU2017-003004.