En la estrecha relación entre pasado, presente y futuro, la temporalidad moldea nuestra experiencia. Desde las antiguas concepciones cíclicas hasta las mediciones precisas de la época moderna, el concepto de tiempo ha evolucionado. En esta nota, exploraremos como la temporalidad permea nuestra vida cotidiana en las diferentes etapas de la vida, desde la infancia y la adolescencia hasta la adultez y la vejez, y también cómo eventos como la pandemia han redefinido la percepción del tiempo. ¿Qué es la temporalidad? ¿Cómo influye en la experiencia cotidiana?
Raíces históricas: Entendiendo al tiempo
El concepto de temporalidad ha evolucionado a lo largo de la historia y ha sido tratado de diferentes maneras por distintos pensadores. En la antigüedad, el tiempo se concebía como un ciclo repetitivo de la naturaleza y se asociaba con la idea de la eternidad.
En la Edad Media, por su parte, el tiempo se consideraba una creación divina y se relacionaba con la idea de la salvación y vida después de la muerte. Después, durante la Ilustración, el tiempo se convirtió en un objeto de estudio científico y se empezó a medir con precisión mediante relojes y cronómetros. Por último, en la época contemporánea, el concepto de temporalidad fue abordado desde diferentes disciplinas y campos del saber.
¿Qué es la temporalidad?
La temporalidad es un concepto que se refiere a la experiencia subjetiva del tiempo. Es decir, cómo percibimos el tiempo en nuestra vida cotidiana. Así, aunque este es una dimensión objetiva y universal, la experiencia del tiempo puede variar significativamente dependiendo de factores como las emociones, actividades y entorno. Por ejemplo, cuando estamos disfrutando de una actividad que nos gusta, el tiempo parece pasar más rápido, mientras que cuando estamos aburridos o esperando algo, parece pasar más lentamente (Fontes et al., 2016).
Elementos influyentes
La temporalidad, por tanto, es un tema de interés en diversas disciplinas, como la psicología, filosofía y neurociencias. Grosso modo, en la psicología, por ejemplo, se ha investigado cómo las emociones y la atención influyen en la percepción del tiempo.
Mismamente, se ha encontrado que las emociones positivas están asociadas con una percepción de que el tiempo pasa más rápido, mientras que aquellas menos agradables se relacionan con una percepción de que el tiempo transcurre más lentamente (Zheng et al., 2022).
En la filosofía, por otro lado, la temporalidad es un tema central en la reflexión sobre la naturaleza del tiempo y la existencia humana. Finalmente, en las neurociencias, se ha investigado cómo el cerebro procesa la información temporal y se relaciona con otras funciones cognitivas (Ogden et al., 2022).
Diferentes temporalidades a través del ciclo vital
El ciclo vital humano se compone de diferentes etapas, cada una de las cuales se caracteriza por una temporalidad mas o menos específica. A continuación, y muy brevemente, describiremos las temporalidades en la infancia, adolescencia, adultez y vejez.
La temporalidad durante la infancia y adolescencia
Durante la infancia, la temporalidad se experimenta de manera diferente a como lo hacen los adultos. Los niños tienen una percepción del tiempo más limitada y se enfocan en el presente inmediato. Así, el tiempo se mide en términos de eventos significativos, como cumpleaños o vacaciones.
En la adolescencia, la experiencia se torna más compleja. Por ello, los jóvenes tienen una mayor conciencia del tiempo y se enfocan en el futuro, en la construcción de su identidad y en la toma de decisiones importantes para su vida adulta. En ese sentido, y una vez que la persona llega a la edad adulta, la temporalidad se experimenta de manera más estructurada y planificada (Siu et al., 2014).
Entre la adultez y la vejez
En la adultez, se tiende a ser todavía más conscientes de la temporalidad y enfocarse en la consecución de metas y objetivos a largo plazo, como la carrera profesional, la familia y la estabilidad financiera, entre otra cosas. Finalmente, en la vejez, la temporalidad se experimenta de forma más limitada, y se enfoca en el pasado y en la reflexión sobre la vida. Así, las personas en la tercera edad tienen una mayor conciencia de la finitud del tiempo y se enfocan en la transmisión de su legado y preparación para la muerte (Riemer et al., 2021).
¿Cuáles son las características de la temporalidad en la adultez?
Consecuentemente, la temporalidad en la adultez se experimenta como una línea temporal que se extiende hacia el futuro, y las personas planifican y organizan su vida en función de sus objetivos y responsabilidades. Entonces, suelen tener una mayor estabilidad temporal que en otras etapas, y en general, tienen una rutina diaria establecida, lo que les permite planificar su tiempo de manera más efectiva.
También, suele haber un grado de reflexión sobre el pasado, donde se evalúan logros y fracasos. En sintonía, los individuos pueden sentir la necesidad de hacer un balance de su vida y experiencias (Allingham et al., 2021).
Crisis y oportunidades: Desafíos temporales durante la pandemia de COVID-19
Durante la pandemia de COVID-19, se realizaron estudios para establecer cómo los cambios emocionales y sociales inducidos por dicho evento alteraron la percepción del tiempo. Así, en tales estudios, se vio que el aburrimiento, aislamiento social y estrés están asociados con una ralentización de la percepción del tiempo .
Por otro lado, se constató que una mayor satisfacción social y un bajo nivel de estrés están relacionados con una percepción más rápida del tiempo. En ese sentido, se ha argumentado que la pandemia ha presentado desafíos únicos para nuestra experiencia del tiempo, ya que muchas personas han tenido que adaptarse a nuevas rutinas y responsabilidades, como trabajar desde casa.
Dichos cambios, por lo tanto, podrían haber interrumpido nuestra sensación de tiempo y hacer más difícil mantener un horario diario consistente. Además, la pandemia ha llevado a un aumento del estrés y la ansiedad para muchas personas, lo que puede afectar aún más la temporalidad, sobre todo en la adultez (Grondin et al., 2020).
Líneas de investigación sobre temporalidad
Por todo esto, en tanto existen múltiples factores como sociales, psicológicos y fisiológicos, que inciden en la percepción del tiempo, se ha sugerido que en el futuro será necesario explorar las relaciones entre la percepción del tiempo y otras variables. Por ejemplo, se ha indicado que los niveles de cortisol tendrían una influencia en la temporalidad.
Estrés, ansiedad y tiempo
También, otra de las posibles líneas de investigación gira en torno a los efectos de los estresores a largo plazo en la percepción del tiempo, así como el papel potencial de las diferencias individuales en la personalidad y el estilo cognitivo de las personas.
Por último, la investigación futura debe explorar las posibles aplicaciones clínicas de sus hallazgos, como en el tratamiento de trastornos de ansiedad y relacionados con el estrés. Indagando, además, en los mecanismos neuronales subyacentes a la percepción del tiempo, especialmente en el contexto de experiencias significativas en la vida cotidiana de las personas (Mette, 2023).
Conclusión
Cuando hablamos de temporalidad, vemos que esta se entrelaza con emociones, hitos, circunstancias y etapas del ciclo vital, como la infancia, adolescencia, adultez y vejez. En este sentido, la pandemia de COVID-19 alteró nuestros relojes internos, y quizás estos cambios han tenido efectos diferentes en las distintas etapas de la vida. La investigación de la temporalidad aparece como un prominente área de estudio que revelará el nexo con el paso del tiempo, y sus posibles implicancias en contextos clínicos y tratamiento psicoterapéutico de las adversidades que nos aquejan. Si te interesa la psicología aplicada a la vejez, te recomendamos nuestro curso en psicogerontología.
Referencias bibliográficas
- Allingham, E., Hammerschmidt, D. y Wöllner, C. (2021). Time perception in human movement: Effects of speed and agency on duration estimation. Quarterly Journal of Experimental Psychology, 74(3), 559-572. https://doi.org/10.1177/1747021820979518
- Fontes, R., Ribeiro, J., Gupta, D. S., Machado, D., Lopes-Júnior, F., Magalhães, F., Bastos, V. H., Rocha, K., Marinho, V., Lima, G., Velasques, B., Ribeiro, P., Orsini, M., Pessoa, B., Araujo Leite, M. A. y Teixeira, S. (2016). Time perception mechanisms at central nervous system. Neurology International, 8(1). https://doi.org/10.4081/ni.2016.5939
- Grondin, S., Mendoza-Duran, E. y Rioux, P.-A. (2020). Pandemic, quarantine, and psychological time. Frontiers in Psychology, 11. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.581036
- Mette, C. (2023). Time perception in adult ADHD: Findings from a decade-A review. International Journal of Environmental Research and Public Health, 20(4), 3098. https://doi.org/10.3390/ijerph20043098
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- Riemer, M., Wolbers, T. y van Rijn, H. (2021). Age-related changes in time perception: The impact of naturalistic environments and retrospective judgements on timing performance. Quarterly Journal of Experimental Psychology, 74(11), 2002-2012. https://doi.org/10.1177/17470218211023362
- Siu, N. Y. F., Lam, H. H. Y., Le, J. J. Y. y Przepiorka, A. M. (2014). Time perception and time perspective differences between adolescents and adults. Acta Psychologica, 151, 222-229. https://doi.org/10.1016/j.actpsy.2014.06.013
- Zheng, Q., Wang, X., Chiu, K. Y. y Shum, K. K.-M. (2022). Time perception deficits in children and adolescents with ADHD: A meta-analysis. Journal of Attention Disorders, 26(2), 267-281. https://doi.org/10.1177/1087054720978557