Aunque los pacientes con trastorno delirante y esquizofrenia presentan similitudes clínicas, y que la esquizofrenia haya sido una categoría mucho mejor perfilada que el trastorno delirante, los hallazgos epidemiológicos y de tratamiento indican que estas dos afecciones pertenecen a categorías diagnósticas distintas. E incluso, ambos trastornos también difieren sobre la base de una miríada de medidas de funcionamiento social, cognitiva y global. Sin embargo, hasta el estado nosológico del trastorno delirante ha sido debatido desde que Kraepelin (1921) describió la paranoia como una enfermedad distinta de la esquizofrenia. Siendo algunos límites muy borrosos. Veamos algunas diferencias entre la esquizofrenia y el trastorno delirante.
Para tener en cuenta
Antes de nada, es importante considerar múltiples dimensiones y factores en la evaluación y tratamiento de los pacientes con trastornos psicóticos. De forma que, a pesar de los datos presentados, no se haga una generalización simplista. Así, dado que ciertas investigaciones muestran algunas discrepancias, se destaca que la realidad clínica puede ser más matizada y diversa. Y que, el que los pacientes con un trastorno X funcionen mejor que otro, depende de muchos aspectos.
Distinciones claves de los trastornos
En el pasado, como dato, el trastorno delirante se diferenciaba de la esquizofrenia por el requisito de delirios no extraños sin alucinaciones. Sin embargo, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-5, en inglés) ahora permite que los delirios extraños o las alucinaciones no prominentes relevantes coexistan con los delirios.
De hecho, autores consideran el trastorno delirante como un trastorno psicótico más leve que la esquizofrenia. Apoyando la idea de un espectro de psicosis que puede abarcar el trastorno delirante, la esquizofrenia y el trastorno esquizoafectivo en una gravedad cada vez mayor.
Esquizofrenia y trastorno delirante en el punto de mira
La esquizofrenia y el trastorno delirante son tipos de psicosis no afectivas que tienen varios síntomas en común, incluyendo la presencia de delirios. No obstante, en la esquizofrenia, además de los delirios (que pueden cambiar con el tiempo), son igualmente pronunciadas las alucinaciones, los déficits cognitivos, el trastorno del pensamiento, la apatía y el aislamiento social. Así, se asocia con mayor gravedad de la psicopatología, lo que podría influir en el pronóstico y respuesta al tratamiento. Aunque hay estudios que determinan que las funciones neurocognitivas son similares entre ambos cuadros. Como dato, el tipo delirante central de la esquizofrenia se refiere a la ideación persecutoria.
Por otro lado, el trastorno delirante se caracteriza por la presencia de delirios monosintomáticos y sistematizados que preocupan mórbidamente al paciente. Aunque se pueden observar algunos síntomas afectivos, estos no son tan prominentes como los delirios. A diferencia de otros trastornos psicóticos, las alucinaciones y los trastornos del pensamiento suelen estar ausentes en el trastorno delirante, lo que lo distingue de condiciones como la esquizofrenia. Esto significa que, fuera de la esfera del engaño generalmente único, el funcionamiento global está relativamente intacto (González-Rodríguez y Seeman, 2022).
Asimismo, una diferencia importante entre la esquizofrenia y el trastorno delirante es la edad de inicio. La adolescencia tardía y la edad adulta temprana en la esquizofrenia, la edad media y superior (en gran parte, en mujeres posmenopáusicas) en este último, y es mucho más raro. Y, además, la edad de inicio también puede afectar el contenido temático de los delirios.
Detalles del trastorno delirante
Sumado a lo dicho, las personas con un trastorno delirante parecen ser más propensas al abuso de drogas antes del inicio de la enfermedad, mejor ajuste sexual premórbido, menos rasgos esquizoides y esquizotípicos premórbidos, niveles más altos de síntomas afectivos y falta de conciencia, y peor respuesta a la medicación antipsicótica que la esquizofrenia.
Además de un menor número de hospitalizaciones y un curso más crónico en general. Presentando menos delirios, pero más graves, y mayores niveles de convicción de la experiencia delirante que aquellos con esquizofrenia (Peralta y Cuesta, 2016).
Ámbitos afectados
Sobre el funcionamiento global, las personas con trastorno delirante muestran un mejor funcionamiento en comparación con aquellos con esquizofrenia. Por ejemplo, se ha observado que en los pacientes con trastorno delirante hay una mayor proporción de matrimonios en comparación con los pacientes con esquizofrenia, lo que podría indicar diferencias en la estructura familiar y el apoyo social.
Por otro lado, en cuanto a la discapacidad laboral, quienes conviven con esquizofrenia presentan mayor discapacidad relacionada con el trabajo. Teniendo este aspecto consecuencias importantes en la calidad de vida y autonomía (González-Rodríguez y Seeman, 2022).
Un dato aparentemente contradictorio
Así pues, si bien la literatura previa ha sugerido un pronóstico más pobre para el trastorno delirante en comparación con la esquizofrenia, estudios recientes indican que los resultados a largo plazo pueden ser más equiparables entre ambas condiciones una vez que se consideran otros factores como la estabilidad diagnóstica y las diferencias clínicas y funcionales. Algo aparentemente contradictorio, pue se esperaría que un pronóstico más pobre estuviera asociado con una peor funcionalidad (Hui et al., 2023).
Sin embargo, como hemos apuntado al principio, en el campo de la salud mental, el pronóstico y la funcionalidad son aspectos multifacéticos que pueden estar influenciados por diversos factores, como la respuesta al tratamiento, la adherencia a la medicación, la presencia de comorbilidades y el apoyo social disponible, por ejemplo.
Conclusión
Al final, el trastorno delirante es una afección poco investigada y su relación con la esquizofrenia es controvertida. De hecho, como se diagnostica hoy en día, es sintomáticamente heterogéneo, con síntomas que se superponen en gran medida con los de la esquizofrenia.
Se sugiere considerar dimensiones psicóticas comunes en lugar de clasificaciones basadas en el contenido de los delirios al perfilar subtipos de trastorno delirante, lo que podría mejorar la precisión del diagnóstico y la especificidad del tratamiento. Pues las diferencias entre ambos cuadros en relación con aspectos premórbidos, clínicos, de tratamiento, funcionales y neurocognitivos tienen importantes implicaciones clínicas. El objetivo no se convierte en la eliminación de síntomas, dado que puede ser imposible, sino en la mejora de la calidad de vida. Por último, si te interesa aprender más acerca de la evaluación, diagnóstico y tratamiento de las psicosis, te invitamos a nuestro curso sobre psicosis y herramientas clínicas para su abordaje.
Referencias bibliográficas
- González-Rodríguez, A. y Seeman, M. V. (2022). Differences between delusional disorder and schizophrenia: A mini narrative review. World journal of psychiatry, 12(5), 683-692. https://doi.org/10.5498/wjp.v12.i5.683
- Hui, C. L. M., Chan, E. W. T., Hui, P. W. M., Tao, T. J., Ho, E. C. N., Lam, B. S. T., Wah See, S. H., Suen, Y. N., Chang, W. C., Wa, S. K., Lee, E. H. M. y Chen, E. Y. H. (2023). Functional and clinical outcomes of delusional disorder and schizophrenia patients after first episode psychosis: a 4-year follow-up study. BMC psychiatry, 23(1), 676. https://doi.org/10.1186/s12888-023-05175-z
- Muñoz-Negro, J. E., Ibáñez-Casas, I., de Portugal, E., Lozano-Gutiérrez, V., Martínez-Leal, R. y Cervilla, J. A. (2018). A Psychopathological Comparison between Delusional Disorder and Schizophrenia. Canadian journal of psychiatry. Revue canadienne de psychiatrie, 63(1), 12-19. https://doi.org/10.1177/0706743717706347
- Peralta, V. y Cuesta, M. J. (2016). Delusional disorder and schizophrenia: a comparative study across multiple domains. Psychological medicine, 46(13), 2829-2839. https://doi.org/10.1017/S0033291716001501