Los trastornos psicóticos son un desafío complejo que afecta a sujetos y sus comunidades. Aunque existen tratamientos disponibles, como la terapia y los medicamentos, la comprensión de esta condición y su manejo aún están en evolución. Así, se torna crucial continuar la investigación para desarrollar enfoques más efectivos y comprensivos. Y es que, la innovación en el campo de la salud mental no solo mejora los tratamientos existentes, sino que también ofrece esperanza a quienes conviven con psicosis, promoviendo así una mejor calidad de vida. En este sentido, se ha comenzado a investigar el uso de sustancias psicoactivas en las psicosis como un posible tratamiento, ¿qué sabemos al respecto?
El panorama actual de la esquizofrenia y otras psicosis
La esquizofrenia es un trastorno mental grave caracterizado por la desconexión con la realidad. La misma se manifiesta principalmente a través de alucinaciones y delirios, acompañados de alteraciones cognitivas, emocionales y conductuales. Así, según datos del Instituto Nacional de Salud Mental del Reino Unido, su incidencia oscila entre el 0,33 % y el 0,75 % de la población mundial. No obstante, es más prevalente entre la población encarcelada y la población sin hogar.
Dada la diversidad de síntomas que presenta la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, los cuales no se agotan en los síntomas positivos, es esencial diseñar planes de intervención más individualizados y detallados para abordar las necesidades específicas de cada sujeto. Pues, aunque los antipsicóticos son fundamentales en el tratamiento, su eficacia para todos los síntomas es limitada (Moreno-Küstner et al., 2018).
El tratamiento clásico parece insuficiente
Los antipsicóticos actúan principalmente mediante el bloqueo de los receptores de dopamina en el cerebro. Se cree que la hiperactividad dopaminérgica en ciertas regiones cerebrales, especialmente en el sistema mesolímbico, está implicada en la fisiopatología de la psicosis. Al bloquear selectivamente los receptores de dopamina D2, reducen la transmisión dopaminérgica excesiva. Como consecuencia, ayudan a aliviar los síntomas positivos de la psicosis, como las alucinaciones y los delirios.
Sin embargo, este mecanismo de acción no aborda completamente los síntomas negativos y cognitivos de las psicosis. Al mismo tiempo, puede estar asociado con efectos secundarios adversos. Y es que, las psicosis son ampliamente más complejas. Lo mencionado ha motivado la búsqueda de nuevas alternativas terapéuticas que aborden diferentes sistemas de neurotransmisores (Yang y Tsai, 2017).
En búsqueda de nuevas alternativas de tratamiento de la psicosis
En los últimos años, se ha llevado a cabo una investigación exhaustiva sobre nuevas ventanas terapéuticas para el tratamiento de la esquizofrenia. Así, se ha explorado el potencial terapéutico del sistema glutamatérgico, colinérgico, serotoninérgico, opioide y endocannabinoide. Todos ellos, enfoques alternativos basados en hipótesis divergentes sobre la causa subyacente de la esquizofrenia.
Entre dichos sistemas, el endocannabinoide ha emergido como un área de particular interés. Pues, recientemente, ha crecido la evidencia que asocia el abuso de cannabis con un mayor riesgo de desarrollar esquizofrenia. Tal conexión ha estimulado la investigación sobre terapias farmacológicas dirigidas específicamente al sistema endocannabinoide. En este contexto, el cannabidiol, un componente no psicoactivo del cannabis, ha surgido como una opción prometedora para el tratamiento de la esquizofrenia.
Veamos un poco más sobre el cannabidiol
El cannabidiol ha demostrado una variedad de propiedades farmacológicas beneficiosas que podrían resultar útiles en el uso de sustancias psicoactivas en psicosis. Allí, se incluyen efectos ansiolíticos, antipsicóticos, antieméticos y antiinflamatorios. Pese a que aún no se comprende completamente su mecanismo de acción, se ha postulado que actúa como un agonista inverso de los receptores cannabinoides CB1/CB2.
Además, se ha sugerido que puede aumentar los niveles de cannabinoides endógenos al inhibir su absorción y metabolismo. Como consecuencia, contribuye con efectos terapéuticos en la esquizofrenia. Por otro lado, también tiene el potencial de contrarrestar los síntomas psicóticos y el deterioro cognitivo asociados con el consumo de cannabis, así como de reducir el riesgo de desarrollar psicosis relacionada con su uso (Serrano-Jiménez y de Lucas-Moreno, 2023).
Profundizando en el uso de psicoactivos en psicosis
Además del cannabidiol, se han estudiado otras sustancias psicoactivas con propiedades antipsicóticas. Tal es el caso del modafinilo. Se ha observado que el modafinilo proporciona beneficios a personas con esquizofrenia al mejorar la fatiga y la sedación. Las anteriores, inducidas por antipsicóticos. Asimismo, relatan Serrano-Jiménez y de Lucas-Moreno, se ha asociado al modafinilo con mejora en aspectos cognitivos en psicosis. Entre ellos, la memoria a corto plazo, la atención, la memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva y el control inhibitorio.
Por otro lado, se suma la ketamina a la lista de uso de psicoactivos en psicosis. Si bien es un fármaco anestésico, ha demostrado un gran potencial como antidepresivo. Aunque en la mayoría de los estudios se excluyen personas con antecedentes de psicosis debido a la preocupación teórica de que la ketamina pueda exacerbar sus síntomas, varias investigaciones han mostrado que no solo mejora el estado de ánimo, sino que también reduce los síntomas psicóticos.
Los resultados de la revisión de Serrano-Jiménez y de Lucas-Moreno
La revisión de los autores mencionados fue realizada en el año 2023. La misma abordó el uso de psicoactivos en el tratamiento de la psicosis. En el conjunto de estudios que revisaron, se observaron mejoras significativas en aquellas personas que recibieron cannabidiol, modafinilo o ketamina como tratamiento complementario, en comparación con aquellos que recibieron placebo u otros fármacos.
Asimismo, los autores sugieren que el cannabidiol puede ser más efectivo en casos donde predominan los síntomas positivos. Por otra parte, la ketamina podría ser más beneficiosa para los síntomas negativos y el modafinilo para los cognitivos.
En términos de diagnóstico, los autores encontraron que el cannabidiol es efectivo tanto en personas con alto riesgo de psicosis como en aquellos diagnosticados con diferentes trastornos psicóticos. Por su parte, el modafinilo podría ser más beneficioso en sujetos diagnosticados con esquizofrenia y trastorno esquizoafectivo, mientras que la ketamina podría ser útil en casos de trastorno esquizoafectivo o esquizofrenia con marcados síntomas negativos.
Conclusión
Si bien los avances en el uso de sustancias psicoactivas para las psicosis resultan esperanzadores, es importante señalar que los estudios revisados presentaron muestras pequeñas, lo que podría afectar la calidad estadística y la confiabilidad de los resultados obtenidos.
De esta forma, se debe continuar investigando alternativas complementarias a los tratamientos clásicos en psicosis, con la mira en la mejora de la calidad de vida de las personas que conviven con trastornos psicóticos. Si te interesa aprender más acerca de la evaluación, diagnóstico y tratamiento de las psicosis, te invitamos a nuestro curso sobre psicosis y herramientas clínicas para su abordaje.
Referencias bibliográficas
- Moreno-Küstner, B., Martín, C. y Pastor, L. (2018). Prevalence of psychotic disorders and its association with methodological issues. A systematic review and meta-analyses. PloS one, 13(4). https://doi.org/10.1371/journal.pone.0195687
- Serrano-Jiménez, E. y de Lucas-Moreno, M. G. (2023). Uso de sustancias psicoactivas como tratamiento de la psicosis [Use of psychoactive substances as a treatment for psychosis]. Revista de neurologia, 76(11), 361-370. https://doi.org/10.33588/rn.7611.2023077
- Yang, A. C. y Tsai, S. J. (2017). New Targets for Schizophrenia Treatment beyond the Dopamine Hypothesis. International journal of molecular sciences, 18(8), 1689. https://doi.org/10.3390/ijms18081689