Las pesadillas, experiencias oníricas intensas y perturbadoras que nos despiertan en medio de la noche, han sido objeto de fascinación y estudio durante siglos. Desde el punto de vista científico, no solo afectan a la calidad del sueño, sino que también ofrecen una ventana única para comprender los complejos procesos cerebrales y emocionales que ocurren durante el sueño. En esta nota, exploraremos las pesadillas desde la neuropsicología, analizando sus mecanismos y posibles implicaciones para la salud mental.

¿Qué son las pesadillas?

Representan sueños vívidos y angustiosos que suelen provocar un despertar abrupto. A menudo, implican situaciones de peligro, miedo o ansiedad, y pueden dejar una sensación de malestar, incluso después de despertar. Tales experiencias oníricas perturbadoras son comunes en la población general, pero pueden volverse recurrentes en ciertas personas, afectando significativamente su calidad de vida y bienestar emocional.

Prevalencia y factores asociados

pesadillas y amígdala

Si bien son más usuales en la infancia y la adolescencia, con una disminución en la frecuencia a medida que las personas envejecen, pueden persistir en la edad adulta. Especialmente en individuos con trastornos del sueño o condiciones de salud mental. En este sentido, estudios sugieren que alrededor del 50 % de los adultos experimentan pesadillas ocasionales, mientras que entre el 2 % y el 8 % las experimentan de forma recurrente (American Academy of Sleep Medicine, 2014).

Continuando, en lo que se refiere a los factores asociados, las mujeres tienden a reportarlas con mayor frecuencia que los hombres. Adicionalmente, el estrés, la ansiedad y la depresión son factores de riesgo bien establecidos. Incluso, la genética también parece tener algo que ver. En este sentido, varias investigaciones proponen que la frecuencia de las pesadillas podría tener un componente hereditario significativo (Nielsen y Levin, 2007).

Neurobiología de las pesadillas

Sucede, pues, que los estudios de neuroimagen han proporcionado información valiosa acerca de las diferencias en la conectividad cerebral y la activación regional en personas que las experimentan de manera frecuente. Tanto es así que se han encontrado grandes hallazgos. Entre ellos se destaca el siguiente: las pesadillas están asociadas con una mayor activación de la amígdala durante el sueño REM, así como con una disminución de la conectividad entre la amígdala y la corteza prefrontal. Lo anterior, sugiere una disfunción en la regulación emocional durante el sueño, lo que podría explicar su intensidad. Veamos más al respecto (Pereira et al., 2023).

Conexión entre la amígdala y la corteza prefrontal

pesadillas y amígdala

La amígdala es una estructura cerebral clave en el procesamiento emocional y desempeña un papel fundamental en la generación de pesadillas. Durante el sueño, dicha estructura desencadena respuestas emocionales intensas, que se reflejan en su contenido.

A su vez, la conexión entre la amígdala y la corteza prefrontal también es crucial para el procesamiento emocional durante las pesadillas. La corteza prefrontal, responsable de la regulación emocional y el control cognitivo, interactúa con la amígdala para moderar las respuestas emocionales. Como ya mencionamos, en individuos que reportan experimentarlas frecuentemente, se ha observado una disfunción en esta conexión. Lo que advierte una incapacidad para regular las emociones durante el sueño (Marquis et al., 2021).

Hipocampo: Otra estructura clave

Respecto a esta región, la evidencia plantea que, dado que participa en la consolidación de la memoria emocional, su disfunción contribuye a la reactivación de recuerdos traumáticos durante el sueño. De hecho, en estudios de neuroimagen se ha observado una disminución de la conectividad entre el hipocampo y otras regiones cerebrales en individuos con pesadillas recurrentes (Pereira et al., 2023).

Teorías sobre la función de las pesadillas

A lo largo de la historia, diversas teorías han intentado explicar la función de las pesadillas más allá de su vínculo con la amígdala, la corteza y el hipocampo. Desde perspectivas evolutivas hasta enfoques de regulación emocional, estas teorías ofrecen diferentes visiones sobre por qué experimentamos sueños angustiosos y qué propósito tienen para nuestro psiquismo. A continuación, se exploran algunas de las teorías más prominentes que intentan arrojar luz respecto a ello.

Simulación de amenazas

pesadillas y amígdala

Desde una perspectiva evolutiva, la teoría de la simulación de amenazas sugiere que las pesadillas evolucionaron como una forma de preparar a los individuos para enfrentar situaciones peligrosas en la vida real. De esta manera, actúan como simulaciones mentales de amenazas, permitiendo a las personas practicar respuestas de afrontamiento en un entorno seguro. Esta práctica onírica podría mejorar la capacidad de respuesta ante amenazas reales durante la vigilia (Revonsuo, 2000).

Regulación emocional

Por otro lado, la teoría de regulación emocional postula que sirven como un mecanismo para procesar y manejar emociones negativas. En este sentido, durante el sueño, el cerebro puede reactivar y procesar experiencias emocionales intensas, facilitando la regulación emocional y la adaptación psicológica (Nielsen y Levin, 2007).

Conclusión

A modo de cierre, las pesadillas reflejan la interacción de múltiples factores, desde la neurobiología hasta la psicología y la evolución. No obstante, debemos destacar que tales experiencias resultan fenómenos complejos que varían entre individuos, dependiendo de su historia de vida y características psicológicas.

Así, el estudio de las pesadillas sigue siendo un campo fértil para la investigación, con implicaciones significativas para la comprensión del cerebro y la mente humana. A pesar de ello, los investigadores resaltan la necesidad de continuar contrastando la información con nuevos estudios. ¿Sueles experimentar pesadillas frecuentemente? ¿Cómo crees que podríamos aplicar estos conocimientos para mejorar la calidad de vida? Si te interesa profundizar en técnicas de evaluación, diagnóstico y abordaje del sueño, te recomendamos nuestro curso en trastornos del sueño.

Referencias bibliográficas

  • American Academy of Sleep Medicine. (2014). International classification of sleep disorders (3rd ed.). Darien, IL: American Academy of Sleep Medicine.
  • Marquis, L. P., Julien, S. H., Daneault, V., Blanchette-Carrière, C., Paquette, T., Carr, M., Soucy, J. P., Montplaisir, J., y Nielsen, T. (2021). Local Neuronal Synchronization in Frequent Nightmare Recallers and Healthy Controls: A Resting-State Functional Magnetic Resonance Imaging Study. Frontiers in neuroscience15, 645255. https://doi.org/10.3389/fnins.2021.645255
  • Nielsen, T. A. y Levin, R. (2007). Nightmares: A new neurocognitive model. Sleep Medicine Reviews, 11(4), 295-310. https://doi.org/10.1016/j.smrv.2007.03.004
  • Pereira, M., Terpstra, N., Rutiku, R., Sandberg, K., Dresler, M. y Krause, F. (2023). Neural correlates of nightmares revisited: findings from large-scale fMRI cohorts. Sleep. https://doi.org/10.1093/sleep/zsad212
  • Revonsuo, A. (2000). The reinterpretation of dreams: An evolutionary hypothesis of the function of dreaming. Behavioral and Brain Sciences, 23(6), 877-901. https://doi.org/10.1017/s0140525x00004015