Desde la perspectiva cognitivo-conductual, es importante definir cuáles son las creencias y metacreencias que contribuyen al desarrollo y mantenimiento de algunos trastornos, como el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). En este sentido, se considera que la creencia de que los pensamientos son equivalentes a las acciones (fusión pensamiento-acción) adquiere un papel importante en la adscripción de significado negativo a los pensamientos intrusivos. Veamos mas acerca de los mecanismos desencadenandos y estrategias responsables de los síntomas de este cuadro.
El TOC: Más presente de lo que parece
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, en inglés), el TOC se caracteriza por la presencia de obsesiones, compulsiones o ambos.
Para cumplir con los criterios diagnósticos del TOC, las obsesiones y compulsiones deben causar malestar significativo o deterioro funcional y no pueden ser mejor explicados por los efectos de una sustancia o una condición médica. Ahora, no hay que olvidar que la severidad de este cuadro suele variar de una persona a la otra.
Obsesiones y compulsiones: No son lo mismo
Las obsesiones pueden manifestarse como un pensamiento, duda, imagen o impulso, que se presentan de forma persistente y experimenta como intrusivo y no deseado.
Se caracterizan por causar ansiedad o malestar significativo, y, además, son egodistónicas (es decir, desagradables o inconsistentes con los valores de quien las sufre).
Las personas suelen intentar afrontar estos pensamientos ignorándolos, suprimiéndolos o mediante actos que buscan neutralizarlos.
Las compulsiones, por otro lado, son comportamientos repetitivos o actos mentales que la persona siente que debe realizar en respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas rígidas que deben seguirse de manera precisa.
¿El objetivo? Prevenir las consecuencias temidas o reducir el malestar asociado a las obsesiones.
Una relación estrecha
Las compulsiones tienen estrecha relación con el contenido de las obsesiones. Por ejemplo, si la obsesión se asocia al miedo a la contaminación por suciedad o gérmenes, las compulsiones van a tender a ser de de lavado, limpieza y evitación de posibles fuentes de contaminación.
Asimismo, si el miedo está relacionado a la posibilidad de causar daño a los demás, las compulsiones pueden ser de chequeo y reaseguración (por ejemplo, preguntarle al otro si se le ha causado daño, repasar los hechos del día o esconder o evitar elementos punzantes, entre otros) (Veale y Roberts, 2014).
Obsesiones y compulsiones más comunes
El contenido de las obsesiones y las conductas que pueden desarrollarse a modo de compulsiones varía, haciendo del TOC un cuadro sumamente heterogéneo. En general, las obsesiones más comunes pueden incluir preocupación acerca de contaminación, simetría, sexualidad, religión, moral o miedo a tener impulsos agresivos. Mientras que las compulsiones más comunes incluyen el chequeo, la limpieza, contar y repetir.
Si bien los estudios no son del todo concluyentes, algunos sugieren que existen factores, como la cultura y el género que contribuyen a la expresión de ciertos contenidos por sobre otros.
Por ejemplo, en algunas comunidades religiosas. Alli, se observa mayor sintomatología relacionada con la moral, la religión y lo sexual.
Otra variable a tener en cuenta es el género. Por un lado, los pacientes masculinos parecen ser más propensos a contenidos de índole sexual-religiosos, y a presentar comorbilidad con tics y el consumo excesivo de sustancias. En cuanto a este ultimo punto, y si te interesa la temática, te sugerimos acceder a nuestro curso de estrategias de prevención en adicciones.
Por otro lado, las personas del sexo femenino presentan más síntomas de contaminación/limpieza. Además, muestran mayor comorbilidad con trastornos de la conducta alimentaria y del control de los impulsos (Hunt, 2020).
¿Cómo se desarrollan y mantienen las obsesiones?
El pensamiento intrusivo: La “materia prima de las obsesiones”
Un pensamiento intrusivo es un pensamiento automático, involuntario, normal y cotidiano que experimentan todas las personas. Puede aparecer ante la presencia de cualquier estímulo y no se acompaña de malestar significativo. En general, suelen tener contenido variado (sexualidad, daño, contaminación, dudas…).
Si se observa, la definición de este tipo de pensamiento es muy similar al de las obsesiones Entonces… ¿Qué diferencia hay entre ambos? Las obsesiones no se diferencian de estos por su contenido y forma de presentación, sino que se diferencian por su frecuencia, relevancia y malestar asociados. Desde el enfoque cognitivo conductual, se dice que los pensamientos intrusivos serían la materia prima sobre la que pueden desarrollarse las obsesiones.
Las creencias acerca de las obsesiones
Para los modelos cognitivos conductuales, los pensamientos intrusivos se pueden transformar en pensamientos obsesivos si se les atribuye un significado negativo relevante para la persona. Es decir, no es el contenido de las obsesiones sino las interpretaciones que se realizan sobre estas, -sumadas a sus consecuencias emocionales y conductuales- las que caracterizan y mantienen el TOC.
Algunos autores postulan que parte de este proceso se debe a la creencia de que los pensamientos revelan significados ocultos acerca de la propia subjetividad, lo cual los vuelve amenazantes.
De manera tal que un simple pensamiento intrusivo puede ser interpretado como un indicador de la personalidad, de los deseos o tendencias más “profundas” de la persona (Rodríguez Biglieri y Vetere, 2011).
La fusión pensamiento acción
Uno de los mecanismos que participan en estas interpretaciones es el denominado fusión pensamiento acción. Una metacreencia que implica la idea de que los pensamientos y las acciones son equivalentes, estableciendo una dificultad para diferenciar uno del otro.
Tal equivalencia puede llevar a la persona a la conclusión de que un pensamiento es igual de dañino que una acción: “Si tengo un pensamiento malvado, eso significa que soy una mala persona” o “Si pienso en hacer algo malo es tan malo como realmente hacerlo”.
La fusión pensamiento acción puede presentarse relacionada, por ejemplo, con la moral (si se piensan cosas éticamente reprochables es igual a hacer cosas éticamente reprochables, por ejemplo) o con el daño a uno mismo o a terceros (si se piensa que se quiere hacer daño a alguien, es igual a hacerlo) (Rodríguez Biglieri y Vetere, 2011).
Una creencia que causa mucho malestar
En resumen, si los pensamientos son iguales a las acciones, los pensamientos intrusivos pueden pasar de ser un fenómeno insignificante (solo un pensamiento) a una señal de peligro para la persona (que llegaría a conclusiones como: “este pensamiento significa que soy una mala persona”). Una interpretación que desataría una serie de mecanismos y estrategias de monitoreo, rumiación, neutralización y control que terminan desarrollando y manteniendo la sintomatología obsesiva (Wheaton y Gallina, 2019).
Conclusión
Desde la perspectiva cognitivo conductual, un sistema de creencias y metacreencias disfuncionales puede convertir un pensamiento intrusivo en una señal de “amenaza”. Esto produce que se transforme un fenómeno habitual, común y corriente en psicopatológico.
Si bien participan en este proceso otros factores de vulnerabilidad en el marco del tratamiento psicoterapéutico del TOC, poder comprender esta lógica permite poner en cuestión las bases sobre las cuales se interpretan, instalan y mantienen los síntomas. De esta manera se busca promover explicaciones alternativas y nuevas formas de afrontamiento.
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
- Hunt, C. (2020). Differences in OCD symptom presentations across age, culture, and gender: A quantitative review of studies using the Y-BOCS symptom checklist. Journal of Obsessive-Compulsive and Related Disorders, 26, 100533. https://doi.org/10.1016/j.jocrd.2020.100533
- Rodríguez Biglieri, R. y Vetere, G. (2011). Manual de terapia cognitiva conductual de los trastornos de ansiedad. Polemos.
- Veale, D. y Roberts, A. (2014). Obsessive-compulsive disorder. BMJ (Clinical research ed.), 348, g2183. https://doi.org/10.1136/bmj.g2183
- Wheaton, M. G. y Gallina, E. R. (2019). Using Cognitive-Behavioral Therapy to Treat Obsessive-Compulsive Disorder With Co-Occurring Depression. Journal of Cognitive Psychotherapy, 33(3), 228-241. https://doi.org/10.1891/0889-8391.33.3.228