Seguro que en más de una ocasión, hemos asociado las casas encantadas o embrujadas con experiencias inusuales (como apariciones o voces), eventos físicos (objetos que parecen moverse por sí mismos o mal funcionamiento de equipos eléctricos) y sonidos inexplicables (golpes). Conocemos tan bien sus características que incluso podríamos crear una casa encantada nosotros mismos. Mismamente, se podrían añadir en tal descripción peculiaridades como que fuese un lugar aislado, oscuro, rodeado de vegetación, habitaciones secretas y una arquitectura anticuada, entre otras. En definitiva, “efectos de contexto” asociados con la presencia de peligro, confrontación con información sensorial limitada o falta de libertad de movimiento y control. Veamos un poco más.
Más allá de un lugar
¿Sabías que la historia más antigua sobre casas encantadas data de hace 2000 años? Se encuentra en la obra de treatro de Tito Maccio Plauto, titulada “Mostellaria” (1851).
En general, las casas encantadas o embrujadas existen como realidades psicológicas, culturales, económicas y legales, con una “personalidad de marca” fuerte y atractiva similar a los productos de consumo populares. Así, tienen un papel relevante las variables físicas, influencias socioculturales, contexto situacional y dinámica interpersonal.
Aspectos que, en su conjunto, forman el carácter de los espacios y entornos. Definiendo, con esto, de qué forma nos situamos en ellos (Dagnall et al., 2020).
Hay características ambientales o arquitectónicas relacionadas con las cualidades del espacio físico que hacen que un lugar sea atractivo o no, denominadas perspectiva y refugio.
Así, los sitios atractivos ofrecen perspectiva (vistas claras y sin obstrucciones) y refugio (lugares protectores para esconderse); mientras que este tipo de lugares sobre los que hablaremos en la nota tienen poca o ninguna perspectiva y refugio (Jawer et al., 2020).
¿Por qué se percibe una casa como encantada o embrujada?
Las personas viven en cuerpos, los cuerpos en espacios…. y el cerebro funciona de ciertas maneras. No solo los pensamientos conscientes, sino también las impresiones no conscientes, la retroalimentación de nuestros sentidos, el movimiento físico e incluso las simulaciones mentales de fracciones de segundo de ese movimiento dan forma a cómo respondemos a un lugar (Goldhagen, 2017).
Factores implicados
- La percepción o el informe de experiencias de tipo inusual se asocian, en parte, con la vigilancia o la sensibilidad a los estímulos internos o externos. En cuanto a estímulos internos podemos mencionar al sociólogo Christopher Bader, quien determina que el primer requisito para que haya un fantasma en una casa es que alguien crea que hay un fantasma en la casa. Por otro lado, en lo que refiere a estímulos externos… ¿Sabías que una iluminación tenue y la temperatura fría son las condiciones más asociadas con lugares embrujados? Este tipo de estímulos aumenta la activación de los llamados mecanismos de detección de agentes.
- Los contenidos de las experiencias a menudo parecen congruentes con las señales del entorno físico o psicosocial foco de atención. Mismamente, esto ocurre ante las leyendas asociadas a las casas abandonadas. Historias donde la creencia en su veracidad persiste incluso después de que los hechos del caso revelasen que no son reales. Por ejemplo, los conocidos asesinatos de Villisca en 1912, ocurrieron en una casa donde las víctimas fueron niños. Con esto, es más proclive que las historias se centren en cómo se les puede escuchar riendo o llorando. Consecuentemente, la visita al lugar conllevará mayor congruencia entre lo allí presente con lo contado.
- En los períodos temporales entre experiencias anómalas están muy implicados los sesgos de percepción o atención. Algunas de las anomalías perceptivas más conocidas son aquellas relacionadas con la despersonalización, desrealización o identidad disociada.
Características
En todo lo anterior, tiene también que ver lo que rodea al lugar y lo conforma.
Por ejemplo, los mecanismos de protección se activan en entornos con pasados ambiguos o incluso sórdidos. Pues esto se relaciona con un peligro hacia la propia integridad y una especie de advertencia.
La oscuridad y un diseño confuso también son peculiaridades de las casas encantadas que propician que uno se pierda o, en su defecto, retrase.
Esto conllevaría el posible aislamiento, lo que puede aumentar la ansiedad y dificultar capacidades de afrontamiento, dado que no hay ninguna defensa cooperativa contra posibles amenazas.
Normalmente, las casas encantadas suelen ubicarse en bosques o lugares alejados y escondidos, lo que, como consecuencia, conllevaría que el escape pudiera verse obstaculizado.
Lo que genera sentimientos de incomodidad dado que constantemente analizamos el entorno evaluando la capacidad de huir si fuera necesario (McAndrew, 2020).
El papel del miedo
Si bien un principio arquitectónico central es que la forma sigue a la función, es igualmente imperativo afirmar… que la función sigue a la emoción.
Michael Persinger
El ser humano cuenta con mecanismos de detección de estímulos que puedan ser peligrosos. El miedo, por ejemplo, es una emoción antigua que permite una rápida movilización de recursos para protegernos.
Ahora, ¿cuántas veces se ha reaccionado de manera desmesurada a un estímulo que no suponía un riesgo? En muchas ocasiones, la percepción de lo espeluznante es una respuesta a la ambigüedad de la amenaza (McAndrew y Koehnke, 2016).
De este modo, las casas encantadas pueden generar miedo, no porque representen una clara amenaza, sino porque para el sujeto no está claro si realmente lo son. Como consecuencia, surge una incertidumbre que demanda de un equilibrio entre la autoconservación y autopresentación (McAndrew, 2015).
En busca de casas encantadas
Resulta paradójico que las emociones aversivas no siempre sean evitadas. No solo en el cine donde se paga por películas de terror, sino también por casas embrujadas comerciales o atracciones de esta índole. Por no hablar de programas televisivos como “Casas encantadas”, donde sus protagonistas visitan mansiones y otros lugares embrujados.
Al tipo de miedo que genera en cierta forma placer se le denomina miedo recreativo. Una experiencia emocional mixta de miedo y disfrute.
Y es que, el horror puede ser divertido si no es real. Habiendo disfrute ante las formas correctas de dinámicas de excitación en un entorno recreativo de terror (Andersen et al., 2020).
Además, también puede percibirse como una oportunidad de ensayar mentalmente estrategias que podrían usarse ante una situación similar.
Conclusión
Algunas características de lugares o escenarios esbozan una personalidad embrujada que, a su vez, sirve como fuente predominante de experiencias anómalas. La psicología evolutiva y ambiental podría aprovecharse de esto y alentar investigaciones en espacios naturales.
Y, no solo esto, también puede tener valor en lo que refiere al campo del marketing y ciencias políticas, donde el entorno, detalles y antecedentes se manipulan para fomentar percepciones y creencias sobre personas o productos.
Referencias bibliográficas
- Andersen, M. M., Schjoedt, U., Price, H., Rosas, F. E., Scrivner, C. y Clasen, M. (2020). Playing With Fear: A Field Study in Recreational Horror. Psychological Science, 31(12), 1497-1510. https://doi.org/10.1177/0956797620972116
- Dagnall, N., Drinkwater, K. G., O’Keeffe, C., Ventola, A., Laythe, B., Jawer, M. A., Massullo, B., Caputo, G. B. y Houran, J. (2020). Things That Go Bump in the Literature: An Environmental Appraisal of “Haunted Houses”. Frontiers in Psychology, 11, 1328. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.01328
- Goldhagen, S. W. (2017). Welcome to Your World: How the Built Environment Shapes Our Lives. Harper.
- Jawer, M. A., Massullo, B., Laythe, B. y Houran, J. (2020). Environmental “Gestalt Influences” Pertinent to Studies of Haunted Houses. Journal of the Society for Psychical Research, 84(2), 65-92.
- McAndrew, F. (29 de octubre de 2015). Evolutionary psychology explains why haunted houses creep us out. The conversation. https://theconversation.com/evolutionary-psychology-explains-why-haunted-houses-creep-us-out-48209
- McAndrew, F. T. y Koehnke, S. S. (2016). On the nature of creepiness. New Ideas in Psychology, 43, 10-15. https://doi.org/10.1016/j.newideapsych.2016.03.003
- McAndrew, F. T. (2020). The Psychology, Geography, and Architecture of Horror: How Places Creep Us Out. Evolutionary Studies in Imaginative Culture, 4(2), 47-62. https://doi.org/10.26613/esic.4.2.189