El trastorno del espectro autista (TEA) es un universo único y complejo, y demanda una comprensión más profunda de la que tenemos hoy en día. En este sentido, la investigación en salud mental es esencial para desentrañar sus complejidades y desarrollar intervenciones efectivas sobre las comunidades. No obstante, la psicoeducación sobre aquellas cuestiones de las que ya conocemos también desempeña un papel crucial. Pues, al educar a la sociedad sobre la neurodiversidad y fomentar su entendimiento, se puede promover un mundo más empático y accesible para todas las personas. Una de las cuestiones más complejas en salud mental guarda relación con la reactividad al dolor en TEA, ¿de qué se trata?
Un panorama actual del TEA y el dolor
El TEA es catalogado como un trastorno del neurodesarrollo en manuales actuales de psiquiatría. Si bien se cree que afecta a alrededor de uno de cada 150 nacimientos en todo el mundo, un nuevo informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC, en inglés), indica que la incidencia es tan alta como 1 de cada 44 niños, marcando una prevalencia estimada del 2.3 %. Al mismo tiempo, en cuanto a su proporción, la misma es de 3:1 entre hombres y mujeres.
El impacto del TEA trasciende las meras características diagnósticas. Y es que, debido a distintos factores, afecta significativamente las oportunidades educativas, sociales y laborales de las personas con autismo.
Entre las numerosas comorbilidades asociadas, el dolor emerge como un síntoma recurrente. Sin embargo, a menudo es reconocido o diagnosticado con demoras en niños con TEA. De hecho, las personas con autismo tienen aproximadamente el doble de probabilidades que sus compañeros neurotípicos de experimentar dolor crónico o recurrente.
La necesidad de profundizar en la atención clínica
En este contexto, dicho dolor es multifactorial. Más específicamente, aquellos con autismo pueden experimentar comorbilidades como la epilepsia, trastornos relacionados con la hipermovilidad articular, trastornos gastrointestinales, trastornos de salud mental como ansiedad y problemas de sueño. Todos ellos cuadros que terminan por actuar como fuentes adicionales de malestar y dolor.
Esta complejidad en la presentación clínica del dolor en el TEA subraya la necesidad de una atención médica integral y sensible a las necesidades singulares de cada sujeto. Sin embargo, a pesar de las crecientes evidencias sobre las comorbilidades médicas en el TEA, las personas con esta condición a menudo enfrentan inequidades en la atención sanitaria. Como consecuencia, contribuye a resultados de salud más deficientes (Bogdanova et al., 2022).
El TEA y el dolor: Un fenómeno documentado
La reactividad al dolor en el TEA ha sido objeto de estudio e interés por parte de los investigadores durante muchos años. Y es que, se han observado y descrito percepciones atípicas del dolor, expresión del mismo y dificultades en su evaluación en personas con TEA.
Por un lado, algunos estudios han informado sobre una disminución o incluso ausencia de reactividad al dolor. Dichas investigaciones se basaron principalmente en informes de los propios afectados o de observaciones clínicas.
Por otro lado, diversos resultados muestran que las mismas personas pueden exhibir una sensibilidad igual o hasta mayor a estímulos dolorosos en condiciones experimentales controladas. En adición a las mencionadas observaciones, también se han documentado sensaciones de dolor atípicas en personas con TEA. Entre ellas, la alodinia, una extrema sensibilidad a la estimulación táctil no dolorosa habitual que causa dolor intenso (MacLennan et al., 2022).
La urgencia de la multidisciplina
A pesar de los esfuerzos por comprender las discrepancias sobre la reactividad al dolor en TEA, varias hipótesis han sido propuestas para explicar las alteraciones observadas en dicha forma de neurodiversidad. Sin embargo, ninguna de las hipótesis, tomadas individualmente, ha logrado reconciliar de manera satisfactoria los hallazgos aparentemente contradictorios.
Por tanto, la complejidad de la percepción del dolor en el TEA sigue siendo un área de investigación activa y en evolución. Así, existe un reciente consenso en que se requiere un enfoque multidisciplinario. Incluyendo una mayor comprensión de los mecanismos subyacentes del dolor para proporcionar una atención médica que incluya a la salud mental, siendo más efectiva y personalizada para las personas afectadas.
La reactividad al dolor en TEA es amplia
Entre los fenómenos asociados a la reactividad al dolor en TEA, se encuentra la aversión a estímulos fuertes. De hecho, constituye una de las formas más comunes de sensibilidad sensorial diferenciada. A pesar de la evidencia clara de una mayor sensibilidad auditiva en el autismo, todavía hay preguntas abiertas sobre la naturaleza precisa de la sensibilidad y lo que conlleva.
En esta línea, varios estudios han examinado las respuestas fisiológicas al sonido en personas en el espectro autista. Los hallazgos sugieren que, aunque algunos sujetos pueden experimentar dolor físico en respuesta a sonidos fuertes, otros pueden experimentar simplemente una mayor sensibilidad auditiva sin que ello se traduzca necesariamente en dolor (Williams et al., 2021).
Por ende, el desafío es complejo
Además, se ha documentado una posible relación entre el comportamiento autolesivo y la respuesta al dolor en el autismo. Con respecto a ello, se propone que las autolesiones podrían ser una estrategia de afrontamiento para gestionar el dolor crónico.
Más específicamente, los autores sugirieron que la distracción somatosensorial repetitiva afecta el procesamiento del dolor y alivia la sensación de dolor, en línea con hallazgos en diversas condiciones de dolor crónico. Sin embargo, las relaciones causales entre las autolesiones y la percepción del dolor alterada en el TEA están lejos de entenderse completamente (Summers et al., 2017).
Conclusión
Los enfoques en TEA, ya sea a nivel comunitario o singular, deben considerar fenómenos como la reactividad al dolor y la sensibilidad al ruido. Estos aspectos pueden influir significativamente en la calidad de vida y la salud mental de las personas en el espectro autista.
Así, incorporar estrategias que aborden estos desafíos de manera integral, contribuyen a una atención más efectiva y centrada en las necesidades específicas de cada persona, promoviendo así un mayor nivel de inclusión, aceptación y apoyo. Para profundizar en el diagnóstico y abordaje del TEA, te recomendamos nuestro curso en autismo.
Referencias bibliográficas
- Bogdanova, O. V., Bogdanov, V. B., Pizano, A., Bouvard, M., Cazalets, J. R., Mellen, N. y Amestoy, A. (2022). The Current View on the Paradox of Pain in Autism Spectrum Disorders. Frontiers in psychiatry, 13, 910824. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2022.910824
- MacLennan, K., O’Brien, S. y Tavassoli, T. (2022). In Our Own Words: The Complex Sensory Experiences of Autistic Adults. Journal of autism and developmental disorders, 52(7), 3061-3075. https://doi.org/10.1007/s10803-021-05186-3
- Summers, J., Shahrami, A., Cali, S., D’Mello, C., Kako, M., Palikucin-Reljin, A., Savage, M., Shaw, O. y Lunsky, Y. (2017). Self-Injury in Autism Spectrum Disorder and Intellectual Disability: Exploring the Role of Reactivity to Pain and Sensory Input. Brain sciences, 7(11), 140. https://doi.org/10.3390/brainsci7110140
- Williams, Z. J., He, J. L., Cascio, C. J. y Woynaroski, T. G. (2021). A review of decreased sound tolerance in autism: Definitions, phenomenology, and potential mechanisms. Neuroscience and biobehavioral reviews, 121, 1-17. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2020.11.030
la hipersensibilidad al ruido esta mas indagado en el ADI-R y los umbrales sensoriales en general , no asi la reactividad al dolor. cuanto mas se ajusten las pruebas seran las derivaciones mas eficaces para los profesionales evaluadores.