¿Cuántos no hemos llegado asociar Halloween con el mes del terror y miedo? Creer que en este festejo existen atmósferas sobrenaturales en el ámbito religioso, suele dar al término una connotación oscura y sombría. Sin embargo, tiene un tinte diferente cuando se permite experimentar cosas nuevas como, por ejemplo, tomar como avatar algún personaje ficticio o disfrazarse por diversión. Pero… ¿Por qué nos disfrazamos en Halloween?

Breve historia del Halloween

Originariamente, nace de la historia celta y cristiana. Donde estos primeros marcaban el final de las cosechas como la época del Samhain, que significaba el fin del verano. Siendo dichos meses los días más fríos y oscuros del año.

Para los celtas, el 31 de octubre simbolizaba el nuevo año, coincidiendo con el solsticio de otoño. Donde hacían fogatas de gran tamaño con el fin de ahuyentar los espíritus malignos.

Cuando los romanos comenzaron a tomar los territorios celtas, el Papa Bonifacio IV estableció el día 1 de noviembre como día sagrado. Más comúnmente conocido como el día de todos los santos. Que en inglés es All Hallow’s Eve, cuya contracción es la palabra Halloween (Morton, 2013).

Simbolismo social

Podemos imaginarnos que esta fiesta es sinónimo de brujas, fantasmas y gatos negros. E incluso monstruos o el mismísimo diablo. Y es que, esto no es de extrañar cuando la historia le ha dado una connotación maléfica.

Los celtas, bajo la creencia de que existían presencias oscuras o lúgubres, empleaban máscaras para huir de estas entidades. Presencias que asociaban con un peligro para las personas, dada la creencia de que los muertos volvían a la vida de alguna manera, como lo era por medio del espíritu (Trevarthen, 2010).

Por este motivo, en los viajes a América y Reino Unido, las costumbres de las familias celtas fueron adoptadas por la población de dichos países. Quienes, a su vez, también fueron agregando personajes ficticios de la literatura de aquel entonces a dicha festividad.

El miedo social en la temática de Halloween

Con el paso del tiempo, Halloween ha sido importante para el desarrollo del entretenimiento. Ya sea en películas (Satan’s Little Helper, 2004, de Jeff Lieberman), series televisivas (primera temporada de American Horror Story, producida por Ryan Murphy y Brad Falchuk), literatura (El monte de las ánimas, 1861, de Gustavo Adolfo Bécquer) y música (Ghost). Cuya finalidad es infringir miedo mediante estímulos sorpresa o la expectativa.

Generalmente, este tipo de género en el cine busca activar zonas relacionadas con la ansiedad. Particularmente con episodios de pánico. De hecho, se desarrollan mecanismos defensivos al igual que el trastorno de estrés postraumático (TEPT), generando una adaptabilidad en el entorno.

¿Por qué nos disfrazamos en Halloween?

En el caso de la música, el efecto se busca a través de la entrada de estímulos visuales. Desde la portada hasta el vestuario de los artistas, esperando un impacto (Riezler, 1944).

El efecto neurológico del disfraz

¿Trick or treat?

¿Nunca te has preguntado por qué nos disfrazamos en Halloween?

Sabemos que, esta festividad, celebrada en Estados Unidos (EE. UU.) y algunos países anglosajones, motiva a padres de familia a incluir a los niños en el acto de disfrazarse. Aspecto que incita al menor a desarrollar su imaginación a la hora de permitirse tomar un rol activo, como el de conde Drácula o bruja.

Es cierto que los disfraces permiten a las personas jugar un rol o papel en el que se emplean actitudes del personaje a imitar. Esto tiene un papel psicológico importante en el desarrollo social, conductual y emocional que median los procesos mentales complejos.

Y es que, muchas de las actividades se basan en la planeación y organización del disfraz, adoptándose identidades y logrando, así, un efecto psicológico de reflejo donde se puede idealizar quién se quiere ser, para qué y por qué. Pues los disfraces no dejan de ser una forma comunicación en el mundo moderno.

¿Qué zonas cerebrales se activan?

  • Septum lateral: Se encarga de los procesos ligados al placer, el miedo y modula los procesos cognitivos.
  • Mesencéfalo: Este área es la orquestadora de los estímulos sensoriales, además del responsable de los impulsos de los núcleos auditivos, visuales y mecanismos de recompensa.
  • Amígdala medial: Relacionada con el comportamiento social. Asimismo, regula las emociones del niño ante impulsos excitantes, como el miedo.
  • Hipotálamo ventral y anterior: Mantienen un equilibrio óptimo de temperatura y frecuencia cardíaca, causada por la adrenalina y noradrenalina. Del mismo modo, esta zona se encarga del control adecuado de endorfinas, relacionadas con la felicidad.
Activación de dopamina en relación a la motivación y toma de decisiones: a) Exploración: Cómo se muestra en diversas áreas como el séptum, ínsula, tálamo, áreas visuales, hipotálamo, hipocampo, giro supramarginal y áreas motrices; b) Explotación: Cuando se expone al sujeto se activan la ínsula anterior y posterior, cuerpo estriado, giro angular, precuña y áreas visuales; c) Exploración>Explotación: Se observa en comparativa que existen más regiones activadas en exploración que en explotación de una acción; siendo complemento para realizar una acción. Imagen de Li et al. (2021)

Comportamiento social en el papel del disfraz

La festividad de Halloween o día de los muertos (fiesta tradicional mexicana) es una forma de expresión donde se representa una figura en alusión a la festividad. Ya sea como fantasma, bruja o catrina.

Una respuesta a por qué nos disfrazamos en Halloween la encontramos en Nelson (2000), quien mencionó que el disfraz ayuda a la mente a crear una realidad basada en la fantasía. Lo que motiva al disfrazado a que pueda incluso desinhibirse con un disfraz que le permita experimentar la fantasía en un contexto social de iguales.

Ciertamente, el estar disfrazado permite esconder nuestra identidad volviendo a su portador anónimo. Pues crea un efecto liberador similar al que se produce al consumir bebidas alcohólicas. Exhibiendo emociones, sentimientos y deseos que, dentro de un contexto social, suelen reprimirse (Hoge, 1988).

Conclusión

A lo largo de este recorrido hemos podido analizar las influencias del Halloween dentro de la sociedad. No solo desde una cuestión histórica, sino también cómo la propia sociedad construye conceptos a los que el humano no entiende. Muchas ocasiones, por temor a lo desconocido o aquello a lo que no se encuentra respuesta.

De igual forma, hemos podido observar los procesos en el desarrollo cerebral que conlleva el disfraz en la celebración. Además del desarrollo social de los mismos. Finalmente, hemos dado un apunte de la forma en la que la temática del miedo se ha hecho presente como dominio público en series de televisión, películas, libros y música. Por todo esto, podríamos decir que la celebración se tiene presente a lo largo del año sin ser Halloween.

Referencias bibliográficas

  • Hoge, J. D. (1988). Valuable Social Learning from Halloween Fun. Social Education52(6), 458. https://www.learntechlib.org/p/159871/.
  • Li, C. W., Lin, C. Y., Chang, T. T., Yen, N. S. y Tan, D. (2021). Motivational system modulates brain responses during exploratory decision-making. Scientific reports, 11(1), 15810. https://doi.org/10.1038/s41598-021-95311-0
  • Morton, L. (2013)Trick or Treat: A history of Halloween. Reaktion Books.
  • Nelson, A. (2000). Halloween costumes and gender markers. Psychology of Women Quarterly, 24(2), 137-144. https://doi.org/10.1111/j.1471-6402.2000.tb00194.x
  • Riezler, K. (1944). Psicología social del miedo. Revista del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras. The American Journal of Sociology, 49(6), 102-118. http://revistas.filo.uba.ar/index.php/centro/article/view/1172/762
  • Trevarthen, G. A. (2010). The Celtic origins of Halloween transcend fear. Phi Kappa Phi Forum90(3), 6-7.