En el ámbito del estudio del desarrollo humano, la vejez ha sido foco desde diversas perspectivas. Surgieron en los 60 distintas teorías del envejecimiento que buscaban explicar los procesos asociados a envejecer. Entre estas, destacan la teoría de la desvinculación y la teoría de la actividad. Y es que, ambas ofrecen enfoques complementarios para comprender cómo las personas mayores experimentan y se adaptan a los cambios asociados con el proceso de envejecimiento. En esta nota exploraremos sobre el concepto de vejez, sus implicancias y sobre los postulados de las teorías de la desvinculación y de la actividad.

Antes que las teorías del envejecimiento: Concepto de vejez

El envejecimiento es un proceso que se da en todos los seres humanos de manera inevitable y compleja. Berger (2009), define la vejez como una etapa de la vida en la que se experimentan cambios físicos, cognitivos y emocionales significativos, típicamente a partir de los 65 años. Sin embargo, este proceso no es uniforme, varía según factores genéticos, ambientales, sociales y culturales.

Teorías del envejecimiento, vejez

Comprenderlo, implica explorar las complejas interacciones entre el individuo y su entorno, así como las percepciones y actitudes culturales hacia este. En este contexto, las teorías del envejecimiento proporcionan marcos conceptuales para comprender y abordar dicho proceso. Veámoslas.

Aspectos normativos de la vejez

Al llegar a la vejez, las personas enfrentan una serie de desafíos y experiencias comunes que afectan su calidad de vida y bienestar. Estos aspectos compartidos, aunque variados en su manifestación individual, son característicos de tal etapa de la vida. En este sentido, una de las principales preocupaciones para muchas personas mayores es el deterioro cognitivo. Además, es común que las personas mayores necesiten algún tipo de cuidado adicional a medida que envejecen.

¿En qué nivel ocurren los cambios?

Por un lado, las alteraciones en la salud son una característica común de la vejez. A medida que las personas envejecen, tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión y artritis, por mencionar algunas, así como problemas de salud mental como depresión y ansiedad.

Por otro lado, el aislamiento social también es un desafío significativo que enfrentan muchas personas mayores. Pues, a lo largo de los años, surgen cambios que incluye a sus vínculos, como la pérdida de amigos y familiares, la jubilación y disminución de la movilidad, por lo que soledad y vejez son dos conceptos que muchas veces están positivamente relacionados. Finalmente, la vejez conlleva una mayor conciencia de la propia mortalidad y la pérdida de seres queridos que se vincula directamente con la motivación, las prioridades y metas de vida de las personas mayores, así como en su bienestar emocional y espiritual.

Las teorías del envejecimiento: Bases conceptuales

Las teorías del envejecimiento, como la de la desvinculación y la de la actividad, buscan explicar los procesos y cambios que ocurren en las personas a medida que envejecen, así como comprender la manera en que afectan la vida y el bienestar de los individuos mayores. Ahora, aunque estas teorías tienen enfoques diferentes, ambas ofrecen marcos conceptuales para abordar y entender el envejecimiento.

En primer lugar, la teoría de la desvinculación postula que la reducción de la actividad social es un proceso natural y adaptativo, preparando al individuo para la eventual desvinculación final. Y, en segundo lugar, la teoría de la actividad sostiene que mantenerse activo física, mental y socialmente es esencial para un envejecimiento saludable y satisfactorio. 

Una cara de la moneda: Teoría de la desvinculación

Propuesta por Cumming y Henry, en 1961, examina cómo las personas experimentan un distanciamiento gradual de la sociedad a medida que envejecen. En consecuencia, este modelo sugiere que el proceso de desapego social es una parte natural del envejecimiento, siendo beneficioso tanto para el individuo como para la sociedad en su conjunto.

De esta manera, a medida que las personas envejecen, tienden a retirarse gradualmente de roles y ambientes sociales que una vez fueron centrales en sus vidas. Dicho distanciamiento resulta en la disminución de la participación en actividades laborales, sociales y comunitarias, así como en relaciones interpersonales menos activas.

¿Cómo se da este proceso de desvinculación?

Podría decirse que es el resultado tanto de factores internos como externos. Internamente, las personas experimentan cambios en sus prioridades, intereses y capacidades. Externamente, la sociedad tiene expectativas cambiantes sobre el papel y la participación de los más mayores. Y, aquí, aunque la idea de retirarse de la sociedad parece negativa, esta teoría sugiere que tal proceso resulta adaptativo y beneficioso, ya que brinda oportunidades de autoconocimiento, profundización en relaciones significativas y permite centrarse en actividades que les proporcionen satisfacción y significado personal.

Además, plantea que existe la posibilidad de que este distanciamiento gradual sea beneficioso para la sociedad en su conjunto. Dado que al liberar recursos y roles para las generaciones más jóvenes, las personas mayores facilitarían la transferencia de conocimientos y responsabilidades, así como abrir espacio para la innovación y el cambio social.

La otra cara: Teoría de la actividad

Contrariamente a la teoría de la desvinculación, Havighurst, en la misma década, postula la teoría de la actividad. Que sugiere que el envejecimiento no implica necesariamente una disminución en la participación social. Más bien, promueve la idea de que mantenerse activo física, mental y socialmente es esencial para envejecer de manera sana y agradable. Destaca en ella la importancia de mantener roles significativos y actividades estimulantes en la vida de los adultos mayores, lo que puede contribuir a un mayor bienestar emocional y mejor calidad de vida en general.

Sentirse activo como medio para sentirse vivo

Adicionalmente, esta teoría plantea que el mantenimiento de un estilo de vida activo y ocupado contribuye a una mejor salud física y mental en la vejez. Con lo que, participar en ejercicios y tareas estimulantes puede ayudar a mantener la agudeza mental y la capacidad cognitiva. Así, reduce el riesgo de depresión y ansiedad, mejora la función física y fortalece el sistema inmunológico.

Sumado a lo anterior, sugiere que el compromiso con actividades significativas y gratificantes proporciona a las personas mayores un sentido de identidad y propósito. En este sentido, mantenerse activo y comprometido en la sociedad, también ayuda a contrarrestar el aislamiento social propio de esta etapa del ciclo vital, promoviendo un mayor bienestar emocional.

Conclusión

El estudio del envejecimiento va más allá de las teorías específicas que intentan explicar sus procesos y fenómenos asociados. Es una etapa de la vida compleja, que abarca una amplia gama de experiencias, desafíos y oportunidades. Por ello, resulta importante trabajar hacia la creación de entornos y sistemas de apoyo que promuevan la inclusión, la participación y dignidad de estas personas en la sociedad.

En definitiva, la vejez, lejos de ser un destino final, es una parte valiosa e integral del ciclo de vida humano que merece ser comprendida, valorada y celebrada en toda su complejidad y diversidad. Si te interesa la psicología aplicada a la vejez, te recomendamos nuestro curso en psicogerontología.

Referencias bibliográficas

  • Berger, K. S. (2009). Psicología del desarrollo: adultez y vejez. Médica Panamericana.
  • Cumming, E. y Henry, W. E. (1961). Growing Old: The Process of Disengagement. Basic Books.
  • Havighurst, R. J. (1961). Successful aging. The Gerontologist, 1(1), 8-13. https://doi.org/10.1093/geront/1.1.8