El experimento clásico de Beaman et al. (1979) es uno de los estudios más fascinantes dentro de la psicología social, y su relevancia sigue vigente. Si no lo conocías, este estudio se centró en analizar cómo el anonimato afecta el comportamiento moral, utilizando la festividad de Halloween como escenario para sus observaciones. Y es que… Halloween, con sus disfraces y ambiente festivo, es un contexto ideal para explorar cómo los disfraces y la desindividuación influyen en el comportamiento, especialmente en los niños. ¿Qué revelan los comportamientos de estos en el experimento sobre la relación entre el anonimato y la responsabilidad personal? 

Un escenario ingenioso en Halloween

Dale una máscara y te dirá la verdad.

Oscar Wilde

El escenario que eligieron los investigadores fue simple. Se aprovechó la dinámica del truco o trato de Halloween para analizar cómo los niños, enmascarados y en grupo, respondían a una instrucción ética clara: tomar solo un dulce de un tazón que se les ofrecía. Después de que el investigador entregaba la instrucción, salía de la habitación, dejando a los niños tomar su decisión sin supervisión directa. Mientras tanto, un segundo observador oculto registraba cuántos dulces tomaban realmente los pequeños.

Halloween: Cuando el disfraz borra la conciencia, desindividuación

Este diseño experimental fue especialmente útil para estudiar la desindividuación, que se refiere a la pérdida de autoconciencia en situaciones en las que las personas se sienten anónimas o son parte de un grupo. De tal forma que, cuando un individuo se desindividúa, su sentido de responsabilidad personal disminuye. Lo que puede llevar a comportamientos que no realizarían si estuvieran completamente conscientes de sus acciones y las consecuencias de estas.

Revelaciones dulces el Día de los Muertos

Hubo un hallazgo impactante: los niños disfrazados y en grupo tendían a tomar muchos más dulces de los permitidos que aquellos que estaban solos y sin disfraz. En cifras, solo el 7.5 % de los niños que estaban solos y sin máscara tomaron más de un dulce, mientras que el 60 % de aquellos que estaban disfrazados y en grupo infringieron la regla. En fin, una manera clara de cómo el anonimato y el estar rodeado de otros que también se sienten anónimos influyen en la toma de decisiones.

Lo interesante es que los menores no solo estaban tomando más dulces, sino que también estaban respondiendo a una reducción en la autoconciencia provocada por los disfraces y el contexto social. Pues, al estar disfrazados, los niños no se percibían a sí mismos de la misma manera que lo harían en una situación ordinaria. Así, podría decirse que el disfraz se convirtió en una máscara psicológica, reduciendo su sentido de responsabilidad.

Reflexiones de Halloween en un mundo moderno

desindividuación

Aunque el estudio se llevó a cabo en 1979, los principios que descubrió siguen siendo aplicables hoy en día. De hecho, con el auge de las interacciones en línea y las redes sociales, la desindividuación es un suceso que vemos repetidamente en el comportamiento de las personas.

Detrás de la pantalla

Mismamente, en contextos anónimos, como foros en línea o plataformas de redes sociales que permiten identidades ocultas, los individuos tienden a comportarse de maneras más antisociales. Y es que, la capacidad de actuar sin repercusiones inmediatas alimenta tanto la innovación como la conducta destructiva.

Al final, lo que los investigadores observaron en los niños disfrazados durante Halloween es, en esencia, lo mismo que vemos en el cibercomportamiento. Donde los usuarios a menudo se sienten menos responsables de sus acciones debido a la falta de identificación personal (Suler, 2004).

Si tú vas, yo voy…

Es interesante que no solo el disfraz jugó un papel importante en el aumento de las transgresiones de los niños, sino también el hecho de que estuvieran en grupo. La presión del grupo puede intensificar el efecto de la desindividuación. Llevando a un comportamiento más extremo que el que se daría en un individuo actuando solo.

Este fenómeno es relevante para comprender cómo operan las dinámicas de grupo en otros contextos, como el bullying en las escuelas o el comportamiento de las personas en manifestaciones multitudinarias. Por eso que la idea de que el grupo diluye la responsabilidad individual es otra de las lecciones clave (Reicher et al., 1995). Que, por cierto, esto se traduce en un fenómeno conocido como el efecto espectador (Darley y Latané, 1968).

Más allá de lo espontáneo

Hay un concepto importante en todo esto, el comportamiento en situaciones de licencia moral. Término que describe cómo las personas actúan de manera menos moral cuando sienten que tienen el permiso, explícito o implícito, para hacerlo. Halloween es, en muchos sentidos, una situación que fomenta esa licencia moral. Pues no deja de ser una festividad en la que se anima a las personas a comportarse de manera atrevida y romper con las normas sociales usuales. Algo que crea una atmósfera donde digamos que la transgresión es aceptable. Y este tipo de contexto puede influir profundamente en la forma en que las personas se comportan y justifica sus acciones, tanto en niños como adultos (Mazar et al., 2008).

No todo es malo

Esto ya ha sido estudiado, y los resultados han revelado cómo las situaciones que reducen la autoconciencia pueden facilitar tanto comportamientos positivos como negativos. Por ejemplo, investigaciones recientes han demostrado que la desindividuación no siempre conduce a comportamientos antisociales.

Es más, en algunos casos, facilita el altruismo y la cooperación cuando las normas del grupo lo fomentan. Con lo que, el anonimato no es intrínsecamente negativo, sino que su impacto depende del contexto social y las expectativas normativas del grupo. Un ejemplo claro de esto es el caso de Reddit, donde el anonimato permite a usuarios en subforos como r/AskDocs hacer preguntas honestas sobre temas de salud sin miedo al estigma. Sin embargo, en otros subforos, como los dedicados a asuntos controvertidos, el anonimato también ha fomentado la propagación de discursos de odio y trolling (Postmes y Spears, 1998).

Conclusión

No nos iremos por Jung conscientemente, pero Halloween se convierte en una metáfora perfecta para entender cómo, en la vida cotidiana, las máscaras que usamos —ya sean literales o figurativas— pueden liberar o inhibir partes de nosotros mismos. Las normas sociales, que a menudo son rígidas y restrictivas, se desdibujan en el contexto de festividades. Permitiendo comportamientos que, aunque en algunos casos sean transgresores, también ofrecen un espacio para la autoexpresión y el juego. Este juego con la identidad puede ser liberador, pero también planteaa una pregunta crítica sobre la dualidad de nuestra naturaleza: ¿hasta qué punto nuestros comportamientos en situaciones desinhibidas son realmente representativos de quienes somos?

Referencias bibliográficas

  • Beaman, A. L., Klentz, B., Diener, E. y Svanum, S. (1979). Self-awareness and transgression in children: two field studies. Journal of Personality and Social Psychology, 37(10), 1835-1846. https://doi.org/10.1037/0022-3514.37.10.1835
  • Darley, J. M. y Latané, B. (1968). Bystander intervention in emergencies: Diffusion of responsibility. Journal of Personality and Social Psychology, 8(4), 377-383. https://doi.org/10.1037/h0025589
  • Mazar, N., Amir, O. y Ariely, D. (2008). The dishonesty of honest people: A theory of self-concept maintenance. Journal of Marketing Research, 45(6), 633-644. https://doi.org/10.1509/jmkr.45.6.633
  • Postmes, T. y Spears, R. (1998). Deindividuation and antinormative behavior: A meta-analysis. Psychological Bulletin, 123(3), 238-259. https://doi.org/10.1037/0033-2909.123.3.238
  • Suler, J. (2004). The online disinhibition effect. Cyberpsychology & Behavior, 7(3), 321-326. https://doi.org/10.1089/1094931041291295